lunes, 29 de diciembre de 2014

La necesidad de un balance generacional

Esta es la última columna de este año 2014. Usualmente, al finalizar un año, es normal que las personas hagan un balance de lo hecho en trescientos sesenta y cinco días; no obstante, en la actualidad pareciera que esta costumbre ha venido a menos y muchas personas viven la inmediatez de una vida que se escurre entre los dedos como agua o al decir de Zygmund Bauman: vivimos un tiempo líquido.
Los balances de vida son necesarios para poner en perspectiva nuestra existencia. No solo es necesario el análisis de las acciones hechas en un año, sino que es conveniente poner ese balance parcial en contexto con el resto de los años vividos. Somos lo vivido desde que nacemos y nuestras decisiones van determinando lo que somos en el presente, de ahí la importancia de referenciar nuestro presente en función de nuestro pasado. Como decía José Ortega y Gasset: ¡Vivo, luego existo!
El balance anual y la contextualización de los años de vida, convendría insertarlos en un balance generacional. El individuo no funciona aislado sino que forma parte de un conjunto, es decir, cada persona a lo largo de su vida desarrolla una relación dialéctica con los otros individuos con los que interactúa; en esa perspectiva, la relación con los miembros de generación y el balance que se puede hacer como colectivo, se constituye en un criterio importante para juzgar a los individuos en su dimensión social a lo largo del tiempo.
Digámoslo más claramente. No basta que una persona al finalizar el año 2014 haya conquistado sus objetivos individuales, sino que es necesario contextualizar la vida de esa persona y la de los miembros de su generación en relación con la sociedad como un todo. Se requiere contestar la siguiente pregunta: ¿En qué ha beneficiado el éxito individual y el de los miembros de mi generación a la sociedad como un todo y a las generaciones anteriores (abuelos) y posteriores (hijos)?
Esta pregunta no se puede responder con un discurso retórico, debe ser respondida con resultados concretos y verificables. Desgraciadamente, hay muchas personas que sólo le gusta hacer balances individuales anuales y no les agrada para nada hacer balances de vida; ello se vuelve más repugnante cuando lo que se plantea es un balance generacional, ahí el resquemor y la evasión se convierte en la norma y no en la excepción.
Pongamos ejemplos concretos para explicar a qué nos referimos con la necesidad de hacer un balance generacional. Para ello, conviene acudir a los hechos históricos que han marcado la situación actual de la sociedad costarricense; nótese que hablamos de hechos y no de valoraciones en relación con esos hechos, en otras palabras, se trata de describir lo que ha sido y no de plantear lo que debió ser o lo que debería ser.
Un hecho puro y duro es que la sociedad costarricense de final del año 2014 presenta una inequidad mayor que el año anterior. Se trata de un proceso que se ha venido desarrollando desde hace varios años y en el que es posible plantearse la pregunta sobre la responsabilidad generacional de las diferentes personas que han estado en la toma de decisiones en Costa Rica.
Está claro que hay personas que, consideradas individualmente, podrán hacer un balance positivo de su existencia porque aumentaron su patrimonio personal. Empero, consideradas bajo un criterio colectivo, el aporte que hacen para el desarrollo de la sociedad costarricense es exiguo o nulo; dicho de manera sencilla, en lugar de hacer crecer el pastel para que los otros miembros de la sociedad puedan tener su ración, lo que hacen es concentrar la mayor cantidad de un pastel que no crece y que se mantiene del mismo tamaño a pesar del aumento del número de personas que requieren pastel.
Si pusiéramos como punto de referencia el inicio de la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad, me parece que podríamos hablar de tres generaciones. La primera la podríamos llamar la Generación de los Cuarenta y en ella podríamos a los que forjaron la Costa Rica del Estado del Bienestar, Benefactor, Paternalista, de sustitución de importaciones o el nombre que ustedes quieran ponerle; una segunda generación es aquella que podríamos llamar la Generación de los Sesentas y Setentas, es decir, los Se-Se, que declararon el fracaso de la generación anterior y su modelo de Estado e impulsaron un modelo abierto al comercio internacional, neoliberal, Hayeksiano, Friedmaniano, o como quieran llamarlo; la tercera generación es la que va sustituir a la segunda en la toma de decisiones y en cuyos hombros reposará el destino de la sociedad costarricense, se trata de aquellos que en este momento tienen una edad que oscila entre los treinta y cincuenta años, personas que serán responsables de decidir si la inequidad aumenta o disminuye.
Desde una perspectiva de los resultados, la generación de los cuarenta cumplió con las generaciones posteriores. La Costa Rica que se desarrolló después de 1950, fue una con más equidad, mejor calidad de vida, con índices de desarrollo humano que se podían comparar con los países escandinavos; el balance de esa generación en lo individual y en lo colectivo se presenta como favorable, dicho en palabras sencillas, pueden estar satisfechos con lo que lograron como individuos y como generación.
Igualmente, con base en los resultados, la generación Se-Se muestra un balance negativo respecto a la equidad de la sociedad costarricense. Aunque no es posible trazar una frontera clara entre una generación y otra, pareciera que la segunda generación asumió la toma de decisiones a partir de mediados de la década de los ochentas del siglo pasado; los datos muestran que se ha venido dando una mayor inequidad en la sociedad costarricense y por ende una disminución en la calidad de vida de la mayoría de la población.
Esa segunda generación es la que nos está gobernando hasta la fecha, incluyendo a la administración actual que asumió el poder por medio del Partido Acción Ciudadana. La responsabilidad generacional no mira ideología o partido político, se trata de un criterio que atraviesa transversalmente todas las áreas de actividad de la sociedad y hace su balance con base en los resultados concretos.
Los datos y los resultados cosechados por esta segunda generación son evidentes y manifiestos. No obstante, no se puede esperar que los miembros de esta generación hagan un análisis crítico de su accionar durante todos estos años; tampoco la generación anterior los ha sometido a una evaluación rigurosa, son contadas con los dedos de la mano las voces críticas que lo han hecho, y las personas que lo han hecho, se nos ha ido muriendo.
En consecuencia, toca a la tercera generación hacer un balance crítico de la generación de los Se-Se. Desgraciadamente, se trata de un balance que requiere coraje y valentía, se trata de una acción que supone conocimiento y estudio, se trata de un proyecto que requiere soñar con una sociedad costarricense equitativa y luchar porque ese sueño se haga realidad.

lunes, 22 de diciembre de 2014

¡Y veréis cosas peores!

A continuación reproducimos en esta columna el texto de un documento encontrado en lo más profundo de las Cavernas de Barra Honda. Según los entendidos la escritura fue hecha con la mano derecha debido a los rasgos que presenta, a continuación el texto encontrado:
“Año dos mil quince del señor. La Costa Rica conocida encontrará su fin. Las trompetas del apocalipsis sonarán y los sellos serán abiertos, cabalgarán desenfrenados los jinetes de las malas noticias. La bestia llegará roja de sangre y todos, absolutamente todos, perecerán en aquella aciaga hora.
Los costarricenses morirán de hambre. Morirán convencidos que no son capaces de sembrar el arroz y los frijoles en su propia tierra. Los que cultivaban esos granos en otros países, no les venderán por temor a no ser resarcidos.
Los costarricenses verán extenderse en todo su territorio toda clase de enfermedades. La seguridad social se convertirá en un arma mortal porque todo, absolutamente todo el personal sanitario, se declarará en una huelga eterna. La epidemia descontrolada matará a los que se refugiaron en la sanidad privada, nadie se salvará, no quedará ningún habitante sobre el territorio de aquella nación.
Los costarricenses se matarán unos con otros. Las fuerzas de seguridad pública dejarán de trabajar y cada quién hará lo posible por protegerse a sí mismo; las fuerzas de seguridad privada serán masacradas protegiendo a sus pagadores, la tortura precederá su muerte y la de sus protegidos.
Las costarricenses verán la muerte por deshidratación. Las empresas privadas que sustituyeron al Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados, dejarán las fuentes de agua agotadas o contaminadas. La guerra fratricida por el preciado líquido provocará el aniquilamiento total, el mundo jamás conocerá cosa igual.
Los costarricenses verán el alejamiento de sus “amigos” extranjeros. Aquellos que antes venían para brindarle su desinteresado salario y su “inversión altruista”, huirán ante el desorden y la anarquía generada por los que querían salarios más equitativos para los trabajadores ticos. El grito de ayuda no será escuchado y los pueblos del mundo contemplarán la extinción de aquella nación.
Los costarricenses que vivían en fortalezas amuralladas morirían. La muchedumbre desesperada por un poco de pan y un trago de agua, invadirán sus enclaves y se tomarán la justicia en sus manos. Las escenas de muerte recordarán el horror de la barbarie y la mortandad de las grandes plagas. ¡La extinción será horrible!
El hedor de los costarricenses muertos se percibirá por todo el mundo conocido. Un fantasma colectivo recorrerá todas las latitudes del orbe, el alma del país más feliz del mundo se irá disipando en el espacio-tiempo. El Harmagedón desarrollado en la pequeña Costa Rica, se convertirá en la peor tragedia de la humanidad; los pueblos del mundo, jamás olvidarán los horrores que acabaron con aquel pueblo que creyó en el discurso de sus dirigentes.
Costa Rica perecerá irremediablemente. La devastación será total.”
Este mensaje me llegó a mi correo electrónico y venía firmado con las siguientes siglas: U.C.A.E.E.P. En un principio pensé que era la organización que agrupa a los empresarios costarricenses, sin embargo, luego me dijeron que las siglas no tenían nada que ver con ellos y aunque llevaban las mismas letras de su organización, el significado de las letras era el siguiente: Unión de Catastrofistas Asociados Especialistas en Estupidizar al País.
He querido compartir el texto con los lectores de Poliédrica, para que no se sorprendan y se asusten. No se extrañen que a inicios del próximo año, los profetas ticos, nos repitan lo que dicen los textos encontrados en las Cavernas de Barra Honda y que además, como corolario nos sigan diciendo: ¡Y veréis cosas peores!

