lunes, 31 de julio de 2017

¿Qué puede mi generación esperar de las generaciones posteriores?

Pertenezco a una generación en la que nos enseñaron a pagar lo que se denominaba el derecho de piso. Nos criaron diciéndonos que las cosas había que ganárselas y que ello suponía trabajo duro, respetar a las personas que ya se habían ganado ese derecho de piso e intentar aprender de ellos.
Muchos de mis contemporáneos tuvimos padres que no tenían mucho dinero, pero que trabajaron duro para proporcionarnos los mínimos para salir adelante. Pertenezco a la generación que en las vacaciones del ciclo lectivo trabajamos cogiendo café, o como ayudante de alguien, o de dependiente de una tienda, por poner tres ejemplos; ello para ganar un poco de dinero y así obtener algunas cosas que nuestros padres no nos podían comprar.
Se nos inculcaba que las cosas costaban y que era necesario trabajar duro para conseguirlas. Recuerdo haber trabajado en el mes de diciembre de pintor de casitas para niñas por un salario que, visto en retrospectiva, no era el más justo; sin embargo, a pesar de ello, me supuso poder ir a las fiestas de fin de año e invitar a un par de amigos a los carruseles y a comer a los chinamos.
Somos una generación que nos cuesta entender a las generaciones posteriores. No entendemos a esas personas que quieren desconocer el derecho de piso y pretenden llegar al último peldaño pasando por encima de las demás personas; curiosamente, ese irrespeto se refleja no solo en el ámbito laboral, sino también en otras actividades donde se requiere tener en cuenta la experiencia de los demás.
La generación a la que pertenezco, hay excepciones como en todo, nos enseñaron a respetar a nuestros mayores. Resulta impensable que uno vaya a dejar al garete a aquellas personas que trabajaron duro para proveer lo mínimo básico para que uno pudiera desarrollarse como ser humano, empero, en la actualidad hay hijos e hijas que en lugar de cuidar a sus viejos, tratan de aprovecharse de ellos e incluso los dejan tirados en albergues y hospitales.
Tratamos de entender a las nuevas generaciones. Procuramos comprender por qué se comportan así y todavía no está clara la respuesta, especialmente, porque puede haber alguna o mucha responsabilidad de parte de la generación a la que pertenezco; para decirlo de manera directa, los padres de esas generaciones nuevas somos los responsables de la formación de estos costarricenses y, por tanto, debemos hacer una introspección para determinar nuestra cuota de responsabilidad en esto que venimos señalando.
A la generación a la que pertenezco nos enseñaron a respetar, por ejemplo, a los maestros y profesores. Cuando mandaban a llamar a uno o a los dos progenitores a la Escuela o al Colegio, uno podía estar seguro que los padres iban atender con mucha seriedad la queja de la “Niña” o el “Profe”; difícilmente, salvo que de verdad hubiera algo muy extraño, los padres iban a poner entredicho al docente, el respeto que se le tenía era mucho y uno ya sabía que la cosa en la casa iba estar complicada.
No es necesario que brinde rangos de edad, cualquiera que lea estas líneas sabrá si fue educado bajos estos parámetros. Repito, como todo en la vida hay excepciones y no dudo que hubo personas de nuestra generación que nunca respetaron el derecho de piso; no obstante, me atrevo a asegurar que son los menos, la mayoría de nuestra generación ha logrado lo que tiene y está donde está, con base en mucho esfuerzo y trabajo.
Por ello, nos toca educar a nuestros hijos bajo esos parámetros y tratando de entender el nuevo contexto en que les toca desarrollarse. La mayoría de asesinatos por sicariato y ajuste de cuentas, tienen como víctimas a personas que van de los 15 años en adelante; no hay que ser muy inteligente para darse cuenta que se trata de jóvenes que quieren dinero fácil a través del tráfico de drogas y que no les interesa trabajar duro, para lograr los ingresos que obtienen por medio de esa actividad ilegal.
La generación a la que pertenezco debemos hacer nuestro balance y analizar qué estamos dejando a nuestro paso por esta tierra. El tiempo ha pasado rápido desde aquella época en que trabajamos los fines de año, estamos a mitad del camino, pero debemos percatarnos que la tercera y cuarta edad está a la vuelta de la esquina.
¿Qué podemos esperar de las generaciones que hemos tenido la responsabilidad de educar?
La esperanza es una de las virtudes teologales y como agnóstico no espero nada. No obstante, si por la víspera se saca el día, el panorama que se presenta a mí generación no es muy promisorio.
¡Tiempo al tiempo!

