lunes, 9 de mayo de 2016

La objetividad no existe

Cuando uno escribe y más cuando se trata de un artículo de opinión, la subjetividad del autor va estar siempre presente en cada oración de su discurso escrito. Ni siquiera los trabajos de carácter científico escapan a la subjetividad de sus autores, es decir, desde que elegimos el objeto de estudio que vamos a trabajar, desde ahí se manifiestan los intereses de cada una de las personas.
En consecuencia, en nuestro medio y en otros, la palabra objetividad es usada como una herramienta de carácter retórico. Al igual que otras palabras como imparcialidad, independencia, racionalidad, etc., la palabra objetividad busca lograr la adhesión al discurso, oral o escrito, en el que se inserta este tipo de términos.
Es necesario desconfiar de las personas que hablan de objetividad. En efecto, este tipo de seres humanos al dirigirse a los demás de esa forma, muestran su ignorancia o un uso instrumental del término para llevar agua a su molino; en otras palabras, se debe desconfiar porque en ambos casos se genera un error en el interlocutor de la persona supuestamente objetiva.
Ahora bien, lo anterior no quiere decir que los seres humanos no tengamos la obligación de elaborar argumentos lógicamente correctos y aportando la prueba pertinente para sustentar nuestros enunciados. No obstante, ello no eliminará ni impedirá que los enunciados explicativos que desarrollemos estén impregnados de nuestras subjetividades; lo anterior ha sido demostrado en el ámbito de los trabajos científicos y resulta obvio su presencia cuando estamos frente a artículos de opinión.
Por ello llama a la reflexión que haya personas que al leer los contenidos que se publican en los diferentes medios de comunicación pretendan eso que denominan objetividad. Uno puede pedir a un periodista que informe y que la información sea balanceada, es decir, que no opine cuando debe informar y que evite sesgar la información brindando únicamente una versión de lo acontecido.
Ahora bien, los contenidos informativos son muy diferentes a los de opinión. Cuando una persona escribe sobre un determinado tema y brinda su opinión, lo hace desde su cosmovisión e intereses; los artículos de opinión son expresiones claras de la subjetividad tolerada por el medio de comunicación donde se publica y por aquellas personas que se toman el tiempo para leerla.
¿Habrá alguien que piense que los artículos de opinión que se publican en La Nación son objetivos? ¿Habrá alguna persona que considere que Carlos Montaner, Nuria Marín, Jorge Guardia y otros que publican sus opiniones en ese diario, lo hacen desde una objetividad entendida como una especie de neutralidad ideológica o inhibición de sus intereses?
Por eso quien habla de objetividad está desubicado en relación a cómo funciona la realidad. Todos, absolutamente todos, tenemos un sesgo que determina la forma de analizar y comprender las coordenadas de espacio y tiempo en las que nos ha tocado vivir; cuando emitimos nuestra opinión en relación con un hecho, estamos vertiendo toda nuestra subjetividad en la explicación que hacemos de la realidad concreta que analizamos.
Quienes piden una objetividad que no existe, deberían comenzar por solicitar a los medios de comunicación que son afines a sus preferencias ideológicas cosas que sí son posibles. Para empezar, podrían exigir , por ejemplo: 1) Que paguen sus impuestos. 2) Que paguen a la Caja Costarricense del Seguro Social las cargas sociales. 3) Que sus contenidos informativos se acerquen a la verdad por medio de un adecuado balance de la información, etc.
¡Pidamos lo que sí es posible! ¡Seamos serios!

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