lunes, 15 de diciembre de 2014

¿Por qué brincan?: El suelo sigue estando disparejo

Ha sido increíble el berrinche (coraje, enojo grande) de los sectores que desde 1986, han estado acostumbrados a que sus intereses sean los que prevalezcan en la política nacional. Lamentablemente, la mayoría de los medios de comunicación colectiva pertenecen a esos grupos y, como siempre, han hecho todo lo que está en sus manos para desinformar a la población costarricense.
Se han centrado en cuestionar uno de los aspectos de la denominada “Reforma Laboral”, a saber: el tema de la huelga. Como suelen hacer, han montado un discurso en el que presentan una imagen “dantesca” de miles de asegurados moribundos en los hospitales o que todos los ciudadanos seremos víctimas del hampa, debido a que todos los policías de la fuerza pública se van a ir a una huelga indefinida o algo por el estilo.
Como estos señores de la Unión de Cámaras y Asociaciones de la  Empresa Privada (UCCAEP), probablemente, nunca han recibido atención en los hospitales de la Caja Costarricense del Seguro Social, no saben que el problema de atención a los asegurados ya existe. En otras palabras, ya se han dado huelgas y los que no podemos pagar la atención en el CIMA, en la Católica o en la Bíblica, nos hemos quedado sin ser atendidos, sin la cirugía por la que hemos esperado por muchos meses o años, todo ello porque no han habido servicios mínimos de atención.
En los países europeos, los trabajadores pueden ejercer su derecho constitucional a la huelga, siempre y cuando garanticen un mínimo de servicio a la población. Con ello, casualmente, se busca que los ciudadanos no se vean perjudicados por el conflicto que surge entre patronos y trabajadores; es decir, las personas que son ajenas al problema no deben verse perjudicadas y para ello se obliga a las partes en conflicto a garantizar ese mínimo que en la actualidad no existe en nuestro país.
Ese mínimo en los servicios tiene que ser definido y homologado por un juez de la República. En el caso de la salud, se tendrá que establecer la presencia de un número concreto de médicos, enfermeras y demás funcionarios que brindan su trabajo en los diferentes servicios de salud. Tal y como ha estado la situación hasta la actualidad, los trabajadores de la salud se iban a huelga y eso significaba que todos los servicios se paralizaban en su totalidad, ello generaba un perjuicio para el asegurado y éste no tenía opción de ser atendido ante la situación de conflicto entre patrono y trabajador.
A las personas que ahora se desgarran las vestiduras y se oponen a esta nueva legislación laboral, no les ha interesado, ni les interesa, esta realidad del ciudadano que tiene que acudir al servicio público de salud. Al contrario, según sus ideas, entre más se deteriore dicho servicio, más gente irá a los servicios privados y ellos obtendrán más dividendos de sus negocios en el área de la salud.
Tampoco a estos sectores les interesa la seguridad de la población costarricense. No les interesa porque ellos no son objeto de robos en sus casas que, al mejor estilo del medioevo, están rodeadas de murallas como los castillos de los señores feudales; en otras palabras, ellos se mueven en espacios en los que el problema de seguridad no es relevante. ¡Hasta el momento!
Difícilmente hasta ahora, estos señores de la UCAEEP o muchos otros que les hacen la segunda, van a morir por una bala perdida. Los problemas de seguridad pública, de ajusticiamientos, de robos y bajonazos, se dan donde vive el pueblo puro y llano; a estos señores sólo le interesa la seguridad de poder cobrar las grandes sumas establecidas en contratos leoninos con la administración pública, en otras palabras, lo que ellos llaman “seguridad jurídica” es en realidad un argumento que sólo pretende defender sus intereses particulares.
¿Cuál es, entonces, la verdadera razón por la que estos señores están tan molestos? Para contestar a esta pregunta, es necesario hacer el ejercicio de intentar ponerse en los zapatos de estos individuos y, sobre todo, tener en consideración los intereses que ellos defienden y por los que están dispuestos a hacer lo que sea para protegerlos. ¡Lo que sea!
La mayor parte de la ley que fue objeto del levantamiento del veto, tiene que ver con propiciar una mayor celeridad en los procesos judiciales en materia laboral. Hasta este momento y hasta que entre en vigencia la ley, lo que se ha dado es que el trabajador no ha encontrado en el proceso laboral una reparación oportuna ante la violación del patrono de las leyes del trabajo.
Ir a los juzgados o tribunales laborales se convirtió en una situación que, de entrada, estaba a favor de la parte más fuerte de la relación laboral (patrono). Al durar los procesos judiciales años, la parte más débil de la relación (trabajador), no ha visto resarcidos sus derechos oportunamente y si un trabajador no encuentra empleo pronto, termina abandonando el proceso laboral y entonces, la arbitrariedad del patrono terminaba quedando  impune en una buena cantidad de casos.
Digámoslo más claro, en muchos casos, lo que se venía dando es que el patrono cesaba al trabajador sin justa causa y no le pagaba sus derechos laborales. El patrono prefería ir al proceso judicial a sabiendas que, por su duración, había posibilidades que el trabajador desistiera del proceso; mientras tanto, al igual que lo han hecho con las cuotas obreras que no pagan a la CCSS, jinetean el dinero en el mercado financiero, por si eran condenados a pagar los derechos correspondientes si el trabajador llegaba al final con el proceso.
A la par del ejemplo anterior, es posible plantear otros en que la duración del proceso laboral ha estado operando a favor de los patronos. Incumplimiento en el pago de aguinaldo, impago de horas extras, vacaciones no disfrutadas y tampoco canceladas, despido de trabajadoras embarazadas, en fin… no mencionamos aquí los perjuicios en materia de seguro social y de pensiones.
La otra razón por la que los miembros de la UCAEEP y sus cercanos están protestando, reiteramos, no es porque estén preocupados por los asegurados o por la seguridad de la población costarricense, sino que ahora los trabajadores tendrán más posibilidades de organizarse para defenderse de las arbitrariedades que se dan, especialmente, en la empresa privada.
Aparte de lo que hemos dicho en relación con el proceso laboral, esta nueva legislación pretende hacer efectivo el derecho de los trabajadores de organizarse para discutir con el patrono sus necesidades. Históricamente, la forma de organización laboral ha sido la figura del Sindicato y en la mayoría de países del mundo, funciona como un órgano para la negociación de múltiples situaciones con el patrono; sin embargo, en Costa Rica, se ha estigmatizado a esta organización y se ha logrado que muchas personas tengan una actitud de rechazo al mismo.
No niego que hay algunos sindicalistas que le hacen un flaco favor a sus organizaciones, ya que su preparación y discurso no genera confianza en el resto de la población. No obstante, en los últimos tiempos, hemos visto sindicalistas que se han preocupado por estudiar los problemas nacionales y en especial los de la clase trabajadora; en efecto, han salido a la palestra pública con planteamientos serios y bien fundamentados, lo que ha generado una buena impresión en el resto de los actores políticos y en la población costarricense.
El temor de los que alzan la voz y se desgarran las vestiduras es que el trabajador costarricense se pueda organizar, especialmente, en las empresas privadas. Desgraciadamente eso está lejos de suceder, estamos hablando de superar un proceso ideológico de años, en que los patronos han hecho lo que les viene en gana y con el consentimiento de los gobiernos de turno; el ejemplo más patético es lo que sucedió en los últimos años en la Comisión Nacional de Salarios, allí se hacía lo que el sector empresarial decía y se fijaba lo que a ellos les convenía.
En los últimos tiempos han venido, un día sí y otro también, abogando por desaparecer las diferencias que el trabajador costarricense tiene en relación con otros países. El argumento es que la mano de obra costarricense es cara y que eso hace poco competitivas a las empresas nacionales y extranjeras, ergo, lo que están diciendo en realidad es que se deben eliminar los derechos laborales que la legislación costarricense otorga a sus trabajadores. ¡Al buen entendedor, pocas palabras!
La denominada “reforma laboral” no viene a cambiar radicalmente la situación de los trabajadores costarricenses, sin embargo, es un pequeño paso positivo para protegerlo y beneficiarlo. La UCAEEP y los otros grupos que todos conocemos, harán todo lo posible por revertir esta pequeña conquista normativa del sector laboral; ellos son así, no están dispuestos a ceder en nada, aplican la ley del embudo y eso deben tenerlo claro todos aquellos que abogan por una mayor equidad en la sociedad costarricense.
Lamentablemente, la mayoría de los costarricenses no conocen el trasfondo de lo que se está discutiendo. Mientras este artículo intenta aclarar algunos aspectos y evidenciar las otras caras del asunto, los medios de comunicación brindan la versión interesada de los que no desean ningún cambio; mientras que alguna gente, eventualmente, pueda que lea estas líneas en escasos cuatro o cinco minutos, los medios de comunicación pasan todos los días el mensaje de estos grupos y con la ventaja de penetrar en la casa de cada uno de los costarricenses, todos los días y a toda hora. ¡Las inequidades siguen siendo abismales!
En la antigua Roma se dice que para tener al pueblo contento daban: Pan y Circo. Al parecer los romanos eran más benévolos, porque en la actualidad sólo nos dan la parte que está relacionada con el espectáculo; es decir, mientras aquellos planean como echar atrás la reforma laboral, la mayoría del pueblo (trabajadores incluidos) están a la expectativa porque viene: la final del campeonato de fútbol, los toros, la vuelta ciclística, el Chinamo y no sé cuántas más de estas “importantes” actividades.
Como decían en el desaparecido programa “La Patada”: ¡No somos nada!