lunes, 24 de julio de 2017

¿Por qué el costarricense promedio le serrucha el piso a su compatriota?

Muchos de los chistes que se suelen escuchar en relación con los ticos se han hecho realidad en los últimos días. Aquello de que el diablo no debe preocuparse de que los costarricenses salgan del infierno porque ellos no permiten que nadie salga y mucho menos se ayudan entre sí para salir, pareciera, una característica de la mayoría de nuestra sociedad.
Lo que ha sucedido en relación con el director técnico de la Selección Nacional de Fútbol, es un vivo ejemplo de esta situación. Durante estos días he podido escuchar y leer, las descalificaciones más bajas que se pueden hacer respecto a un compatriota; toda esa inmundicia se ha justificado con base en una valoración sobre si el estilo de juego del equipo nacional es del gusto o no de determinadas personas.
El problema es que esas personas en ningún momento se han detenido a precisar los criterios para determinar: ¿Qué es un estilo de juego bonito, agradable, bueno, etc?
No está claro si un juego bonito consiste en que el estilo de juego de la Selección Nacional contemple salir jugando desde la defensa, sin reventar el balón y haciendo una transición rápida que culmine con un gol en la portería contraria. O si por el contrario, un estilo de juego bueno es un juego directo en que los defensas manden pelotazos a los delanteros y que estos anoten en un máximo de tres pases.
Alguien podría decir, para definir qué es un estilo de juego bonito, que la referencia más reciente es la del equipo del FC Barcelona de Josep Guardiola. Supongo que en ese caso, lo bueno o bonito de ese estilo de juego estaría determinado por el número de pases que hacía ese equipo para llegar al arco contrario y anotar; o tal vez otro criterio sería que, además de ese tiqui taca, el equipo tuviera la fortuna de ganar con ese estilo de juego.
Lo que quiero apuntar es que no se puede establecer una discusión respecto a juicios valorativos, sin precisar (al menos) los criterios que dan sentido a la valoración. Una obra de arte es buena o es bonita porque existen una serie de criterios estéticos o metodológicos que dan sustento a una conclusión de ese tipo, lo mismo debería ocurrir en esta caso.
Ahora bien, uno puede intentar justificar que ese tipo de debates se presenten entre aficionados que se supone no manejan los elementos técnicos del fútbol, pero no es dable que quienes informan sobre este deporte caigan en ese mismo error. Es patético que periodistas deportivos que se supone deben educar al aficionado, promuevan debates sobre juicios valorativos que carecen de criterios para, al menos, definir la valoración que se hace.
No obstante y como si fuera poco, una buena cantidad de estos informadores que tienen programas deportivos, han encontrado que la causa de todo ello se debe al director técnico de la Selección Nacional. El problema ha sido que debido a los resultados que ha obtenido, muchos de ellos han optado por utilizar argumentos ad hominem relacionados con su apariencia física, su forma de hablar o su afinidad con la afinidad campesina.
De todas las cosas que he escuchado en las últimas semanas, este tipo de descalificación para don Óscar Ramírez ha sido de lo más bajo. Me parece que los informadores y los propios aficionados, nos debemos preocupar por entender los aspectos estratégicos, tácticos y técnicos involucrados en el juego del fútbol, no se puede desprestigiar el trabajo de una persona con base en  juicios valorativos que no tienen sustento en criterios que puedan ser verificados y evaluados.
¿Qué tiene que ver la condición física de Óscar Ramírez con el hecho que un jugador falle una o varias ocasiones de gol? ¿Qué relación tiene la extracción campesina de Ramírez con el hecho que jugadores se lesionen en un partido? ¿Qué vínculo existe entre la forma de hablar del director técnico de la Selección Nacional y el hecho, puro y duro, que cualquier persona a más de treinta grados centígrados vea disminuidas sus capacidades cognitivas o de reacción?
En lugar de este tipo de bajezas, deberíamos estar apoyando al señor Óscar Ramírez y no estarle serruchando el piso. Que yo sepa nadie tiene pruebas que sea un vagabundo y que no hace su trabajo, tampoco los jugadores han dicho que su método de trabajo sea obsoleto o que está mal la forma en que ha conducido a la Selección Nacional. Ni siquiera los legionarios o los jugadores locales.
En lugar de bajarnos el piso, los costarricenses deberíamos apoyarnos en todo lo que hacemos. Ello no quiere decir que no pueda darse la crítica, sin embargo, lo que no es posible es que se quiera disfrazar la crítica con argumentos falaces, bajos y soeces.
Cuando los costarricenses nos unimos y nos apoyamos, somos capaces de hacer cosas que otras naciones con muchos más recursos que nosotros no han podido lograr. Incluido el fútbol.

