lunes, 4 de mayo de 2015

El efecto Mirom

Escribir es una de las tareas más difíciles que existen. No solo hay que hacerlo respetando todas las reglas del idioma, sino también las de la lógica y más allá de ello, intentando desarrollar un discurso claro para cualquier persona que tenga la bondad de leer lo que uno escribe; está demás decir que, en no pocas ocasiones, uno falla en alguno de estos aspectos o incluso en todos, situación que genera la vergüenza de quien escribe y la obligación de autocorrección permanente.
Pero como si eso no fuera suficiente, cuando se escribe se tiene que pensar en las posibles personas que, eventualmente, podrán dignarse a leer el texto que ha salido de la pluma o, en estos tiempos habría que decir, del teclado del escritor. En ese sentido es preferible pensar que el texto va a ser leído por un especialista en el tema y no considerar lo contrario, es decir, resulta arriesgado considerar que el texto sólo va ser leído por personas que no conocen sobre el tema del que se escribe o que lo conocen poco.
No obstante, aunque se pudiera guardar todos estos cuidados, hay algo que difícilmente se puede controlar por parte del escritor, a saber: la interpretación del receptor. Las características del lenguaje hacen sumamente difícil no estar a expensas de la ambigüedad y la imprecisión que es consustancial a este medio que utilizamos para comunicarnos; por más esfuerzos de precisión que haga la persona que escribe, siempre existe la posibilidad que sus palabras sean interpretadas de diferentes maneras.
Y para terminar de redondear las diferentes situaciones que enfrentan aquellos que se atreven a escribir, resulta que ahora los textos pueden ser leídos, interpretados y comentados en cualquier parte del mundo. Dicho en otras palabras, lo que se escribe puede llegar a tener una divulgación exponencial debido a que la internet permite que lo escrito llegue a todo tipo de personas y, consecuentemente, pueda ser interpretado de mil y una formas.
Todo esto viene a cuento porque con el artículo de la semana pasada denominado “El por qué Navas no es titularen el Madrid”, ocurrió algo que jamás se espera que ocurra. No se trata de que haya tenido más de sesenta y cinco mil visitas que, valga decir, ya eso es sorprendente y se explica, como es lógico, por el personaje a que hacía referencia el artículo.
Tampoco tiene que ver con el hecho que en el blog “COLUMNA POLIÉDRICA” en que almaceno los artículos que aparecen en este diario digital, haya sido visitada por personas de lugares tan lejanos como Australia, China o la India. Nuevamente uno entiende que eso se debe no sólo por el personaje de marras, sino también por el equipo de fútbol que está mencionado en el texto del artículo; es decir, el Real Madrid es seguido en todas partes del mundo y cualquier texto que haga referencia a este equipo, es objeto de atención por muchas personas a lo largo y ancho de la aldea global.
La sorpresa viene por la mención que se hizo del artículo en un programa de tertulia deportiva en España que se llama: El Chiringuito de Jugones . Y es por esto que viene a cuento lo que hemos dicho en los primeros párrafos, ya que en ese espacio televisivo no sólo dijeron que el suscrito era periodista sino que sabía de la situación de Navas porque formaba parte de su entorno.
Me contactaron por medio de correo electrónico y tuve que explicar que la idea central del artículo consistía en analizar las relaciones de poder que existen a lo interno del camerino del Real Madrid. ¡Ni más, ni menos! Asimismo, les indiqué que no era periodista y que no conozco ni al señor Navas, ni a su estimable familia, ni a futbolistas, entrenadores o personas que, por alguna u otra razón, puedan estar relacionados con el portero de la Selección Nacional de Costa Rica.
Ello, sobra decirlo, no invalida la explicación brindada de por qué Keylor Navas la tiene difícil para lograr la titularidad en el equipo de fútbol Real Madrid. De hecho, tal y como se lo indiqué a la persona que me contactó, lo que se dice en el artículo no es ninguna novedad y cualquier persona observadora en España o en cualquier otra parte del mundo puede advertir esa situación; ello no implica, bajo ninguna circunstancia, que el artículo sea de un anti-Casillista como se quiso dar a entender en el programa televisivo.
Las relaciones de poder están presentes en todas las actividades en que haya seres humanos involucrados y los equipos de fútbol no son la excepción. Desde los equipos de barrio hasta en el mismísimo Real Madrid, existen dinámicas de poder y eso no debe sorprender a nadie; sin embargo, lo que sí sorprende es que se hagan interpretaciones que, incluso, pretenden desconocer esta realidad para entrar en valoraciones totalmente impertinentes en relación a si se pretende atacar al portero Iker Casillas.
Uno comprende que, al igual que sucede en Costa Rica, estos espacios que se dan en la radio y televisión necesitan tema de qué hablar y si el tema es polémico, pues todavía mejor. Como lo he hecho ver en otros momentos, no voy a entrar a cuestionar o criticar ese tipo de espacios y contenidos, al fin y al cabo, se trata de una actividad de la que viven muchas personas y cada quién determina si participa o el tiempo que le dedica a ese tipo de producciones; sin embargo, aparte de la frivolidad que presentan estos programas, lo que muchas veces insulta la inteligencia del interlocutor son las interpretaciones o valoraciones que hacen sus participantes sobre los temas de discusión.
Jamás imaginé el efecto que iba tener el artículo de Poliédrica de la semana pasada. A veces ha sucedido que ocurren accidentes debido a lo que oficiales de tránsito han denominado “el efecto mirón”, en principio, se supone que no hay una relación de causalidad entre una cosa y la otra; empero, a veces no se sabe si aquellos que afirman la interrelación de todas las cosas en el universo tienen razón, al fin y al cabo somos el resultado de su evolución y sus efectos siguen siendo un misterio.
De repente tenía razón Buda Gautama cuando decía: “Todas las cosas aparecen y desaparecen por la concurrencia de causas y condiciones. Nada existe completamente solo; todo está en relación con todo lo demás.”

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