lunes, 1 de diciembre de 2014

UCR con déficit para el 2015: ¿Qué está pasando?

El Semanario Universidad abre su edición de la semana pasada con el siguiente titular: La UCR tendría déficit en 2015. Cuando uno comienza a leer el reportaje, el cual está basado en los datos que se dieron en un Consejo de Rectoría ampliado, uno no puede más que preguntarse: ¿Qué está pasando?
Evidentemente en un tema tan específico los que manejan la información llevan ventaja frente a los que sólo tenemos una información basada en lo que dice un medio de comunicación. No es lo mismo tener acceso y entender los diferentes rubros del presupuesto universitario, que escuchar una explicación basada en “escenarios”, proyecciones y estudios actuariales elaborados por personas que también tienen su propia ideología en relación a cómo debe administrarse la UCR.
No obstante, sí hay cuestiones de sentido común que llaman la atención y que sería conveniente que fueran explicadas, detalladamente,  por aquellas personas involucradas en la administración universitaria actual y también de los últimos períodos. Para decirlo en términos muy sencillos pero claros: Si las cuentas no cuadran hay que explicar por qué y también indicar quién o quiénes han sido los responsables de esta situación.
Debido a que el asunto ya se ha puesto en conocimiento de la comunidad universitaria y ello ha trascendido a nivel nacional, por medio del Semanario Universidad, lo que corresponde es que se genere un amplio debate al respecto. Lo ideal hubiese sido que el problema, en caso de ser cierto lo que se dice, se hubiese resuelto a lo interno de la UCR; sin embargo, dado que esta administración ha considerado necesario dar a conocer esta situación, ahora lo que corresponde es un amplio debate en el que intervengan los diferentes actores (internos y externos) que han estado involucrados con el asunto.
¿Por qué es necesario un debate amplio y bien informado?
En días anteriores cuando escribí el artículo “Erupción: Cerremos a la UCR y a la UNA”, defendí la necesidad de pagar bien a las personas que trabajan en las universidades y que se han quemado las pestañas durante muchos años para capacitarse y así poder desarrollar las tres actividades sustantivas de las universidades públicas: Docencia, Investigación y Acción Social.
No obstante, como siempre, hubo personas de un signo ideológico claramente identificable, que manifestaron el argumento retórico y repetitivo de los privilegios salariales a lo interno de las universidades. Y aunque no pretendía convencer a estas personas que el régimen salarial de las universidades está sustentado en los méritos académicos que se van logrando a lo largo del trabajo docente acumulado por años, resulta evidente que este tipo de informaciones emanadas por la propia administración universitaria, le otorga armas a ese tipo de grupos para seguir atacando a las universidades y genera dudas a los que defendemos el quehacer universitario y sus beneficios para una mayor equidad de la sociedad.
Debido a ello, es necesario un debate amplio que deberá comenzar por un contradictorio entre la actual administración universitaria de la UCR y varios de los miembros de la administración anterior. Aunque muchos de los miembros de la actual administración estuvieron en los dos períodos de la administración de Yamileth González, empezando por el propio Henning Jensen, se supone que ha habido cambios en algunos puestos de decisión y de ahí la necesidad que cada quien delimite el ámbito de sus responsabilidades en este problema.
Así las cosas y como un simple mortal que intenta utilizar el sentido común, a uno le resulta extraño que ahora se venga a decir que la estructura salarial de la UCR genera déficit y que, según indica el Semanario Universidad, algunas medidas que se adoptaron no habían sido apoyadas con base en suficientes estudios técnicos. Es extraño si pensamos que los técnicos y los mandos medios que asesoraron esas decisiones, en su gran mayoría, son los mismos con los que trabaja la actual administración; más extraño aún es que se diga o se dé a entender, por ejemplo, que no había una proyección del impacto que tendría en las finanzas universitarias el Fideicomiso UCR-BCR o el nuevo Reglamento de Becas.
En ese y en otros sentidos, uno esperaría que miembros de la anterior administración y los que están en la actual, le expliquen a la comunidad universitaria y ahora también a la nacional: ¿Qué fue lo que pasó? ¿Si es cierto o no que se adoptaron decisiones sin los suficientes estudios técnicos? ¿Cuántos estudios técnicos se requieren para que sean suficientes para decisiones de ese tipo? ¿Si hubo o no proyecciones del impacto que iba a tener el fideicomiso o el nuevo reglamento en las finanzas universitarias? ¿Qué responsabilidad le corresponde a los funcionarios que ya no están o a los que todavía están y han formado parte de las últimas administraciones de la UCR?
La situación que informa el Semanario Universidad sobre un déficit de las finanzas universitarias para el 2015 es un asunto muy delicado. Los que han estado al frente de la toma de decisiones de la UCR tienen que dar explicaciones claras a todos los ciudadanos, universitarios y no universitarios; no puede ser que a la vuelta de poco más de dos años y medio, las finanzas de la principal universidad de este país se hayan vuelto deficitarias. Insisto: ¿Que fue lo que pasó?
Esperaríamos que mucha gente salga a brindar explicaciones y aclaraciones, que mucha gente refute y argumente sobre la administración que se hizo o está haciendo del presupuesto de la UCR. Estamos hablando de personas que en los últimos años han estado en el Consejo Universitario y que les corresponde aprobar el presupuesto, reglamentos, políticas generales y se supone, tenían que saber de estas situaciones; hablamos también de las personas que han estado en la Rectoría, a saber: Rectores y Vicerrectores, especialmente, aquellos relacionados con la parte administrativa y financiera.
También se esperaría que en el debate participen diferentes funcionarios universitarios que han tenido relación con el tema financiero. Hablamos de personeros de la Contraloría Universitaria, de la Oficina de Planificación Universitaria, de la Oficina de Administración Financiera, en fin, de todo aquel que deba decir algo en un sentido u otro. Lo que no puede ser es que los involucrados en este problema, los que están y los que ya no están, guarden silencio ante la comunidad nacional y universitaria.
Y que quede claro, el problema no está en que la mayoría del presupuesto universitario se destine a planilla. A diferencia de otras instituciones, la actividad universitaria la tienen que hacer personas de carne y hueso; en otras palabras, la docencia la imparte el profesor, la investigación la hace el investigador y las acciones en la comunidad las tienen que ejecutar profesores y estudiantes.
Tampoco se trata de decir que se van a realizar medidas para contraer el gasto sin que las partes involucradas expliquen, amplia y claramente: ¿Quiénes son los responsables de esta situación? ¿Por qué las diferentes instancias involucradas con el presupuesto universitario no hicieron caso o no ejecutaron lo que ahora se plantea como un problema de déficit?
En mi caso, sigo convencido de la necesidad de dotar a las universidades de un presupuesto creciente para que desarrollen su labor en favor de la equidad social. No me cabe duda que, especialmente la UCR, brinda un aporte invaluable a la sociedad costarricense en diferentes campos del saber y en diferentes actividades del quehacer nacional; sin embargo, las explicaciones que se han dado no son suficientes y dejan muchas dudas a la comunidad universitaria y ahora a la comunidad nacional.
No sé quién o quiénes destaparon la “Caja de Pandora”, tampoco es posible prever las consecuencias que ello traerá a la credibilidad e imagen de la UCR. En la mitología griega, Pandora abrió la caja e intentó cerrarla inmediatamente; sin embargo, fue demasiado tarde porque los males ya habían sido liberados, lo único que permaneció en el fondo fue “Elpis”, es decir, el espíritu de la esperanza.
Esperemos entonces que hablen los que tengan que hablar y expliquen los que tengan que explicar. La Universidad de Costa Rica, la comunidad universitaria y el pueblo de Costa Rica exigimos que así se haga; al fin y al cabo, no se trata de bienes de difunto y está demás decir que es una obligación ética y legal que deben afrontar por el bien de esta querida y benemérita institución.

