lunes, 26 de junio de 2017

En el sector de la construcción es donde hay más corrupción

La mayor corrupción está en el sector de la construcción y en las personas relacionadas con esta actividad. Sí, así como se lee y se escribe, ya lo habíamos mencionado anteriormente; la corrupción en la construcción no está circunscrita a lo público, cuando hablamos de corrupción también incluimos lo que ocurre en lo privado.
En lo público es muy evidente respecto a lo que se viene dando en relación con la obra pública. Hace poco  se dio a conocer que en la infraestructura recién construida en el sector de Paso Ancho, se desprendió una especie de platina y dadas las semejanzas, los comunicadores procedieron a hacer la analogía con el puente Alfredo González Flores, es decir, no salimos de una para entrar en otra.
Lo informado no es nada nuevo y tiene que ver con el nivel de impunidad con que se manejan las dos empresas que hacen casi toda la obra pública de este país. Realizan obras que al poco tiempo presentan deterioros o como dirían los abogados, se trata de vicios ocultos a la hora de la entrega de la obra; no obstante, a pesar de que ello sucede, no pasa nada de nada. Y peor, siguen siendo contratados por el gobierno de turno.
Ahora bien, esto que estamos indicando está vinculado con los casos que se conocen por los medios de comunicación. ¿Y los casos que no se llegan a conocer? No es estúpido pensar que deben existir múltiples casos de obras mal hechas que no llegan a conocimiento de los que informan y muchos menos a las personas que son receptoras de este tipo de contenidos.
No hay que ser muy inteligente para pensar que los niveles de corrupción del sector público no tienen nada que envidiarle a los que se desarrollan en el sector privado. Basta con que usted deba desarrollar cualquier arreglo en su casa o decida realizar una construcción de algo, en ese momento se podrá dar cuenta de la especulación que campea en relación con los materiales de construcción o de las actividades que están anejas a esos procesos.
A diferencia de los que muchos piensan, el margen de ganancia es mucho mayor de lo que creen. En la mayoría de establecimientos de productos de construcción el precio es uno si se paga de contado y otro si se cancela con tarjeta de crédito; es decir, casi siempre en el segundo caso te cobran más y si pagas de contado entonces te hacen un descuento que no llega al porcentaje que deben pagar a la casa de tarjetas. En cualquier caso los empresarios relacionados con la proveeduría de construcción siempre ganan.
Ni se diga de las empresas constructoras. Hace un tiempo se decía que había empresas que para lograr mayores dividendos, utilizaban materiales de inferior calidad a los contratados; lo mismo ocurría con los acabados de las casas que denominaron de interés social, en términos penales eran (o son) auténticas estafas a vista y paciencia de todos.
Así las cosas, como dicen los abogados, estamos jodidos con tanta impunidad. Y aquí nuevamente recuerdo las sabias palabras de José Martí cuando decía: “La justicia es como las culebras, solo muerde a los pies descalzos”.

lunes, 19 de junio de 2017

El trato diferente que se le da al Paro en comparación a la Huelga es una vergüenza

