lunes, 27 de abril de 2015

El por qué Navas no es titular en el Madrid

Por esas cosas del destino me tocó vivir cerca de la ciudad deportiva del Real Madrid. Son esas oportunidades que uno no espera en la vida y que sólo las da la fortuna, que como todos sabemos es ciega y no tiene criterios claros para determinar a quién le otorga sus favores.
Al igual que mucha gente que no tiene como religión el fútbol, no me ha sido ajeno este deporte durante mi vida. No por casualidad se dice que es el deporte de los pobres, ya que para practicarlo sólo se necesita cuatro piedras grandes para hacer las canchas y cualquier cosa que pueda rodar; de ahí viene mi interés por este deporte y de alguna forma la crítica que le hago por los excesos que se ven cuando lo observamos como negocio.
Pues bien, estudiando en la capital española y hospedado en la casa de una persona muy cercana al club blanco, uno se enteraba de algunas situaciones que no eran de conocimiento de la prensa. Estamos hablando de la época en que el director técnico del Real era José Mourinho, el cual tuvo los pantalones para sentar en la banca a Iker Casillas y enfrentarse al grupo de jugadores españoles que en aquel momento eran liderados por Casillas, Sergio Ramos y Xavi Alonso.
Mourinho, no es una persona que me genere simpatía. Su perfil conflictivo y prepotente me causa repulsión, especialmente, cuando abre la boca para mostrar su limitada cultura; sin embargo, a pesar de ello, como la mayoría de personas, también tiene virtudes y una de ellas se relaciona con que es una persona trabajadora y muy exigente con las personas y jugadores que están a su alrededor.
En el Madrid de Mourinho, al igual que en la actualidad, si uno tenía la oportunidad de ir a observar algunos entrenamientos o conocer algunas intimidades del club, rápidamente podía captar la existencia de tres grupos dentro del plantel, a saber: los españoles, que aparte de los líderes que ya hemos mencionado, contaban con un grupo de jugadores que no eran titulares como Arbeloa, Morata, Juanfran, Granero y otros; los extranjeros titulares, que eran liderados por Cristiano, Pepe y Marcelo y a ellos se le unían Di María, Benzema, Özil y Carvalho; finalmente, estaba otro grupo de jugadores extranjeros que asumían una especie de posición neutral, especialmente, para tratar de no estar mal con ninguno de los otros dos grupos, allí estaban jugadores como: Lass, Diarra, Ademayor y Gago, Garay, para mencionar unos cuantos.
Pues bien, como la mayoría conoce, el portero Casillas no sólo tiene una serie de atestados que lo respaldan en el ámbito futbolístico, sino que a nivel de la prensa tiene muchos padrinos que lo apoyan aunque no esté jugando de la mejor manera. En efecto, con base en los éxitos que ha cosechado con el Real Madrid y la Selección española, los periodistas que lo apoyan logran mantenerlo como un ícono que debe ser considerado y respetado por parte de las demás personas, en especial, por parte de los entrenadores y jugadores que llegan al Madrid.
En consecuencia, a lo interno de la casa blanca y dentro de España, el portero Casillas tiene una posición que resulta difícil de sobrepasar. A lo interno y fuera del camerino, este personaje sabe que tiene la posibilidad de poner contra la pared a cualquier director técnico e incluso al mismo presidente del Real Madrid y eso no es poca cosa.
De hecho Mourinho terminaría saliendo antes de finalizar su contrato porque se enfrentó a esta situación, pero a diferencia de Carlo Ancelotti, el portugués siempre ha sido torpe a la hora de expresarse frente a los medios de comunicación. Dicho en otras palabras, el anterior director técnico generaba con sus comentarios tales antipatías, que ello le permitía a Casillas y sus defensores, argumentar que su sentada en la banca se trataba de un conflicto personal y no de un problema de bajo rendimiento.
Con la llegada de Ancelotti los grupos de poder se han mantenido igual en lo esencial, aunque han habido incorporaciones de nuevos jugadores. Los líderes del camerino siguen siendo los mismos, pero el italiano ha sido más inteligente a la hora de manejar la situación a lo interno del camerino; teniendo claro que Casillas, junto con Ramos y Alonso, manejaban a la mayoría de los jugadores españoles, decidió mantenerlo como titular y ello le permitió evitar la inestabilidad que vivió el equipo cuando Mourinho decidió alinear en la portería a Diego López.
Al igual que sucede en cualquier organización, pública o privada, un equipo de fútbol no está exento de estas dinámicas de poder. Cualquier que haya estado a lo interno de un camerino sabe que hay jugadores cuyo manejo y liderazgo les permite ponerse por encima de los mismos directores técnicos, razón por la cual el que llega a un equipo de estos tiene que ser muy inteligente para saber manejar el camerino.
Con Casillas como titular y con Ancelotti administrando adecuadamente la dinámica del camerino, el Real Madrid logró la décima en la Liga de Campeones de Europa, hecho que le permitió legitimar ese manejo ante propios y extraños. Para decirlo claramente, cuando los resultados se dan las formas que se han utilizado para conseguirlos se legitiman y se suele evitar cambiar lo que ha llevado al éxito.
En ese contexto es que llega Keylor Navas al Real Madrid, es decir, llega a un camerino en que las relaciones de poder están claramente establecidas. Aunque Casillas juegue mal o tenga bajo rendimiento, Ancelotti no lo va a dejar de alinear porque ello le significa un problema de inestabilidad que no está dispuesto a pagar; ello es una realidad a la que Navas se tiene que enfrentar y sólo podría aspirar a la titularidad en caso que haya una lesión o alguna situación especial en relación con Iker Casillas.
Keylor se ha acercado al grupo liderado por Cristiano, Pepe y Marcelo, cosa que también han hecho James y Chicharito. No obstante, pareciera, que el formar parte de este grupo no es suficiente para que Ancelotti esté dispuesto a darle la titularidad y generar la reacción del grupo de los españoles; así las cosas, Navas la tiene complicada y será difícil que pueda hacerse de la portería del Real Madrid, no porque no tenga condiciones sino por estas relaciones de poder que se dan a lo interno del equipo.
Ahora bien, esta realidad que alguien podría considerar negativa en lo deportivo está totalmente compensada debido a que Navas y su familia tienen resuelta su vida económica. Si sabe pensar y ha demostrado que lo sabe hacer, antes de los cuarenta años podrá vivir, él y sus descendientes directos, de una forma que les permita desarrollarse sin mayores apremios de índole material.
El fútbol es algo más que once jugadores, un cuerpo técnico y un cuarteto arbitral. Quien sólo vea el juego no está viendo toda la realidad del fútbol, porque el poder y el dinero juegan partidos más complejos que los del rectángulo de juego. Siempre hay que ver más allá de lo evidente, siempre hay que ver más allá de nuestras narices y por supuesto, no creer que todo lo que vemos es la realidad.