Artículo publicado en el diario El País.cr, lunes 01 de diciembre de 2014

lunes, 24 de noviembre de 2014

La hipocresía de los medios de comunicación

Se es hipócrita cuando se finge cualidades o sentimientos que son contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.Evidentemente, cuando hablamos de los medios de comunicación nos estamos refiriendo a los dueños que en Asamblea de Accionistas deciden la política y las líneas generales que seguirá la empresa de comunicación; nos referimos a los ejecutivos y directores que adoptan las decisiones en relación con los contenidos que emiten esos medios de comunicación; y finalmente, a los profesionales de todo tipo (administradores, publicistas, periodistas, etc) que ejecutan las decisiones adoptadas por la empresa y le dan forma a los contenidos que se le brinda a la sociedad.
La hipocresía de la que hablamos tiene diferentes caras y se da en distintos espacios. A nivel de la Asamblea de Accionistas, el interés es obtener el máximo de dividendos o ganancias, para ello la Junta Administradora de la empresa hará todo lo necesario para que el medio de comunicación venda sus productos; el problema es que ello, en no pocas ocasiones, se hace con contenidos que desprestigian el trabajo de otras personas y tiene como propósito provocar la reacción (noticia) o la compra de espacios para desmentir o dar a conocer el trabajo de las personas desprestigiadas.
A la par de estas prácticas encontramos el desarrollo de contenidos frívolos (espectáculos ligeros y sensuales) que no aportan absolutamente nada para el beneficio y al crecimiento de la sociedad. Empero, los medios de comunicación presentan estos contenidos como parte de nuestra idiosincrasia y como expresiones de la cultura popular, cuando en realidad se trata de contenidos cuyo único objetivo es el lucro fácil por medio del uso o instrumentalización de hombres y mujeres tanto en su condición de emisores como de receptores.
Esta utilización para obtener mayores ganancias, tiene uno de sus momentos más deprimentes cuando se acerca el fin de año. Proyectando la imagen hipócrita de empresas solidarias, se dedican a exhibir a seres humanos que están en una condición de miseria y a partir de ahí, generan un mecanismo para que el resto de las personas aporten su dinero (no el dinero de los medios de comunicación) y así, supuestamente, satisfacer las necesidades de aquellas personas que han sido exhibidas y que se han utilizado para cubrir muchos minutos de la programación televisiva o radiofónica, así como varias páginas de los medios digitales o impresos.
¿Y el resto del año: qué? ¿Y las otras personas que viven en la miseria y la pobreza: ¡Salados, este año no les tocó! ¿Por qué algún directivo de la Junta Administradora o alguno de los accionistas de los medios de comunicación no proponen que un porcentaje de los dividendos que reciben se dediquen para sacar, de manera sostenida, a estas personas de la miseria? Nuestros abuelos tenían una señal muy particular que hacían con los dedos, para expresar la oposición que tendría semejante propuesta.
La hipocresía resulta redonda cuando observamos la oposición y la campaña de desprestigio que realizan contra aquellas instituciones que sí permiten a las personas salir de la miseria. No hay que ser muy inteligente para saber que muchas de esas instituciones están vinculadas con la educación, ya que este es el principal medio para lograr que estos seres humanos puedan dar un salto cualitativo y de paso, sacar a sus familiares de la miseria extrema. Una cosa es lucrar con la miseria de la gente y otra muy diferente es preparar a las personas para salir de esa condición.
Los directores de medios de comunicación con tal de satisfacer las exigencias de beneficios de las empresas, han estado dispuestos a brindar y aprobar contenidos que insultan la inteligencia de las personas. El amarillismo se ha convertido en el pan nuestro de cada día, los sucesos, las catástrofes y demás contenidos sensancionalistas, ocupan los espacios de difusión en la mayoría de medios de comunicación; todo ello, con la complacencia y el beneplácito de los directores de medios que, casualmente, deberían ser los encargados de oponerse y procurar otro tipo de contenidos. ¡Pulitzer y Randolph estarían felices con este tipo de gente!
No obstante, a esos amarillistas del siglo XIX, los han superado con creces al sumar al amarillismo los contenidos de color rosa. Con ello lo superfluo ha llegado a su máxima expresión, al punto que hay directores de medios que consideran las relaciones sentimentales entre miembros de la farándula como un contenido que merece ser exhibido en lo que llaman horario de máxima audiencia; divorcios, infidelidades, pasarelas con poca ropa, en fin, las más variadas estupideces son lanzadas al público sin el menor sonrojo.
Ahhh, pero no dudan en salir en los medios de comunicación, desgarrándose las vestiduras cuando los estudios de las instituciones que suelen criticar indican: 1) Que el costarricense no tiene entre sus hábitos la lectura. 2) Que el costarricense no conoce de la historia patria y mucho menos la historia universal. 3) Que el costarricense no sabe escribir y tampoco hablar en público. 4) Que el costarricense sólo piensa en el fútbol, las fiestas de fin de año y en el guaro. Y uno se pregunta: ¿Y qué esperaban? ¿Por qué no se preguntan cuál es la responsabilidad que ellos tienen en esta situación? ¿No es hipócrita esta forma de actuar?
Finalmente, encontramos a los que se encuentran al final de la cadena. Desde presentadores, periodistas, animadores, humoristas y demás personajes que evidencian su falta de preparación y sus carencias de una cultura mínima necesaria para aparecer en los medios de comunicación. Sinceramente, uno no sabe si se debe a que cumplen órdenes o si es su forma de entender los procesos de comunicación.
Muchos no entienden cuestiones básicas como la diferencia entre informar y opinar. En especial los noticiarios está plagado de personas que en lugar de informar, es decir, describir el hecho noticioso sin emitir juicios de valor; lo que hacen es manifestar sus valoraciones (sin que el público le interese o se lo haya pedido) de acuerdo a una ideología cargada de lugares comunes, en otras palabras, nos presentan como un hecho lo que es en realidad un juicio de valor.
Ni que decir de aquellos que consideran necesario comportarse de una determinada manera y hablar con un determinado “léxico”, cuando están presentando los contenidos de color rosa al penitente público que deberá aguantar la sección de espectáculos. Evidentemente uno puede hacer zapeo, cambiar de estación o no leer la sección respectiva; sin embargo, ese no es el asunto, el problema está en que los medios de comunicación se presentan como los garantes de nuestro derecho a la información y lo que nos brindan son opiniones que además son poco fundadas.
Nos piden que defendamos la libertad de prensa y lo que ofrecen son contenidos insustanciales y que en nada benefician a la sociedad.
La hipocresía está en que dicen una cosa y hacen otra. En que presentan una cara y su verdadera cara es otra. Han perdido la capacidad de autocrítica y si hubiese que buscar una pintura para ilustrar esta realidad, me quedaría con “El grito”.
En el lienzo de Edvard Much, los colores que hemos señalado, se entremezclan con otros como el negro, el rojo, el azul y el verde,  para servir de telón de fondo a la desesperanza del artista que, al igual que nosotros, observa un mundo y una comunicación cada vez más hipócrita, con ningún indicio de cambiar.

