lunes, 29 de junio de 2015

La quema del muñeco de Thelmo Vargas en 1991: Nadie experimenta en cabeza ajena

Desgraciadamente los que han atentado contra la educación superior pública suelen ser personas que han sido estudiantes de estas universidades. Está claro que el haber pasado por la aulas universitarias no implica que la universidad pasó por estas personas, existen muchos ejemplos de esta realidad.
Como siempre, me apresuro a precisar que no se puede hacer una generalización en relación con esta situación. Y para no pecar en ese sentido, es posible señalar dos nombres que pasarán a la historia como enemigos declarados de la educación superior pública, a saber: Thelmo Vargas y Otto Guevara.
El primero fue estudiante en la Universidad de Costa Rica y en el gobierno de Rafael Ángel Calderón Fournier, también egresado de esta casa de estudios, titular del ministerio de hacienda. No hay nada más triste que haya estudiantes y graduados de la propia universidad confabulando en contra de ella, se trata de personas que nunca entendieron qué es una formación humanista y, por supuesto, nunca comprendieron el objetivo que tenían los Estudios Generales en sus vidas.
Con base en una ideología económica que deja de lado a las personas y se concentra únicamente en los números, Thelmo Vargas desplegó sus argumentos tecnocráticos en contra de la educación superior pública. Nada nuevo bajo el sol: 1) Que era necesario reducir el déficit fiscal que había dejado el gobierno de Óscar Arias Sánchez (1986-1990); 2) Que para ello era necesario reducir los salarios de los empleados públicos, aunque los beneficios fiscales a las empresas privadas (CAT´S, Renta, condonación de deudas con la banca pública) se mantuvieran; 3) Que la universidades públicas gastan mucho y todo se va en salarios; etc, etc, etc.
Nunca entendió Thelmo Vargas, a pesar que fue estudiante de ella e incluso profesor, que la Universidad de Costa Rica y las otras instituciones de la educación superior pública, realiza actividades que dependen de personas y no de máquinas. Quizás para el señor Vargas, las clases de macroeconomía tenían que ser impartidas por robots, o tal vez, las investigaciones del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas debían ser hechas por computadoras y los proyectos que en aquel entonces había con cooperativas, podían ser desarrollados por autómatas y no por personas de carne y hueso.
La tensión entre el gobierno de Calderón Fournier y las universidades públicas llegó a tal punto que el ministro de hacienda tuvo que dejar su puesto, no sin antes haber presenciado la quema de su muñeco al frente de la casa presidencial. Nunca comprendió, Thelmo Vargas, que ese tipo de posiciones fundamentalistas, que ponen por encima los números antes que el bienestar de las personas, han sido rechazadas por el pueblo costarricense a través de la historia.
En la actualidad hay un nuevo Thelmo Vargas que lleva como nombre Otto Guevara. La diferencia es que no es ministro de hacienda sino diputado. Por lo menos el primero esgrimía argumentos con cierta coherencia aunque basados en su fundamentalismo economicista, pero los que ha manifestado ese diputado debería avergonzar a todo ciudadano que no tolera insultos tan groseros a la inteligencia.
Al igual que en el primer caso, Otto Guevara fue estudiante de la Universidad de Costa Rica y hasta donde he escuchado, pasó por sus aulas sin pena ni gloria. Al parecer se ufana en decir que ha sido profesor de la Facultad de Derech o y no tiene vergüenza en atacar a la universidad y al mismo tiempo, poner en su hoja de vida que ha sido docente en ella. ¡Ni rojo se pone!
Sus argumentos en relación con el presupuesto universitario dan pena. Su matemática en relación con el costo por estudiante de las universidades públicas lo que devela es una inteligencia muy limitada y una ignorancia de las actividades sustantivas en que se invierte el presupuesto universitario.
Desconoce que un profesor universitario no solo tiene que impartir sus cursos, sino que también debe desarrollar proyectos de investigación y de acción social. No me extrañaría que la docencia que dice haber impartido en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica, fuera llegar cuatro horas a la semana (si es que llegaba) para luego decir que ha sido profesor en esta casa de estudios. Lo que importaba es poder poner en curriculum esta circunstancia
¿Cuántos proyectos de investigación ha desarrollado? ¿Cuáles son los proyectos de acción social que han estado a su cargo? No hay que ser muy perspicaz para conocer las respuestas a estas preguntas, ya que lo social no es lo suyo y mucho menos la investigación científica. Tenga un poco de respeto de aquellas personas que se han quemado las pestañas tratando de prepararse en diferentes ramas de la ciencia, no solo para formar profesionales sino para investigar las particularidades de nuestra realidad y para impactar a los diferentes grupos sociales de nuestra sociedad.
Tenga un poco de amor propio y deje de emitir falacias que desnudan lo que usted realmente es. ¿Todavía no se ha dado cuenta lo que usted representa para el electorado costarricense? ¿No ha entendido el mensaje que los ciudadanos le enviamos a usted y a su partido político en las elecciones pasadas? ¿Quién es más oneroso para el pueblo costarricense, usted con su demagogia o un estudiante que se forme en alguna de nuestras universidades?
Diputado Guevara, no subestime la inteligencia de los ciudadanos de este país. Recuerde la historia de Thelmo Vargas y el muñeco, no vaya ser que termine de quemarse como político.