lunes, 20 de abril de 2015

Los seres humanos no somos iguales

Hay personas que no les gusta observar la realidad tal y como es. Les resulta traumático enfrentarse a una serie de situaciones que no coinciden con lo que ellos quisieran, debido a ello generan una conducta de negación y buscan mecanismos de evasión para evitar el dolor y la angustia que ello les provoca.
Una de las realidades que no nos gusta enfrentar es el hecho que las personas no somos iguales. Biológicamente compartimos algunos procesos comunes, sin embargo, en la mayoría de los casos, lo que impera es la diferencia en relación con las otras personas; dicho más claramente, compartimos la necesidades biológicas pero no todos tenemos las mismas necesidades.
Individualmente, uno por uno, todos los seres humanos somos distintos. Hay gente más gorda y más flaca que otra, hay personas más inteligentes que otras, hay características de pelo, ojos, orejas, boca, dientes, en fin, somos diferentes. Ante esta realidad no hay mucho que hacer, ahora existen operaciones estéticas para los que quieren acercarse a ciertos estereotipos estéticos, pero la mayoría de las personas cargamos con nuestras características estéticas y biológicas.
No obstante, hay otras desigualdades que son producto de la forma en cómo el ser humano ha organizado la sociedad, es decir, a diferencia de las desigualdades biológicas y estéticas, en este caso la desigualdad es una construcción social. No es lo mismo nacer como hijo de una persona que no tiene dónde caer muerto, a nacer como hijo de una persona que tiene un trabajo que le permite satisfacer las necesidades básicas de su hijo; no es lo mismo nacer en una familia de empresarios que obtienen altos dividendos todos los años, a nacer en una familia que debe procurar su sustento día a día.
Nos guste o no, desde el nacimiento se establece una diferencia en relación con las posibilidades que tiene un niño o niña de cara al futuro. En un caso puede ser que los veamos a temprana edad vendiendo cosas en cualquier intersección de las carreteras nacionales; en otro caso, probablemente, veamos a primogénitos sobreprotegidos e inundados de juguetes que fácilmente son tirados por aburrimiento.
Evidentemente, hay casos de casos, pero lo que no cabe duda es que desde el nacimiento de las personas la sociedad establece diferencias. Ante esta realidad se pueden adoptar diferentes actitudes: 1) La del conformista: la diferenciación social entre los seres humanos es un hecho normal y no se puede hacer nada por cambiarlo. 2) La del revolucionario que cree en la posibilidad de cambiar las cosas y para ello recurre a la fuerza para lograr el poder político y así modificar la distribución de la riqueza. 3) La del reformista que piensa en hacer cambios paulatinos, realizando acciones que permitan a los que menos tienen equilibrar sus ingresos con los que más tienen. 4) La del conservador que está consciente de la diferenciación social y la necesidad de cambio, pero prefiere que las cosas se mantengan como están. 5) La del individualista que estima que la diferenciación entre las personas depende de lo que haga cada uno e independientemente que haya nacido en cuna de oro o en una de paja.
Como se puede observar, las actitudes señaladas y otras que se podrían agregar, tienen como punto de partida un presupuesto básico que determina el pensamiento y las acciones de cada una de las personas. Si consideramos que la desigualdad es algo natural o normal entre los seres humanos, probablemente se adoptará una actitud conformista o conservadora; si nos parece que la desigualdad es producto del propio ser humano, social o individualmente considerado, la actitud tenderá a ser individualista, reformista o revolucionaria.
La desigualdad ha sido una realidad desde que el ser humano decidió vivir en sociedad. Desde la unidad más básica de la sociedad hasta la organización social más compleja, encontramos relaciones de desigualdad entre las personas; por ejemplo, la mamá que prefiere más al hijo que a la hija, el papá que le otorga más dinero a la hija que al hijo, hasta el gobierno que le brinda mayores beneficios fiscales a los empresarios que a los agricultores o que invierte más recursos en el sector educativo y no en aquel relacionado con la vivienda.