Resulta vergonzoso el trato diferenciado que los medios de comunicación dieron al Paro, inconstitucional e ilegal, que hicieron los empresarios autobuseros que explotan las rutas que llegan a La Carpio y pasan por La Uruca. Si hubiese sido una huelga de trabajadores, las actitudes inquisidoras estarían a la orden del día y habrían procurado deslegitimar el movimiento a como diera lugar.
En el artículo 61 de nuestro texto constitucional se establece el derecho de los patronos al Paro y el de los trabajadores a la Huelga. En consecuencia, tanto patronos como empresarios están legitimados para ejercer este derecho y no hay motivo para que los medios de comunicación hagan diferencias a la hora de informar sobre el ejercicio de estos derechos.
El Paro que hicieron los autobuseros fue inconstitucional e ilegal, porque el propio artículo 61 hace la salvedad en relación con los servicios públicos. En el caso al que hacemos referencia, estamos en presencia de un servicio público que es realizado por empresas privadas a las que el Estado ha otorgado la posibilidad de explotar este servicio; por tanto, los dueños de estas empresas han violentado el ordenamiento jurídico y han privado a los ciudadanos del servicio público que están obligados a brindar de manera continua.
El hecho es sumamente grave y desde el punto de vista jurídico, corresponde la mayor de las sanciones posibles dado que se incumplió con lo ordenado por la propia Constitución Política. Solo esta circunstancia de carácter formal y jurídica, es motivo suficiente para que los comunicadores interpelaran a los dueños de esas empresas de la forma que lo hacen con los sindicalistas cuando de una huelga se trata.
No obstante, al observar los noticiarios, la sorpresa fue que el trato dado a estos señores es el que deberían dispensar también a los sindicalistas. En efecto, en lugar de interrogarlos con un lenguaje agresivo y con el propósito de echarles encima a la población; esta vez se les preguntó los motivos del Paro y se les permitió expresarse sin interrupciones por parte de los comunicadores.
A pesar que los empresarios autobuseros no avisaron absolutamente nada, a diferencia de lo que sucede con las huelgas, los medios de comunicación no los trataron como suelen hacer con los dirigentes sindicales. No solo no avisaron sino que las personas perjudicadas son los grupos más humildes de nuestra sociedad y ahí sí cabía una reprimenda fuerte contra los empresarios que adoptaron semejante decisión; sin embargo, la tónica fue describir el hecho y no ponerse a juzgarlo negativamente. ¡Como tiene que ser!
Para que quede claro, no estoy abogando porque apliquen a los empresarios las mismas insolencias que tienen los comunicadores con los sindicalistas. Lo que estoy diciendo es que deben dispensar el mismo trato que dieron a los autobuseros, el cual es el correcto, a los dirigentes sindicales que ejercen su derecho constitucional a la huelga; no se vale que siempre pretendan acorralar y disque defender a los usuarios de los huelguistas y cuando se trata de empresarios que han cometido semejante gazapo, asuman una conducta en que no se evidencia la supuesta defensa del usuario.
Por eso es que los medios de comunicación han perdido tanta credibilidad. Da vergüenza observar la forma de expresarse de más de un comunicador, la carencia de las normas mínimas de respeto hacia una persona, sea sindicalista o empresario.
Lo que tienen que hacer es informar y no hacer valoraciones sobre lo que informan, ya basta de sesgar tanto lo que comunican a los televidentes, radioescuchas o lectores.
Todas las personas merecen respeto. Todas, sin ningún tipo de excepción.