lunes, 17 de noviembre de 2014

La dicotomía público-privado

Las dicotomías es la forma más simple de pensamiento y la manera más limitada de entender la realidad. Quizás por ello son usadas por diferentes grupos de interés para ocultar las relaciones complejas que se dan entre los diferentes actores de la sociedad y sobre todo, buscan que las diferentes personas no se esfuercen en considerar explicaciones que requieren de un mayor esfuerzo intelectual.
Usualmente nos presentan la realidad dividida en dos partes contrapuestas, ya que para los seres humanos es más fácil adoptar ese tipo de explicaciones. A lo largo de la historia hemos escuchado que existen los buenos y los malos, sin embargo, entre unos y otros está el común denominador de las personas, a saber: los que no somos santos y los que tampoco somos unos asesinos en serie.
Nos han metido en la cabeza un estereotipo de belleza física y con base en ello se habla de los bonitos y los feos. No obstante, cuando miramos alrededor, nos damos cuenta que la realidad física de las personas es muy diferente y que la mayoría de las personas nos encontramos en la gran zona media de ese espectro dicotómico de belleza.
Esta forma reducida o simplista de entender la realidad nos evita el esfuerzo de pensar y de analizar lo compleja que es la realidad. Se trata de una herramienta que se ha utilizado en diferentes discursos ideológicos, por ejemplo: en el discurso religioso cuando nos hablan del cielo y del infierno o de Dios y el Diablo; también en el discurso filosófico cuando nos mencionan a los racionalistas en contraste con los empiristas; o cuando en el discurso de la economía política nos hablan de los capitalistas y los proletarios.
No obstante, donde encontramos un uso amplio de las dicotomías es el discurso ideológico de la política. Por ejemplo, una de las más utilizadas es la dicotomía Derecha-Izquierda que, tal y como lo comenté en un artículo anterior que titulé “La falacia del izquierdista”, nació en el siglo XVIII en la Asamblea Nacional Francesa y se extendió por toda Europa, para complementarse con otra dicotomía muy común: conservadores-progresistas.
En el discurso político ideológico también se suele plantear la dicotomía público-privado. Desgraciadamente hay personas que les resulta muy atractivo una explicación que establece dos ámbitos supuestamente independientes entre sí y que no tienen ningún tipo de vínculo o interrelación entre ellos; dicho en otras palabras, lo público es comprendido como un universo total y completamente distinto al privado.
A lo público se le suele endilgar las categorías negativas de otras dicotomías que se utilizan para entender de manera simplista la realidad. En lo público encontramos lo negativo o lo que está mal, en cambio, en lo privado se suele ubicar lo positivo o lo que está bien. Lo ineficiente corresponde a lo público y lo eficiente a lo privado, la corrupción está en lo público y en lo privado no hay corruptos; en fin, podríamos seguir dando otros ejemplos de esta tendencia, la cual es muy utilizada en nuestros días por aquellos que buscan esconder sus intereses y por aquellos que no están dispuestos a realizar un esfuerzo mínimo de reflexión.
Entre lo público y lo privado hay una gran cantidad de relaciones que permanecen ocultas a los ojos de la mayoría de las personas. Esta forma de observar la realidad llega a tal punto que se considera que el dinero de las empresas privadas es generado sólo por el aporte de capital de los accionistas y por el giro empresarial o comercial que realizan; por ello, hay individuos que se atreven a decir que las personas que están en lo privado están legitimadas para obtener los más altos ingresos, sin embargo, consideran que ese tipo de ingresos deben estar vedados para los que se desarrollan en el ámbito de lo público.
Pensemos en uno de los ejemplos que dimos: el jugador de fútbol. Según algunos dicotómicos, el futbolista debido a su gran aporte a la sociedad puede ganar lo que quiera porque sus ingresos proceden del dinero privado; es decir, de lo que pagan los aficionados que van al estadio, por la publicidad que pagan las diferentes empresas privadas y por otros rubros que son de índole estrictamente privado.
El problema es que los ingresos que recibe el jugador de fútbol por derrochar su talento en la cancha, no necesariamente todos son de carácter privado. En no pocas ocasiones los equipos de fútbol recurren al Estado para poder desarrollar su actividad deportiva y obtener los ingresos que les permita pagar a sus jugadores; estamos hablando de préstamos bancarios, construcción de infraestructura deportiva y de facilidades, incluso, para que el club de fútbol pueda utilizar inmuebles de carácter público.
Nótese que hemos hablado de acciones concretas que realiza el Estado y no acciones que deja de hacer como el exonerar a los equipos de fútbol del pago de impuestos o de otras obligaciones que el resto de mortales sí pagamos. La otra cara de la moneda es cuando los equipos de fútbol y los propios jugadores, incumplen con las obligaciones de carácter fiscal o de seguridad social, situación muy dada en nuestro país.
Conste que esto no solo ocurre en Costa Rica, sino que lo diga el ex-presidente del F.C Barcelona que está imputado por sus acciones en la contratación de Neymar Jr. o también Lionel Messi que también está siendo procesado por la jurisdicción tributaria española por no pagar impuestos.
El argumento que los ingresos de los futbolistas son privados se basa en una visión muy reducida y simplista de la realidad. El ámbito privado históricamente se ha aprovechado de lo público para realizar su giro empresarial o comercial, no es cierto que sus ingresos los obtienen, únicamente, por el aporte de su capital y por el trabajo que desarrollan en su ámbito privado.
Esto es así no sólo en Costa Rica sino también en los otros países del mundo. Hay gente que cree que los treinta y cinco millones trescientos mil euros brutos que cobra Cristiano Ronaldo por año, salen sólo del giro comercial y deportivo del Real Madrid; a estos dicotómicos los invito a hurgar en los vínculos y beneficios que tiene ese club de fútbol con el gobierno español y con la Comunidad de Madrid: ¡No hay peor ciego que el que no quiere ver!
Lo mismo podría analizarse del mundo del modelaje y de otras actividades que, supuestamente, se desarrollan sólo en el mundo de lo privado. El problema es que las interrelaciones entre lo público y lo privado no suelen divulgarse y son caras que permanecen ocultas al común de los mortales; dicho de manera clara, a los encargados de exponer esas relaciones no les interesa darlas a conocer o en su defecto, dan a conocer aquellas que les conviene.
Conocerán los dicotómicos, me pregunto: ¿Cuánto dinero se embolsan los medios de comunicación por la publicidad que contrata el Estado para revertir el discurso que todo lo público está mal? ¿Cuánto dinero ingresan los medios de comunicación en la época electoral por concepto de anuncios que se pagan por medio de la deuda política del Estado? ¿Cuánto pagan los medios de comunicación por el uso del espectro radioeléctrico y que les genera miles de millones de colones a cambio de un canon irrisorio?
La realidad, en consecuencia, es más compleja que la explicación simplista de la supuesta escisión entre lo público y lo privado. Es por ello que el asunto, finalmente, se centra en la posición que cada uno tenga y sobre todo, en la posición que tienen los que adoptan las decisiones colectivas o influyen en ellas.
En ese sentido, en mi caso, considero que es mejor que un sismólogo o vulcanólogo tenga el mejor salario posible que no invertir ese dinero pautando en medios de comunicación colectiva que sólo buscan resaltar que los profesionales costarricenses somos ineptos y no podemos hacer un puente, una calle, un túnel y por eso hay que traer extranjeros o concesionar las obras.
Prefiero que el dinero que el gobierno anterior invirtió para desarrollar un campeonato mundial femenino de categoría menor, se hubiese invertido en construir más hospitales o en mejorar la infraestructura vial. Me resulta mejor otorgar a las universidades públicas dinero para que realicen investigación en biología molecular, en el estado de los pavimentos o en encontrar sueros para diferentes venenos, que regalar vehículos y placas de taxis a jugadores que ganaron tres partidos en Italia 90 o en premiar jugadores que ya reciben salarios diez o quince veces más que un académico que se ha quemado las pestañas y está realizando labores de investigación o acción social en favor de la sociedad costarricense.
Se trata, como se observa, de una valoración que cada uno hace de acuerdo con su ideología. Lo que no se vale es que los dicotómicos renieguen del Estado y atenten contra las instituciones que generan equidad social, alegando que se trata de fondos públicos de los cuales ellos no se benefician.
Prefiero que los fondos públicos se destinen al LANNAME que a “especialistas” extranjeros que vienen a decir lo que ya nuestros ingenieros han estudiado y ya saben. Me resulta mejor que la carretera a San Ramón la construyamos con dinero costarricense y con ingenieros ticos, que volver a darle una concesión a una empresa extranjera que ha mostrado su ineficiencia y su impericia en la calle, sí la calle, que hicieron entre Villa Colón-Orotina.
Nos hemos creído el discurso dicotómico porque es más sencillo de procesar, sin embargo, ese discurso lo único que nos ha traído es inequidad en favor de unos pocos. Hemos puesto como ejemplo los futbolistas o las modelos no porque tenga algo contra ellos, sino porque los dicotómicos priorizan en lo superfluo y en lo que les deja ganancias sólo a ellos. Como lo dije en otro momento, en buena hora que un futbolista o una modelo se pueda ganar el dinero que se ganan; sin embargo, repito: ¿Por qué la gente que desarrolla una actividad en favor de la colectividad les está vedado tener ingresos iguales o superiores a esos personajes?
Bien mirado, esas personas que trabajan por el bienestar de la colectividad, deberían ser los que más ganen, deberían ser las más famosas y admiradas, tendrían que ser el ejemplo a seguir para nuestra juventud. Empero, los dicotómicos prefieren invertir los fondos públicos en certificados de abono tributario, en concesionar obras que al final resultan gravosas para la colectividad y a tender la alfombra roja a todo aquel que venga con espejos modernos a llevarse nuestro dinero a otros países.
En el pasado hubo gente que creyó en la capacidad de los costarricenses y decidió invertir los fondos públicos en obras cuya construcción fue totalmente criolla. Ahí están la represa de Arenal y Cachí, ahí están las carreteras a Santa Ana, General Cañas y a Cartago, ahí están los hospitales Calderón Guardia y México, ahí están nuestras universidades públicas, en fin, dejemos de escuchar a los dicotómicos y escuchemos a nuestros abuelos que siempre creyeron en la capacidad de nosotros los costarricenses.
Don José Figueres Ferrer cuenta en el capítulo tercero del documental “Un costarricense llamado don Pepe”, que cuando expuso la idea de crear el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), mucha gente se le acercó para decirle que eso era imposible, que estaba soñando, a lo que replicó: Está bien, hay un tiempo para todo: ¡Soñemos!
Así se creó el ICE, completamente soñado por gente que creyó en su capacidad y en la de otros costarricenses que creían en el bienestar del mayor número y que lograron crear una sociedad más equitativa; sin embargo, los abanderados del discurso dicotómico se han encargado, al cabo de pocos años, de convertirnos en la sociedad más inequitativa de América Latina.
El problema ha sido que el discurso dicotómico también nos invitó a soñar y mucha gente les creyó, sin embargo, teniendo en consideración sus resultados, debemos tener en cuenta las sabias palabras del escritor inglés, Oscar Wilde: “Nos prometieron que los sueños podrían volverse realidad, pero se les olvidó mencionar que las pesadillas también son sueños”.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Después de la erupción: ¿Qué pasó?