No hay que ser muy brillante para percatarse que la desigualdad, usualmente, se entiende como algo negativo, sin embargo, eso depende de la ideología que cada persona maneje. No es lo mismo coincidir con la ideología comunista que con la socialista, no es lo mismo ser un liberal en lo político, que un liberal en lo económico; se trata de situaciones diferentes que no se suelen distinguir y ello se presta para muchas confusiones.
¿Se puede eliminar la desigualdad material en el mundo? Para contestar a esta pregunta, lo mejor es acudir a la evidencia histórica y ella nos mostrará una respuesta realista que puede desilusionar a muchos, pero que nos puede mostrar algunas luces para encontrar una respuesta que pueda ser ejecutada en la realidad. La historia del ser humano nos evidencia que la desigualdad siempre ha existido y que ha sido más amplia, casi siempre, después de coyunturas históricas concretas en que las personas mejor posicionadas económica, política y socialmente, han logrado utilizar todos los recursos de que disponen para incrementar la desigualdad respecto a sus semejantes.
La historia nos enseña, entonces, que sí ha sido posible procesos en que la desigualdad ha sido disminuida aunque no eliminada del todo. Casi siempre esto ha sido posible por medio de una actitud reformista de parte de quienes han acuñado el valor de la igualdad como guía de sus acciones; en otras palabras, las reformas permiten cambios paulatinos en la distribución de la riqueza de las sociedades, sin tener que enfrentar procesos traumáticos como la guerra civil o el asesinato entre los grupos de poder.
Costa Rica requiere reformas para corregir la mala distribución de la riqueza en que hemos caído en los últimos treinta años. Para nuestra fortuna hubo personas después de los hechos de 1948, que tuvieron la altura de miras para impulsar un país en que la distribución de la riqueza se hizo creando una gran clase media urbana y rural; desgraciadamente aquellos hombres y mujeres ya se nos han ido quedando a cargo de este país, personas que no supieron honrar a sus antecesores y que lo han hecho el más desigual entre los desiguales.
Antes se decía que el principal instrumento de movilidad social es la educación. Lo sigue siendo, sin embargo, hay personas que también en este ámbito han creado una desigualdad y han hecho de la educación un negocio que lucra con el deseo de superación de las personas. Hay personas que se han creído que la educación pública es de inferior calidad que la educación privada, eso es absolutamente falso; lo que sucede es que los primeros, con lo que pagan los padres de familia, tienen más recursos didácticos que los segundos, pero el profesorado de la pública es igual o más competente que el de la privada. ¡Como siempre, hay de todo en ambas instancias!
Hay que promover una educación de calidad y con los recursos necesarios para que los jóvenes puedan aprovechar o crear oportunidades para tener un ingreso para vivir dignamente, ellos y sus familias. Nótese que estamos hablando de acciones que dependen de los seres humanos concretos, sólo es necesario la voluntad de las personas que adoptan las decisiones en la sociedad costarricense.
La desigualdad material se puede reducir, lo que se requiere es hombres y mujeres convencidos de este cometido. Desgraciadamente y eso es una realidad, también hay otras personas interesadas en que la situación se mantenga como está en este momento; son los que no les interesa que haya personas sin comer, son aquellos que les da igual tener un precario que únicamente se puede ver desde la segunda planta de sus residencias y una vez que la mirada ha traspasado los muros que los separa de la realidad de la mayoría.
¿Por qué nos cuesta tanto la solidaridad? ¿Por qué preferimos más el hedonismo? ¿Por qué?