lunes, 17 de julio de 2017

Tres años que nos motivan a seguir en la lucha

El pasado viernes 14 de julio de 2017, esta columna cumplió tres años de estar saliendo todas las semanas en este diario digital. Me he sentido muy honrado que me hayan dado la oportunidad de escribir en este diario digital y así lo he externado en muchas ocasiones.
Leyendo lo que se escribe en otros medios de comunicación y observando las personas que suelen escribir en El País.cr, he sentido una gran responsabilidad y he procurado estar a la altura de las plumas de quienes aquí escriben. Este medio de comunicación se ha convertido, le duela a quien le duela, en una alternativa real en el espacio mediático costarricense.
Como lo he comentado en alguna ocasión, cuando llegué aquí, venía de una mala experiencia con el director de la sección de opinión del diario que se produce en LLorente de Tibás. Le hice ver a aquel personaje, el cual ya no está entre nosotros, que un medio de comunicación no debe tomarse la atribución de modificar un texto sin el consentimiento de su autor; menos, si los cambios responden a desacuerdos de carácter ideológico en relación con la línea editorial del periódico.
En todo caso, desde el punto de vista ideológico y como experiencia de vida, no es coherente que si se comulga con ideas que abogan por lograr una mayor equidad en la sociedad costarricense, se escriba en un medio de comunicación que aboga por lo contrario. Dicho en otras palabras, independientemente de lo que me ocurrió a mí, una persona que promueva las ideas de izquierda, no debería prestarse para que su intelecto (bueno o malo) sea utilizado y usufructuado por este tipo de empresa.
En ese sentido, venimos dando la lucha por tener medios de comunicación que en lugar de embrutecer a nuestro pueblo, lo eduque a partir de materiales en los que el receptor tenga la oportunidad de acceder a contenidos que lo hagan pensar y analizar la realidad. No nos cansaremos en abogar para que surjan más medios como El País.cr que, en general, se ha convertido en un espacio que ha marcado un punto de inflexión en la oferta mediática costarricense.
En nuestro caso, esta columna ha tratado de evidenciar las diferentes caras que nos presenta la realidad. Debido a lo limitado del espacio, es difícil poder dar cuenta de todas; sin embargo, se ha intentado mostrar aquella que resulta menos evidente, es decir, el nombre de esta columna responde a la idea de que la realidad es poliédrica.
La palabra poliédrica está referida a la figura geométrica del poliedro, cuya denominación deriva de la raíz del griego clásico “polys” que significa “muchas” y de “edra” que se entiende como “cara” o “base”. Los rostros de nuestro presente son múltiples, no siempre están a la vista y muchas veces permanecen ocultos, a veces, en muy pocas ocasiones, se nos aparecen de manera casual; empero, en la mayoría de los casos, se requiere del concurso de muchas personas para poder tener una imagen integral de aquellas diversas caras que se han dibujado a lo largo de nuestro devenir histórico.
Pero este esfuerzo para que el lector pueda observar una de las diferentes caras que nos presenta la realidad, nos exige tener presente las palabras que citamos en la primera columna que publicamos en este medio de comunicación, a saber: “Como la realidad tiene muchas caras, es difícil verlas todas. De ahí nacen la exigencia de la cautela crítica y la posibilidad de errar, pese a todos los posibles controles. De la posibilidad del error se derivan dos compromisos que hay que respetar: no perseverar en el error y ser tolerante con el error ajeno.” (Bobbio, 1996, p. 195)
Agradecemos a las personas que nos han leído durante todo este tiempo. Son los lectores los que nos han impulsado a continuar con este esfuerzo, son ustedes con sus comentarios, críticas y observaciones, quienes hacen posible que la Columna Poliédrica aparezca todas las semanas en este medio de comunicación colectiva.
¡Muchas gracias y seguimos en la lucha!