lunes, 22 de junio de 2015

Hay que decir no al ruido de las motos

El número de motos en Costa Rica se ha incrementado de manera exponencial, sin embargo, ello no justifica que el ruido que hacen esos vehículos crezca en la misma proporción. No es posible que los ciudadanos tengamos que soportar la contaminación sónica que producen algunos motociclistas que, por el simple gusto de hacer escándalo, andan con motos a escape libre y sin ningún tipo de consideración para el resto de las personas.
Aunque este tema puede considerarse trivial y sin ninguna relevancia, déjenme decirles que es todo lo contrario. Así como los motociclistas están prestos a protestar porque les suben el seguro de su moto, también los que no utilizamos ese tipo de aparatos debemos protestar por el ruido infernal y la perturbación que provocan en diferentes espacios de la vida nacional.
¿Por qué algunos motociclistas necesitan que sus motos hagan ruido y perturben la paz de las otras personas? Sinceramente, no encuentro una respuesta satisfactoria ante esta interrogante, sobre todo, porque no existe una relación entre la estridencia y la moto; en otras palabras, no es consustancial a este aparato de transporte el hecho de tener que emitir sonidos que alteren la paz individual y colectiva.
Una Harley Davidson, por ejemplo, no necesita de emitir ruidos insoportables para llamar la atención. Este tipo de moto va a captar la mirada de las personas por la estética con que ha sido diseñada, por sus piezas casi únicas que la distingue de otro tipo de motos; sin embargo, hay personas que consideran necesario acelerar hasta el delirio este tipo de medio de transporte.
Una Vespa es tal, no porque haga o no mucho ruido, sino porque se convirtió en un vehículo útil y funcional, primero en Italia y luego en el resto del mundo. Sus diseñadores nunca pensaron en convertirla en una máquina para producir ruido, por el contrario, los fines que guiaron su diseño y construcción se alejan sustancialmente de ese tipo de motivación.
No creo en que las leyes y sus sanciones resuelvan los problemas relacionados con la educación de las personas. Empero, debido al papel que ha venido jugando la revisión técnica en nuestra vida, pareciera que una de las opciones a considerar sería la exigencia de silenciadores o de muflas que eviten el ruido que atenta contra las personas.
Las motos para aprobar la revisión técnica deberían demostrar que no superan los parámetros de ruido fijados por la ley. Así como se controla el ruido que se hace en los domicilios de las personas, así también es necesario controlar el ruido que hacen las motos y otros medios de transporte.
Desgraciadamente este tipo de temas son considerados por la mayoría de la población como irrelevantes y aunque resultan molestos, no todos los ciudadanos se ven sometidos a su influjo. Por lo anterior, esperamos que en algún momento los legisladores costarricenses le pongan atención a esta situación y legislen a favor de los ciudadanos que amamos un entorno sin las molestias que hemos descrito.