lunes, 13 de abril de 2015

Necesitamos pluralismo mediático no demagogia mediática

Por dicha no soy muy dependiente de la prensa, la radio o la televisión. No obstante, según el discurso emanado de los diferentes medios de comunicación y de los que en ellos trabajan: en tales circunstancias, mi libertad de expresión no existe o, al menos, es bastante menor que la de otras personas. Recordemos, por si acaso, que la libertad de expresión es un derecho de la persona y no del medio de comunicación. ¡No lo olvidemos!
Aunque no soy muy aficionado a los medios de comunicación, sí suelo leer, escuchar y ver en horas muy puntuales del día los diferentes ….digamos, noticiarios o quizás habría que decir …, informativos; pero no, usualmente no emiten informaciones sino opiniones de los “periodistas”, en fin, la verdad no estoy claro cuál sería la palabra adecuada para denominar lo que nos ofrecen en los diferentes medios.
En mi caso, por el trajín de la mañana, escucho radio oscilando entre dos espacios de dos emisoras distintas. La primera emite a partir de las cinco y treinta de la mañana, desde que se escuchan los titulares ya uno sabe que se trata de un discurso conservador y de derecha, ello no es de extrañar, la directora tiene esas dos características y ello se evidencia claramente en los editoriales que emite casi al finalizar el espacio; en contraste, en la otra emisora tradicional, lo que impera de manera constante son los comentarios y opiniones del director y de los “periodistas” que, claramente, muestran que no tienen claro la diferencia entre informar y opinar.
Así comienza mi proceso diario para intentar enterarme de los acontecimientos cotidianos y tratar de formarme una idea de qué ha sucedido y por qué se ha dado un determinado hecho a nivel nacional o internacional. El medio de comunicación lo que le permite a la mayoría de las personas es enterarse de algo que ha ocurrido, son muy pocas las personas que tenemos la posibilidad de expresar nuestros criterios a través de ellos; sin embargo, ello no implica que quienes no tienen esa posibilidad, no puedan ejercitar el derecho a la libertad de expresión, si hiciéramos alguna distinción podríamos decir: que quienes tienen la posibilidad de utilizar los medios de comunicación lo que hacen es ejercitar de manera más efectiva un derecho que tenemos todos los ciudadanos.
Mientras me dirijo al trabajo voy observando por internet los contenidos de las versiones digitales de los diferentes medios escritos que hay en Costa Rica. A veces con distintas palabras pero con el mismo sesgo ideológico, lo que ya he escuchado por la radio aparece escrito en el medio de prensa de la derecha conservadora; lo mismo ocurre en otros medios escritos en que un lector agudo puede captar la inclinación ideológica de los diferentes contenidos que se ofrecen. Evidentemente,  El País.cr  no es ajeno a esta situación, pero no finge lo que otros medios de comunicación fingen.
El problema no está en que los medios de comunicación tengan una preferencia ideológica en tal o cual sentido, lo patético es cuando las personas que trabajan en éstos, se presentan como: objetivos, imparciales, apolíticos y un largo etcétera, que sólo ellos se lo creen. No obstante, cajita blanca para mí, hay muchas personas que creen en la objetividad, la imparcialidad o la apoliticidad de estas personas, situación que trae como consecuencia que crean ciegamente en lo que dicen algunos de estos personajes mediáticos.
Al mediodía y mientras almuerzo, veo uno de los espacios que repiten los contenidos durante hora y media. Normalmente en este espacio en los primeros treinta minutos, es posible observar lo que van a repetir en la siguiente hora, el menú ya es conocido:  comienzan con sucesos, luego hacen referencia a las actividades gubernamentales y posteriormente un segmento internacional que reproduce los contenidos de la televisión española; posteriormente, los siguientes quince minutos son consumidos por una sección deportiva con los lugares comunes y los comentarios de siempre, a partir de las doce y treinta, vuelven a repetir los mismos contenidos.