lunes, 10 de julio de 2017

El fin no justifica los medios

Nunca he estado de acuerdo con que los proyectos de izquierda quieran mantenerse en el poder a toda costa. Se trata de una conducta que ha estado presente en una buena cantidad de sociedades donde triunfaron las ideas de igualdad, comunidades en que las personas creyeron en sociedades más equitativas y hasta dieron su vida por esas ideas.
No se puede estar de acuerdo en que los líderes que han comandado muchos de los movimientos que han propugnado por ese ideario, posteriormente quieran perpetuarse en el poder. En muchas ocasiones han sido los sustitutos de los líderes quienes se han aquerenciado en el poder y terminan llevando a sus sociedades a la instauración de regímenes verticales.
Hay personas que suelen justificar estos procesos hacia el autoritarismo, alegando la necesidad de proteger las conquistas logradas por los proyectos de izquierda. En efecto, a lo largo de la historia hemos visto que las personas están dispuestas a justificar los medios en función del fin que se persigue.
Este año, por ejemplo, se cumplen cien años de la revolución en la Rusia zarista. Con el liderazgo de Vladimir Ilich Ulianov (Lenin), se comenzó a gestar una transformación en una sociedad que estaba sumamente atrasada para su tiempo, sin embargo, uno todavía se pregunta: ¿Qué hubiese pasado, si en enero de 1924, Lenin no hubiera muerto?
Puede ser que José Stalin nunca hubiese llegado al poder y que la sociedad rusa fuese encaminada por un rumbo diferente al que tuvo. Uno tiene la tendencia a creer que, tal vez, la teoría y la práctica habrían estado más cercanas; o, por qué no, quizás, se hubiese desarrollado un modelo similar al que hoy tiene la República Popular China en la actualidad. ¡Nadie lo sabrá nunca!
Uno se podría hacer la misma pregunta en relación con lo que ha venido sucediendo en Venezuela. Durante el período en que estuvo Hugo Chávez, la pobreza en ese país se redujo en más del 20% y esa realidad creó una base social que le permitió ganar elecciones; durante el tiempo que estuvo Chávez, utilizó los mecanismos democráticos para legitimar su accionar, ya que comprendió lo que ello significaba a nivel interno y externo.
No obstante, con la muerte de Chávez las cosas cambiaron y su sucesor no entendió que la fuerza de su antecesor estaba en el voto popular. Nicolás Maduro ha seguido el camino de muchos proyectos de izquierda de querer mantenerse en el poder a costa de los derechos políticos de su pueblo, ese accionar ha sido un error histórico que debería enmendar si quiere que el proyecto original de Chávez se mantenga a flote.
Y como sé que algunas cabezas calientes van a decir que soy un vendido y que quiero hacerle el juego a la derecha, me apresuro a decirles que no es así. Todos sabemos que hay grupos interesados en sacar del poder a los Maduro, a los Cabello y demás personas afines al chavismo; sin embargo, la pelea debe darse sin suprimir la posibilidad de los venezolanos de decidir qué tipo de gobierno quieren y cuáles personas desean como gobernantes.
El autoritarismo no se debe justificar desde ninguna perspectiva ideológica. Hemos tenido regímenes despóticos de derecha y de izquierda, la historia de la humanidad así lo evidencia; empero, en ambos casos se han beneficiado grupos específicos y la mayoría de los ciudadanos han sido sometidos a los más indecibles excesos.
Lo que algunos han llamado “El socialismo real”, ha tenido su mayor debilidad en la separación que se ha producido entre gobernantes y gobernados. Toca a los que consideramos que es posible una sociedad más equitativa, entender que ello no puede ser un objetivo a costa de los derechos políticos de las personas.
¡El fin no justifica los medios, ni para la derecha, ni para la izquierda!