lunes, 12 de junio de 2017

Emergencias del Hospital Calderón Guardia: Una réplica que puede ser superflua

La última columna la denomine “¡Qué desgracia caer como asegurado a emergencias del Hospital Calderón Guardia”. No suelo leer y mucho menos contestar lo que suelen comentar las personas que escriben en la sección de comentarios o en el Facebook del país, sin embargo, en esta ocasión sucedió algo que merece ser analizado y que me ha llamado poderosamente la atención.
Las personas que escribieron en la sección de comentarios que este diario digital tiene en cada artículo de opinión, se nota que leyeron el texto y entendieron lo que allí se estaba planteando. En efecto, tuvieron claro que se estaba hablando de la sección de emergencias y no de todo el Hospital Calderón Guardia, eso sin contar la experiencia que algunos de ellos tuvieron en dicho servicio; casi todos los que allí escribieron, son personas que suelen intervenir en este medio y que me merecen el mayor de los respetos porque sus puntos de vista suelen estar bien fundamentados.
Lo contrario sucedió en el Facebook del diario digital El País, salvo excepciones. En ese espacio hubo gente que no leyó la columna y comenzaron a emitir opiniones de todo tipo con base en el título del artículo. Como suele ser lo usual en esa red social, las personas que intervienen emiten comentarios que muestran su falta de lectura, su poca educación (formal y no formal), así como un léxico que deja mucho que desear y evidencia sus carencias para el diálogo civilizado y ponderado.
Ahora bien, sería incorrecto de mí parte generalizar y dar a entender que todos los que allí escribieron tuvieron el mismo comportamiento y discurso. Hubo personas que a pesar de escribir bien y hacer planteamientos interesantes, evidenciaron poco entendimiento en relación con lo que pretendía dar a conocer la columna; vamos a decirlo sin tapujos, el saber leer no solo implica poder decodificar el texto, la parte medular está en comprender lo que el texto intenta transmitir.
En este sentido, quisiera dejar muy claro algunas ideas en relación con lo escrito en la columna anterior de Poliédrica:
1) Como la mayoría de los que escribimos, leemos o solo vemos este diario digital, defiendo a capa y espada la institucionalidad de la seguridad social de Costa Rica y en especial, a la Caja Costarricense del Seguro Social. No obstante, esa defensa implica también asumir una actitud crítica ante las cosas que no están bien y, señoras y señores, la sección de emergencias del Hospital Calderón Guardia es una de ellas.
Entendámonos, el que haya personas que tuvieron la suerte o fortuna de ser bien atendidos, no es eximente de lo que se denuncia en la columna de la semana pasada. No se puede excusar que haya asegurados esperando ser atendidos que, en el mejor de los casos, están en una camilla en un pasillo o en el peor, están en una silla o sillón durante uno o más días. ¡Eso no puede ser! ¿Habrá alguien que quiera justificar semejante barbaridad?
2)   Los que sí leyeron pudieron darse cuenta que cargué la responsabilidad de semejante despropósito a los que administran y gestionan esa sección de emergencias de ese hospital. Indiqué que se trata de personas que, probablemente, no están allí observando lo que pasa y aunque manifesté que los trabajadores (médicos, enfermeros y demás personal sanitario) son víctimas de ese sistema perverso, también les hice la imputación de su responsabilidad al no reivindicar ante la administración, la necesidad de modificar las condiciones en que se trabaja en la sección de emergencias del Hospital Calderón Guardia.
Indiqué: ¿Por qué no hacen una huelga a favor del asegurado para eliminar las condiciones infrahumanas a las que se deben someter las personas en ese servicio? ¿Por qué no se ponen a favor del asegurado y exigen a los administradores, a los tomadores de decisiones, que se creen las condiciones para atender adecuadamente a los pacientes que llegan a ese lugar?
3) Me consta, porque también lo he visto, que si usted es hospitalizado o internado, las personas son atendidas de la mejor manera. Muchas personas suelen plantear que el problema de la atención médica está en la fase previa antes de ser hospitalizado, es decir, las calamidades las vive el asegurado al acudir a la consulta externa o a la sección de emergencias. Insisto los propios empleados y funcionarios deberían exigir cambios a los tomadores de decisiones para que esta situación se modifique y no asumir una conducta de resignación o peor aún, pensar que el asegurado debe soportar estoicamente este tipo de falencias.
Y es que hay funcionarios que no les gusta ser interpelados y cuestionados por muchas de las situaciones que hemos mencionado en esta columna. El problema está en que si los asegurados no nos quejamos por temor a represalias, los funcionarios pueden llegar a creer que todo está bien y más aún, pueden creerlo los tomadores de decisiones; no es quejarse por gusto, hay servicios en el Hospital Calderón Guardia y en otros hospitales que son de la máxima calidad, pero hay otros que dejan mucho que desear. ¡Desgraciadamente esa es una realidad!
4) Finalmente y para no aburrir, los asegurados tenemos nuestra cuota de responsabilidad en el mal servicio que brindan los funcionarios de la Caja Costarricense del Seguro Social. Yo  pude haberme quedado en silencio al observar los acontecimientos que las personas viven en el servicio de emergencias del Hospital Calderón Guardia, sin embargo, decidí describirlo en esta columna porque es necesario develar estas cosas y entre todos tratar de buscar una solución.
Ese día yo no era el enfermo, pero eso poco importa. En cualquier momento puedo ser yo u otra persona y no es conveniente que cualquier asegurado padezca las cosas que allí suceden. La defensa de la Seguridad Social pasa por procurar entre todos mejores servicios y exigir a los que administran que hagan bien su trabajo.
Ello es demasiado importante para pretender que los medios de comunicación hagan por nosotros esta tarea.

lunes, 5 de junio de 2017

¡Qué desgracia caer como asegurado a emergencias del Hospital Calderón Guardia!