Que quede claro, ninguno de los espacios a los que me he referido ejercitan por mí la libertad de expresarme. Si eso fuera así, muchos de esos medios de comunicación lo que harían es restringir el ejercicio de ese derecho; en efecto, debido a que no tienen la capacidad de publicar todos los planteamientos que hacen los ciudadanos, en no pocas ocasiones, realizan censura ideológica cuando las ideas que se expresan no coinciden con la línea editorial del medio de comunicación.
Al caer la noche los espacios, tanto en radio como en televisión, repiten los contenidos del mediodía, salvo que haya un acontecimiento novedoso durante la tarde. Lo mismo ocurre en los espacios nocturnos que suelen incorporar entrevistas con “expertos” y con un discurso plagado de lugares comunes o que reproduce lo que dicen en otras latitudes; situación de la que uno se puede percatar si tiene la posibilidad de acceder a medios de comunicación de otros países, sea por internet o afiliandose a una de las tantas cableras que existen en este país y a las que no todos tienen acceso.
Nótese que hemos hablado de ciertos espacios y de algunos contenidos de los medios de prensa, radio y televisión. El resto de espacios y contenidos que se ofrecen en la prensa y en la radio o televisión, tampoco tienen que ver con mi libertad de expresión; salvo que haya alguien que considere como ejercicio de ese derecho los contenidos que aparecen en las secciones de espectáculos de los medios de comunicación. ¡No me extrañaría que haya alguien que así lo estime!
Y es que el ejercicio de la libertad de expresión no tiene nada que ver con el hecho de que se cierre un medio de comunicación por no cumplir con sus diferentes obligaciones. Por ejemplo, si el Estado establece el pago de un monto de dinero por el uso del espectro radioeléctrico, mi libertad de expresión no es conculcada si el Estado cierra un medio de comunicación por la falta de pago; tampoco atenta contra ese mismo derecho, si el Estado dispone aumentar el monto que se cobra por ese concepto por considerarse muy bajo en comparación con las ganancias que dejan el uso del espectro radioeléctrico.
El problema con los medios de comunicación es que se han convertido en una vía privilegiada para ejercitar efectivamente la libertad de expresión de las personas, sin embargo, no son la única vía existente para su ejercicio. De hecho el internet ha sido un medio para ejercer este derecho, pero sigue existiendo un acceso restringido y la brecha digital entre los ciudadanos, aunque no parezca, sigue siendo muy grande.
No obstante, el problema principal no es que los medios de comunicación tengan que cumplir con sus obligaciones jurídicas o que hayan sanciones derivadas de su incumplimiento, el tema de fondo es que hay una concentración de la propiedad de los medios de comunicación. En lugar de un pluralismo mediático que permita al mayor número de personas ejercer eficazmente su libertad de expresión por la vía de los medios de comunicación tradicionales, lo que hay es una monopolización encubierta que restringe, insisto, restringe el ejercicio del derecho.
Invito a cualquiera a realizar el ejercicio de inventariar los medios de comunicación de cobertura nacional. Después habría que preguntarse: ¿Cuáles de ellos pertenecen a un mismo grupo empresarial? La respuesta a esta pregunta nos permitirá observar lo que estamos argumentando en relación con la falta de pluralismo mediático en Costa Rica.
El pluralismo mediático es necesario, pero debe ser un pluralismo real, no ficticio. Los que en estos días han estado pregonando la libertad de expresión lo hacen de forma retórica y demagógica, desgraciadamente nunca falta los politiquillos y los oportunistas que les hacen el juego con tal de seguir apareciendo en estos medios de comunicación.
Pareciera que ya no hay personas que tengan la prestancia, la hidalguía y el conocimiento para poner la temática en la dimensión adecuada y sobre todo, que haya personas que no se plieguen a los intereses de los medios de comunicación. Dicho en otras palabras, se extrañan aquellos personajes cuya estatura ética e intelectual hacía obligado escuchar sus puntos de vista, ello para encauzar adecuadamente los diferentes temas, en aras de que se priorizarán los intereses del país y no los de algunos grupos de interés.