lunes, 15 de junio de 2015

Todo está en la mente

Nos guste o no, el fútbol es un fenómeno social que trasciende a diferentes esferas de nuestra vida. Ello es más palpable cuando juega la selección nacional de los diferentes países; cuando eso ocurre, se mezclan una serie de factores bastante irracionales pero no por eso irreales.
Para bien o para mal, lo que sucede con el fútbol entre naciones o incluso lo que acontece con otros deportes en los eventos internacionales, inciden en el imaginario colectivo y también en el inconsciente de las personas; es decir, se trata de un fenómeno que tiene un efecto sobre la conducta de una buena parte de las personas.
Desgraciadamente hay personas que no se percatan de esta realidad y constantemente están posicionando en la mente de las personas, por medio de comentarios genéricos y con poco fundamento, que Costa Rica y las personas que la habitan, somos inferiores (no dicen los criterios de inferioridad) a los nacionales de otros países. ¡Nada más lejos de la realidad!
Lo que uno observa y escucha, es que existen una serie de presupuestos falsos con los cuales pretenden sustentar este tipo de afirmaciones. Por ejemplo, se suele decir que Costa Rica es un país pequeño y que ello nos lleva a estar en desventaja en relación con otros países; sin embargo, lo primero que debemos preguntarnos es: ¿Pequeño en relación con qué y con base en qué criterios?
Si utilizamos como parámetro el tamaño del país medido en kilómetros cuadrados, tendríamos que decir que somos más pequeños que Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá; sin embargo, en ese mismo rubro, somos más grandes que Dinamarca, Países Bajos, Suiza y Bélgica.
Por el contrario, si usamos como criterio el número de habitantes vamos encontrar que la población de Costa Rica es más grande que la de Irlanda, Letonia, Panamá, Uruguay y Croacia; sin embargo, es más pequeña que Noruega, Eslovaquia, Finlandia, El Salvador y Singapur.
Como se observa, no existe una relación de causalidad entre el tamaño de los países y su número de habitantes, con el éxito deportivo y en especial, con el éxito en el fútbol. Los Países Bajos tienen una extensión territorial más pequeña que Costa Rica y han sido subcampeones mundiales en tres ocasiones: Alemania 1974, Argentina 1978 y Sudáfrica 2010. Uruguay tiene menos habitantes que Costa Rica y ha sido campeón mundial en dos ocasiones, así como semifinalista tres veces: Suiza 1954, México 1970 y Sudáfrica 2010.
La idea de superioridad o inferioridad en el fútbol o en otras áreas de la vida es un prejuicio que no tiene fundamento en la realidad. Desgraciadamente, existen muchas personas y en especial, periodistas deportivos, que reproducen complejos de este tipo en relación con el fútbol y, por desgracia, eso termina trascendiendo a las personas, es decir, influye en los presupuestos con base en los cuales valoramos nuestras capacidades en el concierto de las naciones.
Se suele poner como uno de los criterios de superioridad la infraestructura y por supuesto, se cita como ejemplo la que existe en Europa. Pues bien, hay varios países europeos que gozan de una excelente infraestructura y ello no ha implicado que hayan tenido mejores resultados que Costa Rica en el fútbol, piensen en el palmarés de países como Noruega y Finlandia.
Al final se trata de un asunto mental y de un prejuicio que se devela cada vez que las personas hablan. Hay periodistas deportivos que piensan que todos los oyentes tienen flaca memoria y se olvidan, por ejemplo, de lo que dijeron de la Selección de Fútbol de Costa Rica antes de su participación en el mundial 2014 y al final, tuvieron que reconocer que se habían equivocado.
En la película Italia 90, ilustran muy bien que esta actitud no era nueva y pareciera estar entronizada en nuestro modo de ser. El que en una caricatura se haya puesto dos aviones y se dijera que uno era para los seleccionados y otro para los goles que se iban a traer de vuelta, dice mucho de este prejuicio de inferioridad con el que muchas personas viven en nuestro país.
Lo paradójico es que también sufrimos de complejo contrario, es decir, de superioridad. Sobra decir que ello se manifiesta en relación con los países centroamericanos y con la mayoría de naciones caribeñas, también en materia futbolística se evidencia a la hora de enfrentar algunas selecciones de Asia, Oceanía o África; no obstante, eso ha venido variando y depende del país con que se hace la comparación.
¿Hasta cuando dejaremos atrás estos prejuicios? ¿Cuándo será el día que nos demos cuenta que podemos hacer las mismas cosas, o mejores, que hacen en otros países? ¿Por qué el costarricense, al mismo tiempo, se menosprecia o sobrevalora dependiendo de los prejuicios con los que valora a los seres humanos de este mundo? ¿Qué debemos hacer para dejar atrás este pesado lastre?

lunes, 8 de junio de 2015

La riqueza y la pobreza: ¿Dos caras de la misma moneda?

