lunes, 24 de julio de 2017

¿Por qué el costarricense promedio le serrucha el piso a su compatriota?

Muchos de los chistes que se suelen escuchar en relación con los ticos se han hecho realidad en los últimos días. Aquello de que el diablo no debe preocuparse de que los costarricenses salgan del infierno porque ellos no permiten que nadie salga y mucho menos se ayudan entre sí para salir, pareciera, una característica de la mayoría de nuestra sociedad.
Lo que ha sucedido en relación con el director técnico de la Selección Nacional de Fútbol, es un vivo ejemplo de esta situación. Durante estos días he podido escuchar y leer, las descalificaciones más bajas que se pueden hacer respecto a un compatriota; toda esa inmundicia se ha justificado con base en una valoración sobre si el estilo de juego del equipo nacional es del gusto o no de determinadas personas.
El problema es que esas personas en ningún momento se han detenido a precisar los criterios para determinar: ¿Qué es un estilo de juego bonito, agradable, bueno, etc?
No está claro si un juego bonito consiste en que el estilo de juego de la Selección Nacional contemple salir jugando desde la defensa, sin reventar el balón y haciendo una transición rápida que culmine con un gol en la portería contraria. O si por el contrario, un estilo de juego bueno es un juego directo en que los defensas manden pelotazos a los delanteros y que estos anoten en un máximo de tres pases.
Alguien podría decir, para definir qué es un estilo de juego bonito, que la referencia más reciente es la del equipo del FC Barcelona de Josep Guardiola. Supongo que en ese caso, lo bueno o bonito de ese estilo de juego estaría determinado por el número de pases que hacía ese equipo para llegar al arco contrario y anotar; o tal vez otro criterio sería que, además de ese tiqui taca, el equipo tuviera la fortuna de ganar con ese estilo de juego.
Lo que quiero apuntar es que no se puede establecer una discusión respecto a juicios valorativos, sin precisar (al menos) los criterios que dan sentido a la valoración. Una obra de arte es buena o es bonita porque existen una serie de criterios estéticos o metodológicos que dan sustento a una conclusión de ese tipo, lo mismo debería ocurrir en esta caso.
Ahora bien, uno puede intentar justificar que ese tipo de debates se presenten entre aficionados que se supone no manejan los elementos técnicos del fútbol, pero no es dable que quienes informan sobre este deporte caigan en ese mismo error. Es patético que periodistas deportivos que se supone deben educar al aficionado, promuevan debates sobre juicios valorativos que carecen de criterios para, al menos, definir la valoración que se hace.
No obstante y como si fuera poco, una buena cantidad de estos informadores que tienen programas deportivos, han encontrado que la causa de todo ello se debe al director técnico de la Selección Nacional. El problema ha sido que debido a los resultados que ha obtenido, muchos de ellos han optado por utilizar argumentos ad hominem relacionados con su apariencia física, su forma de hablar o su afinidad con la afinidad campesina.
De todas las cosas que he escuchado en las últimas semanas, este tipo de descalificación para don Óscar Ramírez ha sido de lo más bajo. Me parece que los informadores y los propios aficionados, nos debemos preocupar por entender los aspectos estratégicos, tácticos y técnicos involucrados en el juego del fútbol, no se puede desprestigiar el trabajo de una persona con base en  juicios valorativos que no tienen sustento en criterios que puedan ser verificados y evaluados.
¿Qué tiene que ver la condición física de Óscar Ramírez con el hecho que un jugador falle una o varias ocasiones de gol? ¿Qué relación tiene la extracción campesina de Ramírez con el hecho que jugadores se lesionen en un partido? ¿Qué vínculo existe entre la forma de hablar del director técnico de la Selección Nacional y el hecho, puro y duro, que cualquier persona a más de treinta grados centígrados vea disminuidas sus capacidades cognitivas o de reacción?
En lugar de este tipo de bajezas, deberíamos estar apoyando al señor Óscar Ramírez y no estarle serruchando el piso. Que yo sepa nadie tiene pruebas que sea un vagabundo y que no hace su trabajo, tampoco los jugadores han dicho que su método de trabajo sea obsoleto o que está mal la forma en que ha conducido a la Selección Nacional. Ni siquiera los legionarios o los jugadores locales.
En lugar de bajarnos el piso, los costarricenses deberíamos apoyarnos en todo lo que hacemos. Ello no quiere decir que no pueda darse la crítica, sin embargo, lo que no es posible es que se quiera disfrazar la crítica con argumentos falaces, bajos y soeces.
Cuando los costarricenses nos unimos y nos apoyamos, somos capaces de hacer cosas que otras naciones con muchos más recursos que nosotros no han podido lograr. Incluido el fútbol.

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