lunes, 6 de abril de 2015

¿Creer o no creer?: ¡He ahí el dilema!

Como algunos distinguidos lectores se han podido percatar, en esta columna hemos incursionado en un tema que usualmente puede llegar a ser escabroso, aunque no debería ser así. Siguiendo los “consejos” y los lugares comunes que se han escuchado en esta semana que acabamos de pasar, nos pusimos a reflexionar sobre la religión; sin embargo, puede que nuestras elucubraciones no sean del agrado de la mayoría de creyentes. ¡Veamos!

Las personas tendrían que estar dispuestas, siempre, a someter a prueba sus creencias; sin embargo, las conductas que usualmente se dan cuando eso sucede son las siguientes: 1) La persona no está dispuesta a que se cuestione sus creencias y huye o se niega a tal posibilidad. 2) La persona se aferra a sus creencias y utiliza argumentos de autoridad, basados en los “textos sagrados” de la religión correspondiente, para combatir el cuestionamiento.

Y es que como ya hemos dicho, la religión es un concepto general relacionado con las creencias, sentimientos y las normas de conducta de los seres humanos. Existen muchas religiones y dentro de cada una de ellas, hay diferentes sectas o grupos que teniendo creencias comunes, hacen interpretaciones distintas respecto de éstas; es decir, con base en la creencia común desarrollan dogmas diferentes entre los creyentes.

Para que nos entendamos y teniendo en consideración nuestra realidad, pensemos en lo siguiente: El cristianismo es una de las diferentes religiones que hay en el mundo, ya que hay otras religiones como el Budismo, el Hinduismo, el Islamismo, el Judaísmo, el Satanismo, el Neopaganismo, el Zoroastrismo, etc.