Voy a mencionar cinco nombres que cualquier persona bien informada y, en especial, si vive en centroamérica debe haber escuchado, a saber: Carlos Pellas Chamorro, Mario López Estrada, Jaime Rosenthal Oliva, Mahamad Yusuf Amdani Bai y Roberto Kriete Avila.
No me extrañaría que la lectura de esos nombres, en principio, no le signifique absolutamente nada a usted estimable lector; tal vez, si menciono otros cinco nombres haya un mayor conocimiento de las personas que los llevan. Veamos: Miguel Facusse Barjum, Francis Durman Esquivel, Juan Monge Castillo, Juan Luis Bosch Gutiérrez y Julio Herrera Zevallos.
Uno de los problemas de quienes abogan por una mayor equidad en los diferentes países del mundo y en concreto en centroamérica, es que no tienen idea cuáles son las personas que realmente manejan el poder económico y con ello el poder político e ideológico. De ahí que, usualmente, los planteamientos reivindicatorios se caracterizan por ser abstractos y carentes de acciones concretas para equilibrar la distribución de la riqueza en cada país.
Un lector acucioso, a estas alturas de este artículo, ya debería haber indagado uno o dos de los nombres que hemos mencionado y a partir de esa primera aproximación hacerse una idea de la característica general que une a cada uno de estos personajes. Sin embargo, la acuciosidad no es una virtud que tengan la mayoría de las personas, de hecho, es probable que a muchos les resulte un fastidio intentar hacer ese ejercicio.
Aquellos que realmente mueven los hilos, siempre están tras bambalinas. Si en lugar de Carlos Pellas Chamorro hubiese puesto el nombre de Daniel Ortega Saavedra, probablemente los estimables lectores inmediatamente hubiesen hecho una serie de asociaciones en relación con este segundo personaje. Empero, ante el desconocimiento del primer personaje, difícilmente podrían contestar a la pregunta: ¿Cuál de ellos tiene más poder en centroamérica?
Resulta paradójico que la persona con más dinero en América Central sea originario del país más pobre del istmo. De los cinco primeros nombres que he dado al principio, el segundo es guatemalteco, el tercero y cuarto son hondureños, y el quinto es salvadoreño. En el índice de desarrollo humano publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el penúltimo lugar en centroamérica lo ocupa Honduras y el antepenúltimo Guatemala; siempre de atrás hacia adelante encontramos, tercero a El Salvador, segundo Costa Rica y de primero a Panamá.
De los otros cinco nombres que mencioné, el señor Miguel Facusse es hondureño, Francis Durman costarricense y los tres restantes guatemaltecos. Pareciera, entonces, que para una persona es más fácil acumular una gran riqueza en aquellas sociedades en que la pobreza es mayor; sin embargo, esto es una hipótesis que habría que, probablemente, ya ha sido  verificada o refutada.
En todo caso, no se puede plantear una mejor distribución de la riqueza sin conocer a las personas que, en principio, van a oponerse a que semejante propuesta se pueda llevar adelante. Digo en principio, porque he conocido personas que han acumulado una gran riqueza y que están conscientes de la necesidad de mejorar la condición de vida de la mayoría de los seres humanos; sin embargo, curiosamente, esa consciencia suele disiparse en aquellos descendientes que constituyen la segunda o tercera generación de aquellos que tuvieron ese pensamiento.
Ante esta realidad, la tendencia es pensar que la acumulación de una gran riqueza en pocas personas es inversamente proporcional a una mayor pobreza en la sociedad donde ocurre este fenómeno. La pobreza de muchos es la que permite la riqueza de pocos, sin embargo, esta dialéctica queda oculta por medio de una serie de mecanismos jurídicos, financieros e ideológicos que impide a la mayoría de las personas darse cuenta de cómo y quiénes se quedan con la parte del pastel que les corresponde.
Estoy casi seguro, que en Guatemala la mayor parte de sus ciudadanos no saben que tres de sus ciudadanos son de los hombres con más riqueza de centroamérica. A los hondureños, probablemente, ni les pasa por la mente que tres de sus compatriotas están dentro de los diez más ricos del istmo, situación que se replica con los salvadoreños y los costarricenses.
Cuando hablamos de distribuir la riqueza, es necesario dialogar con aquellos que la tienen y no con sus lugartenientes que, usualmente, juegan el papel de políticos. Desgraciadamente son estos y no aquellos los que la mayoría de personas observan, con lo cual se pierde la perspectiva y la eficacia a la hora de dialogar y negociar.
No podemos esperar que los medios de comunicación indaguen en relación con estas personas, al fin y al cabo ellos son los dueños quienes controlan la información que se divulga a la población. Así las cosas, le corresponde a los intelectuales procurar traspasar el velo que impide ver quiénes son estas personas y cuáles son sus actividades; sin embargo, ello no está exento de obstáculos e incluso de riesgos, ya que si los ciudadanos se dieran cuenta de cómo funciona todo este andamiaje, tal vez, se indignarían y eso no conviene para aquellos que les interesa que todo siga igual.
Ahora, no olvidemos que las personas mencionadas son bastante pobres si se comparan con Bill Gates, Carlos Slim, Warren Buffett, Amancio Ortega y Larry Ellison, por citar solo los cinco personajes más ricos del mundo. Como se observa, todo depende del punto de referencia que adoptemos para hacer el análisis, por eso cuando hay personas que quieren impresionar a otros con su dinero, lo único que cabe es sonreír y decir para nuestros adentros: ¡Pobre iluso!
No obstante, lo que sí podemos hacer es identificar claramente a estos personajes para establecer políticas de distribución de la riqueza que ataquen estos excesos que son, francamente, vergonzosos. El problema es que hay todo un andamiaje para que los encargados de develar esta realidad, se ocupen de los superfluo y no de lo relevante.

lunes, 1 de junio de 2015

¿Quién o quiénes hicieron la inseminación artificial?