Inicio estas líneas agradeciendo a todas las personas que se tomaron el tiempo de leer esta columna la semana pasada. Sorprendió la cantidad de personas que mostraron su acuerdo y desacuerdo con las ideas que se plasmaron en el texto de Poliédrica que, como su nombre lo indica, procura plantear las otras caras que presenta nuestra realidad costarricense.
El artículo “Erupción: Cerremos la UCR y la UNA”, intentaba desarrollar tres ideas principales. La primera idea era mostrar la conducta hipócrita con que se manejan algunos medios de comunicación en relación con las universidades públicas y por conexión con otras instituciones que le hacen mucho bien al país. La segunda idea era señalar cómo la sociedad del espectáculo en la que vivimos, valora y premia con los mejores ingresos a las personas que se dedican a actividades que aportan poco a la calidad de vida y al desarrollo de los seres humanos. La tercera idea era que, como sociedad, debemos apostar por el mejoramiento de las condiciones de vida de los que menos tienen y que ello supone equilibrar hacia arriba y no hacia abajo, así como fortalecer las instituciones que han permitido y permiten, la movilidad social de los que menos tienen.
Lo escrito en Poliédrica, pareciera, haber interpretado lo que muchas personas pensaban. Como corresponde a una persona agradecida con sus lectores, me di a la tarea de leer todos los comentarios que se vertieron en el diario El País.cr, en las diferentes redes sociales y hasta en mensajes de correo electrónico, los cuales intenté resumir en cuartetos en relación con cada una de las ideas centrales del artículo aludido.
En relación con la conducta hipócrita de los medios de comunicación, algunos comentarios de nuestros lectores estuvieron de acuerdo en que: 1) Los medios de comunicación sólo resaltan lo malo de los ticos. 2) Los periodistas de los medios de comunicación sostienen el micrófono en una mano y el serrucho en otra. 3) Los medios de comunicación criollos tienen una doble moral. 4) Los medios de comunicación, al igual que los empresarios, quieren todo de gratis.
Por su parte, respecto a que la sociedad del espectáculo premia lo frívolo, los lectores manifestaron comentarios como los siguientes: 1) En Costa Rica se menosprecia a sus profesionales y su trabajo. 2) El artículo se aplica a otras profesiones que, al igual que sismólogos y vulcanólogos, se esfuerzan en favor de la población costarricense. 3) En Costa Rica nunca se valora lo que sí tiene valor. 4) A muchos profesionales no se les da el valor que tienen.
Finalmente, respecto a la tercera idea en relación con la necesidad de generar mayor equidad y de fortalecer la institucionalidad que permita concretar este objetivo, hubo comentarios que estuvieron de acuerdo con lo siguiente: 1) Está bien que las personas tengan un mejor salario en función de su conocimiento. 2) El artículo devela un poco de lo que las universidades públicas hacen por el país. 3) Hay personas que quieren salarios altos sin realizar el mínimo esfuerzo. 4) Efectivamente el mundo está al revés, debemos premiar a las personas e instituciones que trabajan por el bienestar general y que sean estas personas los famosos y los que ganen mejor.
Tendremos ocasión de ahondar más en cada uno de estos aspectos posteriormente. Se trata de opiniones y comentarios que merece la pena desarrollar porque, como decía don José Figueres Ferrer, al parecer están presentes en el alma nacional; dicho en otros términos, hay una buena cantidad de costarricenses que estamos hartos de la conducta hipócrita de los medios de comunicación, que no se valore y se remunere adecuadamente a los profesionales costarricenses, y que se quiera perjudicar a la institucionalidad que procura una mayor equidad para la sociedad costarricense.
También hubo, como no podía ser de otra manera, críticas al texto de Poliédrica de la semana pasada. Los desacuerdos tuvieron un marcado enfoque ideológico y provinieron de personas que, al parecer, observan a la sociedad desde una perspectiva dicotómica, a saber: público-privado, bueno-malo, sabios-ignorantes, eficiente-ineficiente, ganancias-pérdidas, en fin, aquellos que no entienden que la realidad tiene muchos matices que se encuentran entre lo blanco y lo negro.
Los desacuerdos respecto a la primera idea principal podríamos agruparlas de la siguiente manera: 1) Las instituciones públicas tienen la obligación de rendir cuentas y por tanto, los medios de comunicación no tienen por qué congraciarse con ellas. 2) Los medios de comunicación, como empresas privadas, pagan también impuestos con los que se financia la educación superior y entonces, tienen derecho a la información que generan los científicos de esas universidades. 3) Los costarricenses tienen derecho a la información y los medios de comunicación sólo sirven de intermediarios para que ese derecho se haga efectivo. 4) Una cosa es el problema del presupuesto y otra muy diferente es la necesidad de información científica, los medios de comunicación tienen la obligación de informar sobre ambas cosas.
El otro conjunto de críticas en relación con la idea de que se ha dado un desvalorización de las personas que trabajan por el bienestar y desarrollo de los seres humanos, podríamos sintetizarlas de la siguiente manera: 1) El valor del trabajo lo decide los consumidores y la gente productiva. 2) Ni “Pate” ni “Vica” ganaban su dinero de fondos públicos. 3) La comparación con los ingresos privados no viene al caso porque no es lo mismo obtener los ingresos de fondos públicos. 4) Los que trabajan en el sector privado pueden ganar lo que les dé la gana porque ellos generan o producen ese dinero, en cambio, los que trabajan en el sector público no producen nada y ganan dinero a costa de los impuestos que pagamos los que sí producimos.
Finalmente, en relación con la necesidad de equidad y de fortalecer las instituciones que la procuran, las críticas las resumimos así: 1) En las universidades y otras instituciones públicas hay abusos con el dinero que les damos por medio de impuestos. 2) El autor no ha estudiado administración pública básica, se está hablando de restringir el presupuesto no de cerrar las universidades. 3) ¿Para qué la Red Sismológica Nacional o el Observatorio Vulcanológico y Sismológico? No son necesarios, porque podemos acudir al Instituto Geológico de los Estados Unidos. 4) Las personas pobres lo son porque no trabajan, ellos mismos son los que se forjan su situación de pobreza.
Como habrán podido observar, la síntesis en cuartetos de los diferentes acuerdos y desacuerdos, no agotan los argumentos en favor o en contra del artículo de la semana pasada. De cada uno de ellos trataré de ocuparme en próximas entregas de esta columna, por supuesto que existe la tentación de responder inmediatamente a las críticas; sin embargo, aunque los argumentos que se esgrimen no son nuevos, conviene analizarlos uno por uno y con detenimiento en columnas posteriores.
Por lo pronto lo que interesa es que nuestros lectores tuvieran un inventario de los comentarios que generó la columna: “¡Erupción: Cerremos la UCR y la UNA”. Cada uno reflexionará que tan atinados o no son los acuerdos y desacuerdos que se vertieron, cada persona tomara posición en un sentido u otro; al final, de lo que se trata es de contrastar argumentos y que cada lector forme su propio juicio, es decir, establecer un diálogo que tiene como objetivo fundamental no ganar la discusión sino que las diferentes personas podamos aclararnos, mutuamente, las ideas que tenemos.
Ahora bien, en ese marco de tolerancia, los seres humanos y en especial los filósofos tenemos la obligación de desarrollar una filosofía militante. Estos temas son muy importantes para la vida cotidiana de las personas como para dejarlos en manos de los políticos, los periodistas y otros personajes que inciden en la toma de decisiones; por ello, debemos asumir una posición militante en favor de las ideas que nos parecen más adecuadas para el bienestar y el desarrollo de los seres humanos.
En una columna anterior decía que todos somos filósofos siempre que cuestionamos la realidad. Pues en estos y otros temas, debemos asumir posiciones y tener presente la famosa tesis once de Feuerbach:
“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.