Dentro de la religión cristiana, por ejemplo, existen diferentes grupos o iglesias que la profesan pero con interpretaciones distintas en relación con los textos considerados sagrados; encontramos, entre otros grupos: La Iglesia Católica, Apostólica y Romana, la Iglesia Copta, la Iglesia Ortodoxa, la Iglesia Anglicana, la Iglesia Protestante, etc.

Ahora bien, a lo interno de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, encontramos diferentes congregaciones o denominaciones religiosas, a saber: Benedictinos, Cartujos, Franciscanos, Clarisas, Agustinos, Jesuitas, etc. O en el caso de la Iglesia Protestante, encontramos a los Luteranos, Calvinistas, Metodistas, Pentecostales, Cuáqueros y otro gran etcétera.

Con lo anterior lo que queremos mostrar es que existen muchos seres humanos con creencias distintas a las nuestras e incluso, entre aquellos que tienen creencias comunes, existen personas que interpretan de manera diferente las creencias que se comparten. Así las cosas, una persona que considere su creencia como la única, correcta e incuestionable, se enfrenta a una realidad que cuestiona esta forma de pensar; en otras palabras, no existe una única creencia y por tanto, resulta ilógico que una persona quiera que los otros seres humanos asuman su creencia como la única y verdadera.

Por ello, llama la atención como hay personas que lejos de comprender esa realidad, pretenden imponer sus creencias a los otros seres humanos. La religión, es decir, la creencia que cada persona tenga, es una decisión personal que debe adoptarse de manera libre y sin ninguna influencia externa; sin embargo, todos sabemos que ello no es así, desde niños se influencia a las personas para que interioricen determinadas creencias y a ello le llamamos proceso de socialización.

Por ello, el cuestionamiento de nuestras creencias tiene que hacerse a una edad en que la persona pueda reflexionar sobre su ideología religiosa. La importancia de ese cuestionamiento, que muchos se niegan hacer, es: afirmarnos o no en relación con aquello que desde niños nos han dicho que debemos creer.

Veamos algunos cuestionamientos que nos podríamos hacer. Por ejemplo, el Cristianismo, el Hinduismo, el Islamismo y el Judaísmo, creen en la existencia de un único Dios; sin embargo, en el caso del Cristianismo se habla de un Dios divisible en Padre, Hijo y Espíritu Santo, en cambio, en el caso del Hinduismo, Islamismo y Judaísmo, dicha división no es posible porque para ellos Dios es único e indivisible.

En lo particular, siempre me ha llamado mucho la atención ir a la misa en que los sacerdotes católicos, por ejemplo, explican cómo es posible la existencia de un Dios trino. Después de una serie de “argumentos” para nada convincentes, terminan diciendo a los feligreses que se trata de un misterio y que es necesario tener fe para poder creer en la santísima trinidad. ¡Por supuesto, al final todo se resume en un acto de fe! ¡Faltaba más!

Los cristianos consideran que el antiguo y el nuevo testamento contienen la palabra de Dios escrita por medio de hombres santos movidos por el espíritu del altísimo. Los hinduistas, por su parte, creen en las sagradas escrituras reveladas en los cuatro vedas (Rig Veda, Sama Veda, Atharva Veda y Yajur Veda). Los musulmanes creen en los textos sagrados que Dios reveló en el Corán al profeta Muhammad, los cuales están protegidos de cualquier corrupción o distorsión. Finalmente, el judaísmo ortodoxo considera que la Torá fue entregada por Dios mismo en el monte Sinaí y ésta no puede ser cambiada o modificada.