La noticia relevante no es que hayan nacido seis neonatos sino el averiguar quién o quiénes hicieron mal el procedimiento de inseminación artificial y cuánto cobraron por semejante mal praxis. Desde el inicio de este artículo he de dejar claro, que respeto y me solidarizo con la pareja y la familia que ha enfrentado esta situación, estoy a favor de la inseminación artificial y de la fecundación in vitro, siempre y cuando se hagan de conformidad con los protocolos y procedimientos establecidos para estos efectos.
Llevamos varios días escuchando sobre la situación que se ha presentado en relación con el nacimiento de estos seres humanos, pero los medios de comunicación, como siempre, dejan suelto un cabo relevante de este asunto. Lo que se ha dado en este caso es una evidente mal praxis del procedimiento de inseminación artificial y los periodistas no han hecho nada por indagar quién o quiénes provocaron este hecho.
La inseminación artificial se define como el procedimiento para hacer llegar el semen al óvulo empleando técnicas adecuadas. Evidentemente, en este  y en otros casos que hemos podido observar, las técnicas que se emplearon no son las adecuadas; lo que se espera cuando se realiza correctamente la inseminación artificial, es que se fecunde un óvulo y que haya un solo nacimiento.
Cuando se da la fecundación de más de un óvulo, estamos frente a una mala praxis y ello no tiene nada que ver con ningún designio divino. Con todo respeto para los creyentes y para que nos entendamos, el hecho que se fecunden varios óvulos con el semen inseminado, no es porque Dios lo quiso así; por el contrario, se trata de un fallo humano. ¡Humano, demasiado humano! como diría Nietszche.
Tan humano y terrenal, que hubo una o varias personas que cobraron por hacer mal su trabajo y, a pesar de eso, siguen en el anonimato porque, al parecer, a nadie le interesa saber quién o quiénes son estas personas. Se ha preferido poner los focos, únicamente, sobre una parte del escenario, dejando en la oscuridad la parte donde se generó todo este drama humano.
¿Por qué son tan pusilánimes unos, varios o muchos periodistas? ¿Qué impide a estas personas, dedicadas a tan noble profesión, discernir lo importante de lo superfluo? A veces uno se pregunta si es por incompetencia o si se trata de directrices que vienen de los directores de medios o de los propios dueños de las empresas de comunicación. Siempre trato de no generalizar o, al menos, indicar que no todos actúan de esta manera; pero, sinceramente, a veces, no hay cara en que persignarse.
Ahhh! Y que no salgan diciendo que se trata de un asunto de la esfera privada de las personas. Casualmente, lo que han informado son aspectos que atañen más a lo privado de las personas, en cambio, lo público, lo relacionado con la mal praxis y sus responsables: ¡silencio!
La única instancia que se ha dado cuenta de la gravedad de lo que ha pasado, pareciera, es el Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica. Se supone que han iniciado un proceso de investigación, ya que están preocupados por la proliferación del número de embarazos múltiples que se han venido dando; sin embargo, sin desmeritar dicho esfuerzo, el sentido común manda que es conveniente una investigación de instancias que no estén vinculadas con los propios médicos.
El tema de la inseminación artificial y de la fecundación in vitro son demasiado importantes como para dejarlo en manos solo de los médicos. Todavía peor si lo delegamos en los diputados y más “pior” si queda a expensas de diputados fanáticos, que consideran este asunto desde una ideología religiosa basada en dogmas que ni ellos mismos comprenden.
Uno de los aspectos que nos va tocar analizar y normar en el siglo XXI, son las diferentes técnicas relacionadas con la vida de los seres humanos. Desde aquellas que tienen relación con el inicio de la vida, hasta aquellas vinculadas con su final; la clonación de seres humanos junto con la creación de órganos artificiales, estarán dentro de los temas que el debate filosófico, ético, político, jurídico, médico y claro está, religioso, deberán de considerar.
Pero, mientras eso sucede, es necesario evitar que haya irresponsables lucrando por hacer procedimientos de inseminación artificial incorrectos. Lo ideal es que estos hechos no queden impunes y que al menos conozcamos quiénes son, para que las personas no se vean sometidas a estos procesos que se vuelven traumáticos y dolorosos para todos.