lunes, 3 de noviembre de 2014

¡Erupción! : Cerremos la UCR y la UNA

Recientemente hemos tenido noticia que el volcán Turrialba ha hecho erupción. Como suele ocurrir en estos casos, los medios de comunicación hacen del hecho la principal noticia y dedican casi todo el tiempo de los noticiarios a “informar” sobre los designios de la naturaleza.
Lo que llama la atención es ver como de manera inmediata recurren a la Red Sismológica de la Universidad de Costa Rica (UCR) y al Observatorio Vulcanológico de la Universidad Nacional (UNA) para contar con una explicación científica sobre el fenómeno natural.
No obstante, días antes, esos mismos medios de comunicación, sus directores y sus periodistas, emitían opiniones contra el presupuesto que se asigna a esas instituciones de educación superior y contra la remuneración que reciben algunos de estos funcionarios universitarios.
En estos días, por ejemplo, han estado prestos a entrevistar a los vulcanólogos y a los sismólogos para dar un contenido serio a sus informaciones, sin embargo, al mismo tiempo, quieren que esas personas tengan salarios que no están acorde con el conocimiento que se devenga de ellos.
En la mayoría de los casos, por no decir que en todos, se trata de personas que debieron realizar ingentes esfuerzos para poder especializarse en un aspecto específico de estas ramas del conocimiento. Tuvieron que cumplir un plan de materias de, mínimo, cinco años y realizar una tesis de grado, con una duración máxima de dos años, para obtener su licencia y así poder ejercer su profesión.
Posteriormente, habrán tenido que realizar estudios de maestría por unos dos años y nuevamente, realizar una investigación para obtener el grado académico de máster. Una vez cumplida esa etapa y teniendo en cuenta la especificidad de su área de estudios, habrán desarrollado estudios y una investigación doctoral por un mínimo de cuatro años.
En total un vulcanólogo o un sismólogo, mínimo y en promedio, habrá invertido doce años de su vida para tener los conocimientos básicos que le permitan contestar, con alguna seriedad y competencia, las preguntas de medios de comunicación que días antes abogaban porque devengue el menor salario posible.
De acuerdo con estos medios de comunicación y algunos políticos, la UCR y la UNA no deben pagar a estas personas un salario acorde con sus conocimientos y responsabilidad. Estas universidades deberían dejar que estos vulcanólogos y sismólogos, que en muchas ocasiones arriesgan sus vidas bajando a los cráteres a recoger muestras, se vayan a otras universidades en el exterior y que el país se quede sin el conocimiento de estas personas.
En esta sociedad del espectáculo, como decía Vargas Llosa, está bien que un futbolista que desaprovecha infinidad de ocasiones de gol o que una modelo que enseña más de la cuenta su cuerpo, tengan ingresos diez o veinte veces más que esos vulcanólogos o sismólogos.
Una persona que trabaje en cualquiera de estas universidades nunca tendrá la mitad de los ingresos que recibía Walter “Paté” Centeno o “Vica Andrade”, por citar dos ejemplos conocidos. Estas personas para tener un ingreso digno, aparte de los estudios que hemos descrito, debe impartir clases y producir nuevo conocimiento que se materializa en publicaciones científicas y en otras formas en que se expresa el trabajo intelectual.
Además, tiene que recorrer un camino que en el mejor de los casos supone un mínimo de quince años de trabajo. En efecto, después de obtener su doctorado, estas personas tienen que hacer una carrera docente, sin embargo, para poder ir ascendiendo y así obtener un mejor salario, requiere: 1) Manejar, al menos, un idioma extranjero. 2) Producir nuevo conocimiento y materializarlo en publicaciones científicas en revistas indexadas a nivel internacional. 3) Impartir lecciones que son evaluadas por los estudiantes. 4) Tienen que realizar trabajos de acción social y extensión docente en beneficio de la comunidad. 5) Estar a disposición de las autoridades nacionales para colaborar en aquellas situaciones que requieran de sus conocimientos.
Teniendo en cuenta lo anterior, uno se pregunta: ¿Por qué los futbolistas y las modelos sí pueden ganar sumas de miles de dólares y en cambio los vulcanólogos o los sismólogos no? Dependiendo de la respuesta que demos a esta pregunta tendríamos que cerrar la UCR y la UNA (o las demás universidades), porque no habría personas competentes para impartir los cursos y menos para realizar investigaciones en los diferentes campos del conocimiento.
Quizás los medios de comunicación y los politiquillos de siempre quieran preguntarle sobre las erupciones del volcán Turrialba a los futbolistas y a las modelos. De repente les resulta más pertinente consultar sobre el estado del túnel Zurquí o de las carreteras, a los que “animan” o bailan en un programa que lleva un nombre en inglés para darle, supongo, más “caché” al programa de televisión.
Lo anterior lo digo con el máximo respeto para los futbolistas, modelos, animadores y bailarines que se ganan la vida honradamente en esas actividades. En buena hora que se puedan ganar la mayor cantidad de dinero que puedan, sin embargo: ¿Por qué vulcanólogos o sismólogos y otras personas que se han esforzado y realizan actividades de bien para el país no lo pueden hacer también?
Ya lo había dicho en otro artículo y ahora lo repito. No se trata de bajar a los que mejores ingresos tienen, sino de subir a los que tienen peores ingresos; en otras palabras, hay que equilibrar hacia arriba y no al revés. Los que menos ganan deben ganar más y no al contrario.
No se puede estar de acuerdo con la forma en que se valora el trabajo de los seres humanos en la actualidad . Las personas que en este momento están investigando para lograr, por ejemplo, la cura del cáncer o del ébola, no son famosos y tampoco tienen una remuneración cercana a la que tienen un tal Messi o a una tal Shakira; dicho en palabras sencillas, todo está al revés y se justifica lo superfluo en contra de lo importante, es un mundo demencial el que vivimos.
Desgraciadamente Costa Rica no es ajena a este fenómeno. Hay personas que quisieran que no haya vulcanólogos y sismólogos, quizás les resulta mejor para sus intereses escuchar explicaciones mitológicas o sobrenaturales en relación con la erupción del volcán Turrialba; o peor aún, volver a los tiempos de Mauro Fernández y que se cierren las universidades, ahora sí, para siempre.
El día que estas ideas se impongan definitivamente en la sociedad costarricense, como decía mi abuelita: ¡Apague y vámonos!

lunes, 27 de octubre de 2014

¿Y la seguridad jurídica del pueblo?