lunes, 3 de julio de 2017

El mundo al revés

En esta sociedad del espectáculo, como decía Vargas Llosa, está bien que un futbolista que desaprovecha infinidad de ocasiones de gol, tenga ingresos diez o veinte veces más que un científico que se ha quemado las pestañas, durante muchos años, haciendo investigación.
Una persona que trabaje en la ciencia, nunca tendrá la mitad de los ingresos que recibe Keylor Navas por haber ganado la Champions League, por citar un ejemplo conocido. Estas personas para tener un ingreso digno, aparte de los estudios que han realizado, usualmente, deben impartir clases y producir nuevo conocimiento que se materializa en publicaciones científicas y en otras formas en que se expresa el trabajo intelectual.
Además, tiene que recorrer un camino que en el mejor de los casos supone un mínimo de quince años de trabajo. En efecto, después de obtener su doctorado de investigación, estas personas tienen que hacer una carrera docente, sin embargo, para poder ir ascendiendo y así obtener un mejor salario, requiere: 1) Manejar, al menos, un idioma extranjero. 2) Producir nuevo conocimiento y materializarlo en publicaciones científicas en revistas indexadas a nivel internacional. 3) Impartir lecciones que son evaluadas por los estudiantes. 4) Tienen que realizar trabajos de acción social y extensión docente en beneficio de la comunidad. 5) Estar a disposición de las autoridades nacionales para colaborar en aquellas situaciones que requieran de sus conocimientos.
Teniendo en cuenta lo anterior, uno se pregunta: ¿Por qué los futbolistas sí pueden ganar sumas de miles de dólares y en cambio los científicos no? Quizás los medios de comunicación y los politiquillos de siempre quieran resolver ellos los desafíos que presenta la ciencia en la actualidad o preguntarle a los futbolistas cómo se llega a ello..
Lo anterior lo digo con el máximo respeto para los futbolistas. En buena hora que se puedan ganar la mayor cantidad de dinero que puedan, sin embargo: ¿Por qué las personas que hacen ciencia para el bien de un país no pueden hacerlo también? ¿Por qué se observa como normal que el jugador de fútbol reciba esas ingentes cantidades de dinero y cuando es un hombre de ciencia se cuestiona su salario?
No se puede estar de acuerdo con la forma en que se valora el trabajo de los seres humanos en la actualidad . Las personas que en este momento están investigando para lograr, por ejemplo, la cura del cáncer o del ébola, no son famosos y tampoco tienen una remuneración cercana a la que tienen un tal Messi o a un tal Cristiano Ronaldo; dicho en palabras sencillas, todo está al revés y se justifica lo superfluo en contra de lo importante, es un mundo demencial el que vivimos.
Desgraciadamente Costa Rica no es ajena a este fenómeno. Hay personas que quisieran que no haya científicos, ya que les resulta mejor para sus intereses escuchar explicaciones mitológicas o sobrenaturales en relación con los fenómenos que presenta nuestra realidad.
El día que estas ideas se impongan definitivamente, como decía mi abuelita: ¡Apague y vámonos!