lunes, 27 de julio de 2015

Aniversario de poliédrica: Seguimos en la lucha

l pasado 14 de julio de 2015, esta columna cumplió un año. Durante este tiempo, hemos intentado, así lo dijimos desde el principio: “ (…) evidenciar las diferentes caras de la realidad”. (Véase la primera columna titulada: La realidad tiene muchas caras).
En ese camino he experimentado múltiples sentimientos con base en la retroalimentación que este diario digital permite, por medio de los comentarios que realizan los estimables lectores en cada columna. También he podido constatar la lectura que se hace de la columna en otras latitudes, con base en el blogspot en el que archivamos cada una de las publicaciones que hacemos en El País.cr.
Me han llamado de todo un poco y con los adjetivos más diversos. En la medida de mis posibilidades siempre he escrito tratando de no ofender a nadie, ya que siempre he considerado que la columna trata de poner al frente una perspectiva que no es evidente a simple vista o que no es la opinión común en relación con la lectura cotidiana de la realidad.
Como suele suceder en estos y en otros casos, la consecución de estos objetivos no siempre se logra. En la mayoría de situaciones por falta de claridad de quien escribe, en no pocas ocasiones, la exposición ha sido interpretada de manera diferente al significado que uno quería darle; no obstante, cuando ello sucede, la responsabilidad no es del receptor del mensaje sino de su emisor. Escribir con claridad es una virtud que muy pocos poseen!
Me he sentido muy honrado que me hayan dado la oportunidad de escribir en este diario digital. Leyendo lo que se escribe en otros medios de comunicación y observando las personas que suelen escribir en El País.cr, he sentido una gran responsabilidad y he procurado estar a la altura de las plumas de quienes aquí escriben, ya que este medio de comunicación se ha convertido en una alternativa real en el espacio mediático costarricense.
Han habido columnas muy leídas y compartidas por medio de las diferentes redes sociales. Hemos abogado porque al costarricense se le ofrezca un producto informativo que se ajuste a los principios básicos que cualquier graduado de las Ciencias de la Comunicación Colectiva debería conocer; hemos insistido en la diferencia entre informar y opinar, ya que se ha venido incrementando una conducta en que impera lo segundo antes que lo primero.
Seguiremos dando la lucha por tener un modelo informativo que en lugar de embrutecer a nuestro pueblo, lo eduque a partir de contenidos en los que el receptor tenga la oportunidad de acceder a contenidos que lo hagan pensar y analizar la realidad. No nos cansaremos en abogar para que surjan más medios como este en el que vertimos estas líneas que, en general, se ha convertido en un espacio que ha venido a marcar un punto de inflexión en la oferta mediática costarricense.
Finalmente, deseo agradecer a los estimables lectores que han tenido la paciencia de leernos. Recuerden, se puede estar de acuerdo o no con cada una de las columnas de Poliédrica, pero el espíritu crítico y la tolerancia deben guiar nuestros comentarios para que puedan ser de provecho para quien escribe y para quienes leen lo que ha sido escrito.
A todas y todos nuestros lectores: ¡Muchísimas gracias!

