lunes, 1 de septiembre de 2014

La derecha y sus postulados tributarios

La dicotomía Derecha-Izquierda en política, se origina históricamente a finales del siglo XVIII. Fue durante la Asamblea Constituyente francesa de 1790, que los aristócratas ocuparon el ala derecha de la sala de sesiones y en contraste, los Jacobinos, comandados por Maximilien Robespierrre, ocuparon el ala izquierda del recinto legislativo.
Un año después, en 1791, ya como Asamblea Legislativa, se volvieron a ubicar en el salón de reuniones de la misma manera. Al lado derecho los aristócratas, que estaban a favor de la monarquía y defendían propuestas de carácter conservador; y al lado izquierdo, los Jacobinos que estaban a favor de la revolución y abogaban, entre otras demandas, por el sufragio universal y el poder para el pueblo.
En los años siguientes, la dicotomía Derecha-Izquierda se fue asentando a lo largo de toda Europa. El término Derecha se utilizó para definir a los grupos o personas que tenían posiciones conservadoras y que no querían reformas de ninguna especie; por su parte, el término Izquierda, se le asignó a las agrupaciones o individuos que tenían a la igualdad como estandarte para impulsar los cambios que habían motivado la revolución francesa de 1789.
Así surgió la dicotomía Derecha-Izquierda que aún en nuestros días, sirve para ubicarnos dentro del espectro ideológico y político de las diferentes sociedades. El éxito de la dicotomía es su simpleza y el adaptarse al pensamiento usual de los seres humanos, es decir, las personas tendemos a pensar sin esfuerzo y para eso utilizamos dicotomías: bonito-feo, bueno-malo, inteligente-tonto, Dios-Diablo, Cielo-Infierno y así por el estilo.
Pues bien, teniendo en cuenta lo anterior, diremos que la Derecha costarricense son aquellos grupos y personas que no les interesa defender el valor de la igualdad. El que en los últimos años se haya incrementado la inequidad entre los costarricenses y que la brecha social se haya ampliado, tiene a la Derecha sin cuidado y no es un asunto que los desvele.
Para ellos las personas tienen la libertad para construir su destino. Si una persona es pobre, es porque no ha hecho un buen uso de su libertad y porque ha adoptado malas decisiones que lo han llevado a esa condición de pobreza; en todo caso, la situaciones de las otras personas no es problema de ellos, si son unos perdedores, es porque ellos se lo han buscado y no está bien pretender ayudar a estas personas que no se esfuerzan por salir adelante.
En ese sentido, los impuestos no deberían existir porque distorsionan la acción libre de las personas. El Estado no tiene por qué imponer a los miembros de la sociedad el pago de tasas o rubros con los que pretende realizar actividades que puede hacer el sector privado; tampoco se vale que, con esos impuestos, se le quiera ayudar a personas que no hay tenido la capacidad para salir adelante en la vida. La ley del más fuerte es la que debe imperar.
Por lo anterior, la Derecha nunca va estar de acuerdo en pagar impuestos y hará todo lo posible para evitar su creación. En nuestro país, por ejemplo, la posibilidad de aprobar nuevos impuestos cuenta con el rechazo frontal de la Derecha costarricense y, como siempre, existen soldados o peones útiles que, en la Asamblea Legislativa, van a echar mano de todas las herramientas que estén a su alcance para evitarlos.
Aparte de la postura anterior, en un segundo nivel, está otra línea de acción que es el no pagar impuestos. En efecto, no solo se van a oponer a la creación de impuestos, sino harán lo posible para no pagar aquellos que no pudieron evitar su aprobación; en otras palabras, la Derecha costarricense tiene como máxima, no pagar impuestos o pagar lo menos posible.
Es por ello que observamos que en materia de recaudación, los que más tienen, los de la Derecha, buscan cualquier subterfugio legal para no pagar. Por ejemplo, en materia de impuesto sobre la renta, hay empresarios que anualmente declaran pérdidas; sin embargo, los accionistas de esas empresas, evidencian incrementos patrimoniales que se expresan en vehículos de lujo que, probablemente, están a nombre de otras personas o sociedades anónimas.
Tal vez el ejemplo más patético de esta conducta de la Derecha ha sido el impuesto a las casas de lujo. Se supone que el dichoso tributo es, para financiar los programas para dotar de vivienda a las personas que no tienen casa, sin embargo, los dueños de esas casas lujosas, se la han ingeniado para no pagar el impuesto. Procesos judiciales de diverso tipo, así como la segregación de la propiedad para atomizar su valor, han sido algunas de las estratagemas empleadas para no pagar.
Lo anterior está directamente relacionado con otro de sus postulados tributarios: si no podemos impedir la aprobación de impuestos y si tampoco podemos dejar de pagarlos, procuremos que estos sean de carácter regresivo. Es por ello que la estructura tributaria costarricense se sustenta en impuestos indirectos, es decir, en aquellos que todos pagamos, independientemente de la dimensión de nuestro patrimonio personal.
El impuesto sobre las ventas es el ejemplo típico para ilustrar cuando nos referimos a los tributos regresivos o indirectos. Imagine que usted está en un restaurante y a su lado está el principal accionista de La Nación, degustando exactamente el mismo platillo que usted; al final, a la hora de pagar la cuenta, ambos van a pagar el mismo monto de impuesto de ventas aun cuando la diferencia de patrimonio entre ambos sea abismal.
La tributación en Costa Rica recae en los trabajadores costarricenses. El empleado público o privado no puede evadir el pago del impuesto al salario u otros que le cobran cuando quiere adquirir bienes y servicios; sin embargo, esa es una realidad que a la Derecha no le interesa cambiar y que, desgraciadamente, los sectores de la Izquierda no tienen el poder de transformar.
La reforma de la estructura tributaria es uno de los cambios sustanciales que impactaría a toda la sociedad costarricense, sin embargo, muy a mi pesar, no vemos posible que ello se pueda concretar en el futuro cercano. Aunque el Poder Ejecutivo quisiera y mandara un proyecto de ley a la Asamblea Legislativa, aunque se lograra una alianza de mayoría parlamentaria; no tengo la menor duda que algún diputado de la Derecha, haría todo lo que el reglamento legislativo le permite para que el proyecto no se apruebe.
Y si se aprobara, todavía quedaría la “herramienta” de la Sala Constitucional. En el utópico escenario de que se diera un cambio en la estructura tributaria para que los ricos paguen como ricos y los pobres como pobres, antes que esa ley pudiera ejecutarse, la Derecha pondría a trabajar a todos sus abogados para impugnar la ley por diversos motivos: vicios de procedimiento en el trámite legislativo, contradicción con artículos de la propia Constitución o con instrumentos jurídicos internacionales y, como no, paradoja de paradoja, violación a la igualdad por cobro diferenciado de los impuestos en función del patrimonio de cada persona.
Esta es la realidad pura y dura. Es la realidad política descarnada, pero no por ello, debemos segar en la lucha por lograr un país más equitativo y digno. Las personas debemos tener clara la realidad y entenderla, la posibilidad de un cambio de este calado es una lucha permanente; no es suficiente ganar la Presidencia de la República, hay que ganar una mayoría contundente en el Parlamento y lograr que a ciertos puestos lleguen personas que estén dispuestos a defender la construcción de una sociedad más equitativa.
Ahhh y no seamos ilusos. No esperemos que la Derecha cambie sus postulados en materia tributaria. Ellos están claros en sus postulados: 1) No a la creación de nuevos impuestos. 2) No al pago de impuestos. 3) No a una estructura tributaria sustentada en impuestos directos.
Lo demás, señores y señoras, es pura retórica.

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