lunes, 10 de noviembre de 2014

Después de la erupción: ¿Qué pasó?

Inicio estas líneas agradeciendo a todas las personas que se tomaron el tiempo de leer esta columna la semana pasada. Sorprendió la cantidad de personas que mostraron su acuerdo y desacuerdo con las ideas que se plasmaron en el texto de Poliédrica que, como su nombre lo indica, procura plantear las otras caras que presenta nuestra realidad costarricense.
El artículo “Erupción: Cerremos la UCR y la UNA”, intentaba desarrollar tres ideas principales. La primera idea era mostrar la conducta hipócrita con que se manejan algunos medios de comunicación en relación con las universidades públicas y por conexión con otras instituciones que le hacen mucho bien al país. La segunda idea era señalar cómo la sociedad del espectáculo en la que vivimos, valora y premia con los mejores ingresos a las personas que se dedican a actividades que aportan poco a la calidad de vida y al desarrollo de los seres humanos. La tercera idea era que, como sociedad, debemos apostar por el mejoramiento de las condiciones de vida de los que menos tienen y que ello supone equilibrar hacia arriba y no hacia abajo, así como fortalecer las instituciones que han permitido y permiten, la movilidad social de los que menos tienen.
Lo escrito en Poliédrica, pareciera, haber interpretado lo que muchas personas pensaban. Como corresponde a una persona agradecida con sus lectores, me di a la tarea de leer todos los comentarios que se vertieron en el diario El País.cr, en las diferentes redes sociales y hasta en mensajes de correo electrónico, los cuales intenté resumir en cuartetos en relación con cada una de las ideas centrales del artículo aludido.
En relación con la conducta hipócrita de los medios de comunicación, algunos comentarios de nuestros lectores estuvieron de acuerdo en que: 1) Los medios de comunicación sólo resaltan lo malo de los ticos. 2) Los periodistas de los medios de comunicación sostienen el micrófono en una mano y el serrucho en otra. 3) Los medios de comunicación criollos tienen una doble moral. 4) Los medios de comunicación, al igual que los empresarios, quieren todo de gratis.
Por su parte, respecto a que la sociedad del espectáculo premia lo frívolo, los lectores manifestaron comentarios como los siguientes: 1) En Costa Rica se menosprecia a sus profesionales y su trabajo. 2) El artículo se aplica a otras profesiones que, al igual que sismólogos y vulcanólogos, se esfuerzan en favor de la población costarricense. 3) En Costa Rica nunca se valora lo que sí tiene valor. 4) A muchos profesionales no se les da el valor que tienen.
Finalmente, respecto a la tercera idea en relación con la necesidad de generar mayor equidad y de fortalecer la institucionalidad que permita concretar este objetivo, hubo comentarios que estuvieron de acuerdo con lo siguiente: 1) Está bien que las personas tengan un mejor salario en función de su conocimiento. 2) El artículo devela un poco de lo que las universidades públicas hacen por el país. 3) Hay personas que quieren salarios altos sin realizar el mínimo esfuerzo. 4) Efectivamente el mundo está al revés, debemos premiar a las personas e instituciones que trabajan por el bienestar general y que sean estas personas los famosos y los que ganen mejor.
Tendremos ocasión de ahondar más en cada uno de estos aspectos posteriormente. Se trata de opiniones y comentarios que merece la pena desarrollar porque, como decía don José Figueres Ferrer, al parecer están presentes en el alma nacional; dicho en otros términos, hay una buena cantidad de costarricenses que estamos hartos de la conducta hipócrita de los medios de comunicación, que no se valore y se remunere adecuadamente a los profesionales costarricenses, y que se quiera perjudicar a la institucionalidad que procura una mayor equidad para la sociedad costarricense.
También hubo, como no podía ser de otra manera, críticas al texto de Poliédrica de la semana pasada. Los desacuerdos tuvieron un marcado enfoque ideológico y provinieron de personas que, al parecer, observan a la sociedad desde una perspectiva dicotómica, a saber: público-privado, bueno-malo, sabios-ignorantes, eficiente-ineficiente, ganancias-pérdidas, en fin, aquellos que no entienden que la realidad tiene muchos matices que se encuentran entre lo blanco y lo negro.