Hace algunas semanas escribimos en esta misma columna unas líneas que titulamos: “El cuento de la seguridad jurídica”. Allí mencionamos como este término se ha popularizado sin que aquellas personas que lo utilizan, tengan claro el origen y sobre todo, lo que se pretende tutelar con este valor jurídico.
En la actualidad, prácticamente, se utiliza sólo para referirse al ámbito de las inversiones. Se habla que los inversores, especialmente externos, necesitan seguridad jurídica para invertir en el país y que sin ella, se van a ir a otras latitudes con sus dólares o euros. Sin ella, algunos dicen que Costa Rica volverá a los tiempos de la colonia o peor aún, a la época precolombina.
La seguridad jurídica de la que hablan estos personajes, la mayoría de las veces, está circunscrita a la obligación del gobierno de turno de respetar los contratos que se han firmado con empresas extranjeras. De acuerdo con esta forma de entender la seguridad jurídica, no importa si los contratos firmados son abiertamente lesivos para el Estado costarricense y establecen cláusulas de indemnización que beneficia sólo al inversor extranjero, lo único que importa es respetar eso que ellos llaman seguridad jurídica.
La seguridad jurídica es un valor y no se circunscribe a lo que esta visión financista y reduccionista pretende hacer creer. Antes que nada, debemos tener claro que se trata de un valor; es decir, estamos hablando de algo que los seres humanos consideramos valioso y necesario para nuestra vida.
La seguridad jurídica es la manifestación en el mundo del Derecho de una de las necesidades básicas de cualquier ser humano, a saber: que otra persona o el Estado por medio de sus órganos no le quite lo más preciado que todo ser tiene y que le permite desarrollar su existencia.
Ahora bien, lo más preciado que tiene cualquier ser humano en cualquier sociedad es su vida. Sin la vida no puede desarrollarse como persona y todas las demás cosas dejan de tener sentido, en otras palabras, como dijo Ortega y Gasset parafraseando a Descartes: “Vivo luego existo”.
En consecuencia, en determinado momento de la historia de los seres humanos, se consideró necesario que este valor (la vida), fuera incorporado al ordenamiento jurídico para ser protegido por medio del uso legítimo de la fuerza. Dicho en otros términos, los miembros de la sociedad llegan al acuerdo que al considerar valiosa la vida humana, se debe brindar seguridad a las personas que sus semejantes o el Estado no realizará acciones (prohibición) que atenten contra ese valor básico y que serán sancionados por medio de la fuerza aquellos actos que estén en contra de ese valor.
La seguridad jurídica, por tanto, es un valor que considera importante que los miembros de una sociedad tengan la certeza que cualquier conducta que atenta contra su vida, será objeto de sanción por el ordenamiento jurídico con la ayuda de la fuerza legítima. La certeza se convierte en el elemento clave cuando hablamos de seguridad jurídica, sin embargo, la realidad nos muestra que no hay tal certeza y que la seguridad jurídica la tendrán aquellos que tengan el poder de hacerla efectiva.
Y aquí es donde está el punto medular del asunto, se habla de seguridad jurídica para los inversionistas y uno se pregunta: ¿Y la seguridad jurídica de los costarricenses? Uno sale a la calle con la certeza contraria, es decir, que hay altas probabilidades que le quiten a uno la vida para robarle cualquier cosa y que ese acto tiene altas probabilidades de quedar impune; en otras palabras, que la protección que se supone el Estado realiza y garantiza por medio de sus órganos, finalmente, no se está realizando eficazmente.
La seguridad jurídica más básica y por la cual nació el Estado moderno se convierte en una ficción en Costa Rica. Sin embargo, los medios de comunicación y las autoridades de gobierno no hablan de proteger la seguridad jurídica de los costarricenses, sólo hablan de proteger una seguridad jurídica interesada y que está referida a un sector inversionista que no le interesa en lo más mínimo el desarrollo de la sociedad costarricense.
La seguridad jurídica es un valor que es utilizado por los conservadores y reaccionarios para defender intereses que, usualmente, son consignados en textos legales debido a que tienen el poder o la fuerza (política, económica o ideológica) de exigir su realización. Se trata de un valor que atenta y está en abierta contradicción con el valor justicia.
Por ejemplo: ¿Es justo o no que a la empresa OAS se le haya pagado varios millones de dólares por un contrato que no ejecutaron? ¿Es justo o no que a Industrias Infinito se le deba pagar una indemnización por habérsele otorgado la posibilidad de realizar una actividad que atenta contra el ambiente? ¿Es justo o no que a una empresa portuaria se le otorgue una concesión en condiciones que atentan contra los intereses del Estado costarricense?
La respuesta a esta pregunta depende del significado que se le otorgue a la palabra justo. Históricamente hay grupos que defienden la idea que lo justo es lo que está escrito (positivismo jurídico) y que, por tanto, lo justo es respetar lo consignado textualmente en la ley o en estos casos, en los contratos firmados por los gobiernos de turno.
En el fondo se está hablando del mismo argumento de la seguridad jurídica entendida como el respeto a lo establecido en la ley o en el contrato entre las partes. Se trata de eufemismos y más claramente de argumentos falaces para encubrir los intereses que hay detrás de este tipo de formalismos jurídicos.
En todo caso, el punto medular no está en la manipulación que se haga del significado del valor seguridad jurídica o del valor justicia. El problema real está en la impunidad de la que han gozado una serie de nefastos personajes para obligar al Estado costarricense a soportar condiciones lesivas para el interés nacional, en otras palabras, se establecen cláusulas que asegura a una sola de las partes ventajas contrarias a la equidad (Cláusulas Leoninas).
Por eso cuando escuchamos a periodistas, políticos, leguleyos y hasta economistas hablar de seguridad jurídica, es necesario preguntarse: ¿Qué seguridad jurídica es la que hablan?
Lo que sí está claro es que no es la seguridad jurídica básica que el Estado debe brindar al común de los mortales. Todos los días se escucha que asesinaron a una persona inocente y uno se pregunta: ¿ Y la seguridad jurídica de esas personas? ¿Esa seguridad jurídica básica no la protege el Estado? ¿Es más importante la protección de los intereses de los inversionistas extranjeros?
Volvemos al inicio. Es una cuestión de valoración y en este caso, a los grupos dominantes les interesa más o valoran más la protección de los intereses económicos y financieros. Esto es así porque creen que ellos no tienen problemas de inseguridad jurídica básica, es decir, ellos no van a ser objeto de un asesinato debido a los lugares en los que viven o en los que se mueven.
De hecho lo que han optado es, al mejor estilo del medioevo, vivir en “castillos” amurallados en los montes aledaños a la ciudad de San José. Allí no entran los asesinos comunes, esos que matan a una persona por un teléfono móvil; tampoco ese tipo de delincuente se va acercar a un club privado o robará un auto de alta gama, debido a que no tiene salida en el mercado.
Ante esta realidad, la única seguridad jurídica que importa es la de las inversiones o mejor dicho, la de los inversionistas. ¿Y la seguridad jurídica del pueblo? Esa…, pues…: ¡Que se jodan!

lunes, 20 de octubre de 2014

¿Hay empresarios responsables que pagan sus tributos?

El tema de los impuestos se ha vuelto complicado, especialmente, porque hay algunos empresarios que no están dispuestos a pagarlos o simplemente buscan como evadirlos. Esta es la impresión que se tiene cada vez que se toca este tema en la Asamblea Legislativa y se observa a los lacayos haciendo todo lo posible para que no se reforme la estructura tributaria regresiva que existe en Costa Rica.
No obstante y a pesar de ello, hay empresarios que no están en contra de pagar impuestos, tampoco se resisten a tener un sistema tributario progresivo. Están dispuestos a promover una sociedad más equitativa y en robustecer los mecanismos de solidaridad social, ya que esto es necesario para tener un costarricense mejor preparado para enfrentar los retos del siglo XXI.
Incluso hay empresarios dispuestos a pagar impuestos directos, pero que exigen que el Estado ponga en cintura a sus colegas evasores. No se vale que haya empresas que cumplen religiosamente sus obligaciones tributarias y que otras no lo hagan o que esa situación les permita tener ventajas en relación con sus similares.
Ello genera un desequilibrio que repercute en la ética empresarial, ya que la ineptitud del Estado en el cobro de impuestos favorece a unos y perjudica a otros. En otras palabras, el problema perjudica a todos desde diferentes aristas y en eso hay que tener una visión de conjunto para emitir una política tributaria que corrija todas las irregularidades que se han venido dando desde siempre.
No es conveniente que haya empresarios que siempre han honrado sus responsabilidades con la Caja Costarricense del Seguro Social, y por el contrario, hayan empresas que no solo incumplen sus obligaciones sino que, incluso, se dejan el dinero de las cuotas de sus trabajadores. Estas y otras situaciones son las que desmotivan a los empresarios responsables y que no tienen problema en pagar sus obligaciones para con el Estado.
Hay empresarios dispuestos a pagar impuestos, sin embargo, el Estado tiene que cumplir con su parte del trato. Para empezar tiene que poner en cintura a los empresarios evasores, a los que no pagan la seguridad social, a los que por medio de tácticas jurídicas y contables, realizan competencia desleal e inducen distorsiones en el mercado de bienes y servicios.
Los funcionarios gubernamentales tienen que cumplir con sus obligaciones, de lo contrario, los buenos empresarios y el pueblo en general, tenderán a considerar legítimo el desconocimiento de sus obligaciones tributarias. Decía Cesare Beccaria en materia penal, que es mejor que haya sanción, aunque sea pequeña, a que haya impunidad y los posibles infractores crean que sus acciones quedarán por siempre sin sanción.
Desde la izquierda hay la tendencia a valorar negativamente a todos los empresarios. Sin embargo, hay personas que han logrado crear y desarrollar una empresa con mucho trabajo y sacrificio, le dan empleo a muchas personas y tratan bien, patrimonial y socialmente a sus empleados; dicho en otras palabras, no todos los empresarios costarricenses se pueden denominar, como algunos pretenden, capitalistas, explotadores y otro tipo de adjetivos negativos.
A la pregunta que hacemos en el título se puede responder afirmativamente. No obstante, ello debe llevarnos, como sucede en otros países, a respetar a los que sí cumplen con la hacienda pública y a señalar a los que procuran evadir sus obligaciones tributarias. Se suele generalizar los aspectos negativos y se desconoce el esfuerzo que realizan muchos para el crecimiento económico del país, no todos se comportan de la misma manera.
Si queremos que este país avance debemos pagar y aumentar la carga tributaria. Lo que pasa y aquí se debe ser muy vehemente, eso significa que cada costarricense pague de acuerdo a sus ingresos y no como sucede en la actualidad, que los impuestos recaen en los sectores medios o bajos; en otras palabras, es necesario revertir la injusticia que se ha dado en materia tributaria.
Basta ya de argumentos retóricos que tratan de esquivar esta responsabilidad diciendo que primero se debe cobrar los impuestos existentes y luego crear nuevos impuestos. Ya hemos visto que cuando se intenta cobrar los tributos, los de siempre, comienzan a asustar con el cuento que ello va generar despidos y la quiebra de las empresas; los empresarios responsables deberían denunciar a los que no quieren honrar sus obligaciones para con el país y no al contrario, pretender seguir las mismas conductas de esos evasores e irresponsables.
Tampoco valen los argumentos que los impuestos directos no son significativos y que por eso, nuevamente, se debe aumentar los impuestos indirectos. Ya los sectores medios y bajos no aguantan subsidiar una serie de incentivos que se le otorga a empresarios que no están dispuestos a pagar sus tributos como la ley lo demanda; si se van a crear nuevos impuestos, es necesario modificar la estructura tributaria de una vez por todas y que cada uno tribute en función de los ingresos que realmente recibe.
Con un sistema progresivo, las instituciones de carácter social no pasarían las calamidades que han pasado en los últimos treinta años. Es curioso que no se hable de recortar incentivos en los sectores que han ganado cualquier cantidad de dinero en los últimos años, sólo se habla de recortar a ciertas instituciones que han sido pilares del crecimiento y de la estabilidad social de este país.
El problema fiscal hay que atenderlo, pero no a costa de los que menos tienen.