lunes, 3 de noviembre de 2014

¡Erupción! : Cerremos la UCR y la UNA

Recientemente hemos tenido noticia que el volcán Turrialba ha hecho erupción. Como suele ocurrir en estos casos, los medios de comunicación hacen del hecho la principal noticia y dedican casi todo el tiempo de los noticiarios a “informar” sobre los designios de la naturaleza.
Lo que llama la atención es ver como de manera inmediata recurren a la Red Sismológica de la Universidad de Costa Rica (UCR) y al Observatorio Vulcanológico de la Universidad Nacional (UNA) para contar con una explicación científica sobre el fenómeno natural.
No obstante, días antes, esos mismos medios de comunicación, sus directores y sus periodistas, emitían opiniones contra el presupuesto que se asigna a esas instituciones de educación superior y contra la remuneración que reciben algunos de estos funcionarios universitarios.
En estos días, por ejemplo, han estado prestos a entrevistar a los vulcanólogos y a los sismólogos para dar un contenido serio a sus informaciones, sin embargo, al mismo tiempo, quieren que esas personas tengan salarios que no están acorde con el conocimiento que se devenga de ellos.
En la mayoría de los casos, por no decir que en todos, se trata de personas que debieron realizar ingentes esfuerzos para poder especializarse en un aspecto específico de estas ramas del conocimiento. Tuvieron que cumplir un plan de materias de, mínimo, cinco años y realizar una tesis de grado, con una duración máxima de dos años, para obtener su licencia y así poder ejercer su profesión.
Posteriormente, habrán tenido que realizar estudios de maestría por unos dos años y nuevamente, realizar una investigación para obtener el grado académico de máster. Una vez cumplida esa etapa y teniendo en cuenta la especificidad de su área de estudios, habrán desarrollado estudios y una investigación doctoral por un mínimo de cuatro años.
En total un vulcanólogo o un sismólogo, mínimo y en promedio, habrá invertido doce años de su vida para tener los conocimientos básicos que le permitan contestar, con alguna seriedad y competencia, las preguntas de medios de comunicación que días antes abogaban porque devengue el menor salario posible.
De acuerdo con estos medios de comunicación y algunos políticos, la UCR y la UNA no deben pagar a estas personas un salario acorde con sus conocimientos y responsabilidad. Estas universidades deberían dejar que estos vulcanólogos y sismólogos, que en muchas ocasiones arriesgan sus vidas bajando a los cráteres a recoger muestras, se vayan a otras universidades en el exterior y que el país se quede sin el conocimiento de estas personas.
En esta sociedad del espectáculo, como decía Vargas Llosa, está bien que un futbolista que desaprovecha infinidad de ocasiones de gol o que una modelo que enseña más de la cuenta su cuerpo, tengan ingresos diez o veinte veces más que esos vulcanólogos o sismólogos.
Una persona que trabaje en cualquiera de estas universidades nunca tendrá la mitad de los ingresos que recibía Walter “Paté” Centeno o “Vica Andrade”, por citar dos ejemplos conocidos. Estas personas para tener un ingreso digno, aparte de los estudios que hemos descrito, debe impartir clases y producir nuevo conocimiento que se materializa en publicaciones científicas y en otras formas en que se expresa el trabajo intelectual.
Además, tiene que recorrer un camino que en el mejor de los casos supone un mínimo de quince años de trabajo. En efecto, después de obtener su doctorado, estas personas tienen que hacer una carrera docente, sin embargo, para poder ir ascendiendo y así obtener un mejor salario, requiere: 1) Manejar, al menos, un idioma extranjero. 2) Producir nuevo conocimiento y materializarlo en publicaciones científicas en revistas indexadas a nivel internacional. 3) Impartir lecciones que son evaluadas por los estudiantes. 4) Tienen que realizar trabajos de acción social y extensión docente en beneficio de la comunidad. 5) Estar a disposición de las autoridades nacionales para colaborar en aquellas situaciones que requieran de sus conocimientos.
Teniendo en cuenta lo anterior, uno se pregunta: ¿Por qué los futbolistas y las modelos sí pueden ganar sumas de miles de dólares y en cambio los vulcanólogos o los sismólogos no? Dependiendo de la respuesta que demos a esta pregunta tendríamos que cerrar la UCR y la UNA (o las demás universidades), porque no habría personas competentes para impartir los cursos y menos para realizar investigaciones en los diferentes campos del conocimiento.
Quizás los medios de comunicación y los politiquillos de siempre quieran preguntarle sobre las erupciones del volcán Turrialba a los futbolistas y a las modelos. De repente les resulta más pertinente consultar sobre el estado del túnel Zurquí o de las carreteras, a los que “animan” o bailan en un programa que lleva un nombre en inglés para darle, supongo, más “caché” al programa de televisión.
Lo anterior lo digo con el máximo respeto para los futbolistas, modelos, animadores y bailarines que se ganan la vida honradamente en esas actividades. En buena hora que se puedan ganar la mayor cantidad de dinero que puedan, sin embargo: ¿Por qué vulcanólogos o sismólogos y otras personas que se han esforzado y realizan actividades de bien para el país no lo pueden hacer también?
Ya lo había dicho en otro artículo y ahora lo repito. No se trata de bajar a los que mejores ingresos tienen, sino de subir a los que tienen peores ingresos; en otras palabras, hay que equilibrar hacia arriba y no al revés. Los que menos ganan deben ganar más y no al contrario.
No se puede estar de acuerdo con la forma en que se valora el trabajo de los seres humanos en la actualidad . Las personas que en este momento están investigando para lograr, por ejemplo, la cura del cáncer o del ébola, no son famosos y tampoco tienen una remuneración cercana a la que tienen un tal Messi o a una tal Shakira; dicho en palabras sencillas, todo está al revés y se justifica lo superfluo en contra de lo importante, es un mundo demencial el que vivimos.
Desgraciadamente Costa Rica no es ajena a este fenómeno. Hay personas que quisieran que no haya vulcanólogos y sismólogos, quizás les resulta mejor para sus intereses escuchar explicaciones mitológicas o sobrenaturales en relación con la erupción del volcán Turrialba; o peor aún, volver a los tiempos de Mauro Fernández y que se cierren las universidades, ahora sí, para siempre.
El día que estas ideas se impongan definitivamente en la sociedad costarricense, como decía mi abuelita: ¡Apague y vámonos!

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