La sección de emergencias del Hospital Rafael Ángel Calderón Guardia es un desastre horroroso. Uno no se percata de lo que sucede ahí hasta que el infortunio toca a alguien cercano o a uno mismo, es decir, solo estando allí se da uno cuenta de la mala gestión administrativa que hay en ese lugar.
Después de analizar la dinámica que se da ahí, la conclusión a la que se arriba es que los propios empleados (médicos, enfermeros, nutricionistas, misceláneos, etc) son víctimas de un sistema perverso y que está mal gestionado. Entendámonos, como en todo lado hay empleados de empleados, no falta un médico irresponsable, una enfermera con conocimientos limitados o un empleado que no hace su trabajo o es inepto para el mismo; sin embargo, uno observa que la mayoría procura hacer su trabajo y atender a los enfermos que tienen la desgracia de llegar a ese sistema perverso, el suplicio que se vive es al máximo nivel.
La persona o paciente que llega a emergencias de ese lugar, está sometido a la peor indiferencia en lo que atención hospitalaria se refiere. En efecto, se trata de un problema estructural en el que la demanda del servicio supera ampliamente los recursos, humanos y materiales, para solventar las necesidades con que llega la gente; dicho en otras palabras, con las condiciones que hay allí, ni el doctor Moreno Cañas, ni la enfermera Haydeé Gómez o ni cualquier otro empleado puede trabajar bien, claro está, eso no quiere decir que no deban hacer lo posible por cumplir bien con su trabajo pese a esas condiciones.
El paciente deja de ser paciente y se convierte en impaciente, para terminar en una situación sumamente degradante. Lo primero que se enfrenta es a la indiferencia que supone el ser un número más en la cantidad de personas que llegan a ese lugar en busca de atención médica, posteriormente, afrontan la carencia de personal suficiente e idóneo, de espacios adecuados y de condiciones mínimas para soportar su dolencia; para dejarlo claro, la persona que llega a ese lugar se somete a un proceso inhumano de hacinamiento, de espera interminable y de exposición a infecciones, virus y demás situaciones propias de un espacio de enfermedad mal gestionado.
La sala de emergencias del Hospital Calderón Guardia degrada al ser humano, no por culpa de los que ahí trabajan sino por culpa de una mala gestión administrativa. Camillas en los pasadizos, muchas horas para ser atendido, imposibilidad de ser internado por carencia de camas y otro sin fin de calamidades son parte de los vejámenes a los que se ven sometidos las personas que tienen la desgracia de tener que llegar a ese lugar.
Los que tienen el poder para cambiar esa situación, tampoco les interesa hacerlo porque no se ven afectados por este tipo de situación. En caso que ellos o un familiar se vea con una emergencia, los tomadores de decisión acudirán a sus influencias para evadir los padecimientos que padecen el resto de asegurados; se trata de un sistema perverso en que el asegurado es triturado por el sistema, mientras que aquellos que sí tienen influencia se benefician sin ningún tipo de límite.
Soy defensor a ultranza de la Seguridad Social porque si no existiera la Caja Costarricense del Seguro Social este país colapsaría. No obstante, esa organización tiene un problema que deviene de la brecha que tienen los tomadores de decisiones con la realidad del asegurado; dicho de manera sencilla, los que deciden en esa institución están desconectados de la realidad y no tienen la menor idea la situación que sufre el asegurado de carne y hueso en los diferentes servicios de la Caja.
Lo peor es que esa indiferencia de los tomadores de decisiones ha sido adoptada, como en una especie de teoría del derrame, por una buena cantidad de empleados. Deberían hacer huelgas para pedir mejores condiciones para atender a los asegurados, para tener mejor quirófanos para trabajar más y solventar la demanda que existe en este campo; empero, uno no observa ese tipo de huelgas, es decir, hay una especie de resignación de que no se puede hacer nada y eso no es así.
Sí se puede cambiar las cosas, pero quienes son los responsables de ese cambio, son los que no se ensucian las manos en los servicios donde llega la gente común y corriente. Las organizaciones profesionales y laborales deberían modificar sus objetivos de lucha, deberían luchar por mejorar el servicio aunque ello les signifique mayor trabajo y un sacrificio horario; sin embargo, eso es como pedirle peras al olmo.
¡Qué desgracia caer como asegurado a emergencias del Hospital Calderón Guardia!