Como se puede observar, hay un vínculo entre el judaísmo y el cristianismo en relación con una parte de los textos que se consideran sagrados, a saber, lo relacionado con el antiguo testamento que se supone fue escrito por la mano de Dios, es decir, no hubo intermediarios. En cambio, el cristianismo a diferencia del judaísmo, adiciona los textos del nuevo testamento que fueron escritos por diferentes personas (Juan, Lucas, Marcos, Mateo) y en consecuencia, por su mediación, la palabra de Dios es revelada a los seres humanos. Aquí el cristianismo se asimila al hinduismo y al islamismo. ¡Curioso, no!

Más curioso es la diferencia que se hace entre el Dios del antiguo testamento y el Dios del nuevo testamento. En el primer caso aparece caracterizado como un Dios castigador, recordemos eventos como el Diluvio Universal o Sodoma y Gomorra; en cambio, en el segundo caso, Dios aparece como misericordioso y ya no castiga a quienes transgreden sus mandamientos; al contrario, el transgresor puede ser perdonado si se arrepiente de corazón. La diferencia entre uno y otro es analizada de manera clara por Erich Fromm en un texto que se lee fácilmente y que se denomina: “El dogma de cristo”. ¡No hay que temer a ese tipo de textos!

Por último, para no hacer muy cansino este inventario de creencias y bajo el entendido que se nos quedan muchas en el tintero, está aquella que procura contestar a la pregunta: ¿Qué nos espera después de morir? El cristianismo, al igual que Islamismo y el Judaísmo, creen en la resurrección de los muertos; en cambio, el hinduismo cree en la reencarnación del alma y en que un día se dará la liberación final, es decir, la moksha.

Ahora bien, resulta interesante imaginar dónde vamos a estar tantas personas resucitadas, porque pareciera claro que no cabemos todos en la Tierra. Recordemos que se resucita en cuerpo y alma, por lo menos así se ha planteado tradicionalmente, ya que no podemos hablar de la resurrección sólo del alma. ¿Oh, sí?

Todavía el asunto se complica más si pensamos que la resurrección es para que se nos juzgue y se determine si vamos al cielo o al infierno; en este caso, tampoco queda claro cómo se daría el proceso de juzgamiento: ¿Sería un juicio público o privado? ¿La persona juzgada tendrá posibilidad de defenderse o simplemente llegará a escuchar el veredicto?

Por supuesto que la intención de estas líneas no es que las personas dejen de creer sino que crean en lo que consideran adecuado creer. En otras palabras, un ser humano que ha sometido a cuestionamiento sus creencias y al final llega a la conclusión que vale la pena creer en tal o cual cosa, es una persona que tendrá una creencia mejor fundamentada porque estará basada en una decisión razonada; pero a la vez y esto es lo más importante, tendrá consciencia de la necesidad de respetar las creencias de las demás personas y de evitar los fanatismos de aquellos que consideran su creencia la única y verdadera.

Al reflexionar sobre lo que hemos planteado y sobre otras muchas circunstancias que el espacio de una columna impiden analizar, llegamos a la conclusión que la religión debería ser una actividad en la que la primera norma de conducta para los diferentes adherentes debería ser: respetar las creencias de las demás personas.

El problema se presenta cuando una determinada religión quiere imponer sus creencias y dogmas a aquellos que no comparten esas ideas. La humanidad ya ha visto mucha sangre correr por estas circunstancias y lejos de escarmentar, seguimos como el primer día. Y mientras tanto, Dios, Allah, Shivá, Shen, o como quieran llamarlo, se ha convertido en una idea para que algunos lucren, maten, engañen y realicen cualquier cantidad de actos que nada tienen que ver con los preceptos que la mayoría de religiones profesan.

Por eso vale la pena recordar uno de los tantos pensamientos que Gandhi nos dejó y que resume todo lo que hemos querido decir: “Deja que los pensamientos e ideas sobre Dios te vengan de todas partes, hay un sólo Dios con miles de nombres, rezale de acuerdo con tu religión, dando respeto a todas las demás”.

Y aunque aprecio las palabras de Gandhi, cuando en esta semana que recién ha pasado, me preguntaron sobre mis creencias, después de detenerme a pensar en lo que pasa con las religiones de este mundo, no pude más que contestar: Creo que no creo.