lunes, 20 de julio de 2015

Pasemos de las palabras a los hechos: Dejemos de consumir basura informativa

Lo único que les duele a quienes tienen el poder económico y mediático en Costa Rica es el bolsillo. Ni un millón de columnas y manifestaciones por las calles de todo el país les afecta más que ver reducidos sus dividendos, ya sea porque tuvieron un giro comercial anual malo o porque han tenido que hacer frente al pago de impuestos u otros rubros que antes no pagaban.
Cuando no hay dividendos o estos son bajos, los accionistas comienzan a protestar contra el Consejo de Administración de la empresa respectiva y eso sí les afecta, les inquieta, les genera preocupación. En ese sentido, dejar de consumir lo que estos grupos producen, es la mejor estrategia para que cambien o desaparezcan.
Es necesario que cada uno de nosotros haga conciencia y le indiquen al resto de ciudadanos, que no es necesario consumir la basura informativa que nos ofrecen estos grupos empresariales. Allí entran aquellos ubicados en Llorente de Tibás, en el sur de la Sabana, en Santa Ana o aquel ubicado cerca del Hospital México.
El modelo de oferta informativa ha venido cambiando en el mundo y es necesario hacer ver a la población que no es imperioso aferrarse a las formas tradicionales en que se nos brinda la información. Me impresionó unas semanas atrás escuchar los resultados de un estudio del Centro de Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica, en que se indicaba que la mayoría de la población costarricense se informa por medio de los noticiarios de televisión.
El modelo financiero de estos grupos está sustentado en una expectativa de consumo, la cual es vendida a los que se desean anunciar a diferentes precios. Ahora bien, si las personas dejan de realizar ese consumo o incluso si dejan de manifestar que lo hacen, el modelo comienza a quebrarse hasta que al final sucumbe. No hay ningún misterio ni idea nueva detrás de esto.
Si en lugar de decir que me informo por el noticiario tal o cual, digo y me informo por medio de medios de comunicación alternativos, nacionales y extranjeros, es posible generar un efecto dominó para que la mayoría de las personas opten por estas otras posibilidades. ¿Por qué he de consumir noticias mal redactadas, sin ningún balance informativo y llenas de juicios de valor? ¿Quién nos obliga a consumir ese tipo de basura?
Hace un tiempo publiqué un artículo que titulé: “Hay que tener coherencia en la vida”. Fui criticado bajo el argumento que la publicación en un medio de comunicación, en modo alguno, revela falta de coherencia ideológica y que por tanto, una posición como la mía, no podía aceptarse.
En aquel entonces me refería a varios personajes de los grupos de izquierda que un día sí y otro también, corrían a publicar en las páginas de opinión de aquellos medios de comunicación que emitían informaciones tergiversadas y sin ningún tipo de balance. Sigo considerando que es una incoherencia no solo por parte de quien escribe el artículo sino también del medio de comunicación, prestarse a fomentar una especie de imparcialidad ideológica que no existe en realidad.
Para que nos entendamos. Existe la idea que si usted publica su artículo de opinión en las páginas del diario que se edita en Llorente, por ejemplo, no solo va ser más leído sino que va tener mayor notoriedad el artículo y la persona; en otras palabras, la persona que quiere publicar, pondera o valora más estos criterios en lugar de aquellos que implican darse cuenta que se está contribuyendo con esta acciçon, para que ese medio de comunicación siga vendiendo la basura informativa que ofrece a los consumidores.
Desde mi perspectiva y teniendo en cuenta las herramientas informáticas que existen en la actualidad, es más coherente y pertinente contribuir con un medio de comunicación como este diario digital y así intentar generar un opción diferente para informar a la población de Costa Rica. Por supuesto siempre existirán aquellos que justifican, con base en el criterio de la mayor difusión, su participación en esos medios de comunicación.
En todo caso, lo que interesa puntualizar es que las personas tenemos la posibilidad de no ser cómplices de esos medios de comunicación, ya no solo dejando de aportar nuestro trabajo intelectual para llenar su oferta informativa y de opinión, sino como consumidores que no estamos dispuestos a continuar soportando: manipulaciones, mentiras, desbalance informativo y demás vicios de estos medios de comunicación.
Como decía Mahatma Gandhi: “Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo”.