Los desacuerdos respecto a la primera idea principal podríamos agruparlas de la siguiente manera: 1) Las instituciones públicas tienen la obligación de rendir cuentas y por tanto, los medios de comunicación no tienen por qué congraciarse con ellas. 2) Los medios de comunicación, como empresas privadas, pagan también impuestos con los que se financia la educación superior y entonces, tienen derecho a la información que generan los científicos de esas universidades. 3) Los costarricenses tienen derecho a la información y los medios de comunicación sólo sirven de intermediarios para que ese derecho se haga efectivo. 4) Una cosa es el problema del presupuesto y otra muy diferente es la necesidad de información científica, los medios de comunicación tienen la obligación de informar sobre ambas cosas.
El otro conjunto de críticas en relación con la idea de que se ha dado un desvalorización de las personas que trabajan por el bienestar y desarrollo de los seres humanos, podríamos sintetizarlas de la siguiente manera: 1) El valor del trabajo lo decide los consumidores y la gente productiva. 2) Ni “Pate” ni “Vica” ganaban su dinero de fondos públicos. 3) La comparación con los ingresos privados no viene al caso porque no es lo mismo obtener los ingresos de fondos públicos. 4) Los que trabajan en el sector privado pueden ganar lo que les dé la gana porque ellos generan o producen ese dinero, en cambio, los que trabajan en el sector público no producen nada y ganan dinero a costa de los impuestos que pagamos los que sí producimos.
Finalmente, en relación con la necesidad de equidad y de fortalecer las instituciones que la procuran, las críticas las resumimos así: 1) En las universidades y otras instituciones públicas hay abusos con el dinero que les damos por medio de impuestos. 2) El autor no ha estudiado administración pública básica, se está hablando de restringir el presupuesto no de cerrar las universidades. 3) ¿Para qué la Red Sismológica Nacional o el Observatorio Vulcanológico y Sismológico? No son necesarios, porque podemos acudir al Instituto Geológico de los Estados Unidos. 4) Las personas pobres lo son porque no trabajan, ellos mismos son los que se forjan su situación de pobreza.
Como habrán podido observar, la síntesis en cuartetos de los diferentes acuerdos y desacuerdos, no agotan los argumentos en favor o en contra del artículo de la semana pasada. De cada uno de ellos trataré de ocuparme en próximas entregas de esta columna, por supuesto que existe la tentación de responder inmediatamente a las críticas; sin embargo, aunque los argumentos que se esgrimen no son nuevos, conviene analizarlos uno por uno y con detenimiento en columnas posteriores.
Por lo pronto lo que interesa es que nuestros lectores tuvieran un inventario de los comentarios que generó la columna: “¡Erupción: Cerremos la UCR y la UNA”. Cada uno reflexionará que tan atinados o no son los acuerdos y desacuerdos que se vertieron, cada persona tomara posición en un sentido u otro; al final, de lo que se trata es de contrastar argumentos y que cada lector forme su propio juicio, es decir, establecer un diálogo que tiene como objetivo fundamental no ganar la discusión sino que las diferentes personas podamos aclararnos, mutuamente, las ideas que tenemos.
Ahora bien, en ese marco de tolerancia, los seres humanos y en especial los filósofos tenemos la obligación de desarrollar una filosofía militante. Estos temas son muy importantes para la vida cotidiana de las personas como para dejarlos en manos de los políticos, los periodistas y otros personajes que inciden en la toma de decisiones; por ello, debemos asumir una posición militante en favor de las ideas que nos parecen más adecuadas para el bienestar y el desarrollo de los seres humanos.
En una columna anterior decía que todos somos filósofos siempre que cuestionamos la realidad. Pues en estos y otros temas, debemos asumir posiciones y tener presente la famosa tesis once de Feuerbach:
“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.

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