lunes, 13 de julio de 2015

El culpable del problema de los taxistas informales se llama: Otto Guevara Guth

El problema que se ha dado con los taxistas informales, piratas o como usted quiera llamarles tiene un responsable: Otto Guevara Guth y su partido político. Hay que decirlo de forma clara, porque hay personas en este país que creen que todos los ciudadanos tienen memoria flaca y no se acuerdan cómo empezó este desorden.
Recordemos que el partido político del señor Guevara con base en la utilización demagógica de un valor como la libertad, abogó porque el servicio público de taxi se homologara a la figura del porteo que está establecida en el Código de Comercio de Costa Rica.
Ese fue el subterfugio legal que encontró ese irresponsable y su partido para intentar pagar la factura política que le debía a estos grupos por servir con sus vehículos en diversas campañas electorales en que fungió como candidato a presidente o diputado o a ambos puestos.
Como suele suceder en este país, por desconocimiento de la figura del porteo en materia comercial, se terminó avalando una interpretación jurídica errónea y hasta emitiendo legislación para “legalizar” una actividad que estaba en contradicción con las normas que se ocupan para el servicio público de taxi.
Todo ello generó que personas vinculadas a esta actividad y guiados por otras con intereses políticos y de lucro, siguieran desarrollando una actividad que nació de un compromiso político de Otto Guevara Guth y del partido político que manda a su antojo y sin que haya nadie que le haga ver su irresponsabilidad.
El tiempo ha pasado y aquel “ornitorrinco jurídico” creó una actividad económica en la que se mueven muchos intereses y de la que dependen, aparentemente, muchas personas a lo largo y ancho del país. Como siempre, a dicha actividad se dedica gente de todo tipo, desde aquellos que son choferes a sueldo como aquellos que tienen varios permisos y tienen diferentes vehículos en explotación.
No vamos a entrar a considerar si ello se ha convertido en un negocio para unos pocos que acaparan los permisos que se otorgaron para que pudieran trabajar. El hecho concreto es que hay personas que ahora se dedican a esta actividad que nació de la irresponsabilidad de Guevara Guth y de la torpeza de los políticos que se dejaron envolver por las tesis del porteo.
El punto medular es que el servicio de taxi debe cumplir con una serie de requisitos que le brinde al usuario garantías mínimas por lo que paga. Ello supone que las personas que realizan este servicio informalmente se pongan a derecho y los que están como taxistas formales también cumplan con una serie de normas para beneficio del usuario.
Por ejemplo, en ambos casos, informales y formales, es necesario que brinden el servicio en un vehículo que tenga una serie de condiciones mínimas de funcionamiento. No es posible que existan unidades que son un atentado para el ambiente, son como chimeneas andantes; no es posible que usted se monte en un vehículo con los asientos rotos, al cual todo le suena y al que no le cierran bien las puertas o las ventanas.
Por supuesto y para que no aparezcan los comentarios de siempre, está claro que no se puede generalizar. Existen vehículos que sí cumplen con estos y otros requisitos mínimos, incluso, los hay que cumplen con las exigencias para satisfacer aquellas necesidades relacionadas con las personas con alguna limitación física; sin embargo, y eso también hay que decirlo, son excepciones que confirman la regla.
La cosa se complica todavía más cuando en lugar del vehículo, observamos las características de aquellos que brindan el servicio de taxista formal o informal. La presentación personal en su gran mayoría deja mucho que desear, me ha tocado ir con taxistas que andan en camiseta de tirantes, pantaloneta y chancletas; todavía se podría discutir si aquello es tolerable en las playas o en zonas muy calurosas, sin embargo, resulta improcedente en la ciudad capital o en las cabeceras de provincia.
Ahora, si además de la presentación personal consideramos la conducta de la mayoría de los que se dedican a esta actividad, ahí la cosa se vuelve decepcionante y muestra la cara más negativa para los usuarios de los taxis formales e informales. Otra vez, no se puede generalizar porque hay personas que brindan un servicio en el que se trata bien al usuario y la “carrera” se vuelve una experiencia gratificante, pero esa situación no es lo que sucede frecuentemente en nuestro país.
Ya no solo muestran una conducta agresiva a la hora de manejar, sino que se enojan con el usuario cuando no cancela el servicio con el dinero completo o con un monto para el que sí tienen cambio. ¡ No ve que vengo entrando a trabajar!, suelen exclamar con enojo a la persona que contrata su servicio; como si esto fuera un problema imputable al usuario o del que deba hacerse responsable.
Estoy seguro que quienes tengan la paciencia de leer estas líneas, podrán reafirmar estos ejemplos y comentarán otras situaciones en las que han debido de lidiar con la mala educación y el irrespeto de muchas de estas personas. En todo caso, el punto que queremos señalar, es que el taxista informal debe cumplir con una serie de requisitos y obligaciones para con el usuario, y al igual que el taxista formal, no puede ir por la calle comportándose y haciendo lo que les da la gana.
La libertad es un valor supremo para el ser humano, pero un irresponsable como Otto Guevara no puede manipular su significado con interpretaciones demagógicas para pretender conquistar votos a costa del desorden en un servicio público como el de taxi. Pero la culpa es de aquellos que se dejan llevar por este tipo de personajes que, lejos de beneficiar al país y a sus pobladores, nos genera más problemas que soluciones.
Los porteadores o como se les quiera llamar deberían ir a pedirle cuentas a ese personaje y a su partido político. Ahora, lo que sí está claro es que el usuario y el resto de ciudadanos de este país, no tenemos que pagar las consecuencias de las irresponsabilidades de Otto Guevara, el Movimiento Libertario y de todos aquellos políticos ineptos que no tienen la capacidad de interpretar y normar adecuadamente el servicio público de taxi.

lunes, 6 de julio de 2015

¿Para qué sirve la economía?

El problema básico de la economía es tratar de satisfacer las necesidades con los recursos escasos que existen. Cualquiera que haya estado en un curso elemental de economía no debería olvidar esto y mucho menos deberían hacerlo, aquellos que tienen a esta disciplina como su actividad principal.
La economía tiene como objetivo satisfacer las necesidades de las personas, es decir, los seres humanos son el fin último de la economía. Por eso cuando escuchamos economistas que pierden la perspectiva y priorizan los datos macroeconómicos, las utilidades de las empresas o una supuesta libre competencia, por dar solo tres ejemplos, podemos estar seguros que no entendieron para qué sirve lo que estudiaron.
Satisfacer las necesidades de las personas con los escasos recursos existentes supone, inventariar y priorizar las necesidades para adoptar acciones que satisfagan las más prioritarias al mayor número de personas posible. Sin embargo, hay economistas que tienen claro las necesidades pero hacen una jerarquización de prioridades que beneficia a personas que ya tienen su necesidades básicas solventadas; y por el contrario, perjudican a aquellas que requieren solventarlas de manera imperiosa.
Por ejemplo, argumentan que es necesario beneficiar a los sectores que crean empleos en lugar de a aquellos que no tienen para suplir las necesidades de alimentación, vestido y habitación. El argumento es que por medio de un empleo las personas tendrán la posibilidad de satisfacer sus necesidades y por eso consideran que el dinero tendría que darse a los creadores de empleo.
Cualquier persona medianamente inteligente sabe que este tipo de argumento es falaz y presenta un enunciado tramposo aunque persuasivo. En primer lugar, no siempre los crean empleos lo hacen, puede ser que no lo hagan o utilicen el dinero para otros intereses. En segundo lugar, mientras se crean los empleos, las personas que no tienen sus necesidades básicas satisfechas corren el riesgo de morir y entonces el problema económico básico quedaría solucionado por la extinción de la necesidad en razón de la muerte del sujeto.
Desgraciadamente, la priorización de las necesidades que van a ser satisfechas deja de ser un problema económico en sentido técnico y se convierte en un problema político. Usualmente son las personas o grupos con mayor poder político quienes terminan estableciendo el orden que tendrán las necesidades a satisfacer y las acciones que se realizarán para hacerlo.
En 1998 cuando estalló la crisis financiera por la especulación y el fraude por medio de las hipotecas basura, la mayoría de los gobiernos de los países occidentales no tuvieron ningún resquemor en destinar dinero público para evitar la quiebra de muchos banqueros que se embolsaron varios miles de millones de dólares con ese negocio corrupto. Sin embargo, cuando la crisis es supuestamente propiciada por la aplicación de instrumentos de política social, entonces ahí la posibilidad de un rescate es cuestionado por estos y otros grupos, procurando aprovechar la ocasión para reducir o eliminar las conquistas conseguidas por los grupos menos favorecidos.
Veamos ejemplos contrastantes. ¿Se han rebajado o eliminado las primas que reciben los banqueros por los supuestos buenos resultados de su gestión? No hay que ir muy largo para darnos cuenta que ello no ha acontecido a pesar de la crisis de 1998 y del subsidio que los gobiernos otorgaron al sector financiero. No obstante, estos grupos están de primeros solicitando que se rebajen los salarios, las pensiones y cualquier tipo de subsidio a los sectores más necesitados; abogan porque se invierta menos en las instituciones que brindan salud y educación pública, para favorecer los intereses de grupos que se dedican a este tipo de actividades.
Bien mirado, el problema económico ya ha sido respondido hace mucho tiempo y cualquier persona que se haya acercado a esta disciplina debería tener clara por qué vía ha de ir su solución. Ello nos debería permitir comprender que el problema no es económico sino político, en otras palabras, su solución se establece con base en la lucha de poder que se da a lo interno de la sociedad por parte de los diferentes grupos.
Los banqueros, los exportadores e importadores, los profesionales que son empleados de transnacionales, así como los sectores intermedios que son sus proveedores y otros actores más, seguirán abogando porque sus intereses y prioridades se satisfagan primero, sin importar lo que le suceda a los grupos menos favorecidos o a las instituciones que propician la movilidad social.
Las personas que no entiendan esta realidad corren el peligro de seguir observando cómo la brecha social y la inequidad se acentúa dramáticamente. Infelizmente el condicionamiento ideológico al que son sometidos los sectores menos favorecidos es tan avasallador que, en no pocas ocasiones, estos sectores atentan contra ellos mismos y se manifiestan a favor de políticas que lejos de beneficiarlos, les genera un perjuicio de carácter estructural.
Para que nos entendamos, los problemas macroeconómicos que muchos economistas lejos de explicar, enredan, finalmente, se resuelven en la lucha de poder que se establece entre los diferentes grupos de la sociedad. La economía debe servir para satisfacer las necesidades de las personas y no para propiciar el enriquecimiento de poco a costa de los demás; sin embargo, para entender esto es necesario que los ciudadanos dejen de persuadirse por los argumentos de autoridad de los mismos economistas que, un día sí y otro también, aparecen en los medios de comunicación con el mismo sesgo ideológico de siempre.
¡Sapere aude! decía Immanuel Kant en su famoso texto titulado: ¿Qué es la ilustración? Allí de manera sencilla pero profunda, expresaba: ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento!