lunes, 10 de julio de 2017

El fin no justifica los medios

Nunca he estado de acuerdo con que los proyectos de izquierda quieran mantenerse en el poder a toda costa. Se trata de una conducta que ha estado presente en una buena cantidad de sociedades donde triunfaron las ideas de igualdad, comunidades en que las personas creyeron en sociedades más equitativas y hasta dieron su vida por esas ideas.
No se puede estar de acuerdo en que los líderes que han comandado muchos de los movimientos que han propugnado por ese ideario, posteriormente quieran perpetuarse en el poder. En muchas ocasiones han sido los sustitutos de los líderes quienes se han aquerenciado en el poder y terminan llevando a sus sociedades a la instauración de regímenes verticales.
Hay personas que suelen justificar estos procesos hacia el autoritarismo, alegando la necesidad de proteger las conquistas logradas por los proyectos de izquierda. En efecto, a lo largo de la historia hemos visto que las personas están dispuestas a justificar los medios en función del fin que se persigue.
Este año, por ejemplo, se cumplen cien años de la revolución en la Rusia zarista. Con el liderazgo de Vladimir Ilich Ulianov (Lenin), se comenzó a gestar una transformación en una sociedad que estaba sumamente atrasada para su tiempo, sin embargo, uno todavía se pregunta: ¿Qué hubiese pasado, si en enero de 1924, Lenin no hubiera muerto?
Puede ser que José Stalin nunca hubiese llegado al poder y que la sociedad rusa fuese encaminada por un rumbo diferente al que tuvo. Uno tiene la tendencia a creer que, tal vez, la teoría y la práctica habrían estado más cercanas; o, por qué no, quizás, se hubiese desarrollado un modelo similar al que hoy tiene la República Popular China en la actualidad. ¡Nadie lo sabrá nunca!
Uno se podría hacer la misma pregunta en relación con lo que ha venido sucediendo en Venezuela. Durante el período en que estuvo Hugo Chávez, la pobreza en ese país se redujo en más del 20% y esa realidad creó una base social que le permitió ganar elecciones; durante el tiempo que estuvo Chávez, utilizó los mecanismos democráticos para legitimar su accionar, ya que comprendió lo que ello significaba a nivel interno y externo.
No obstante, con la muerte de Chávez las cosas cambiaron y su sucesor no entendió que la fuerza de su antecesor estaba en el voto popular. Nicolás Maduro ha seguido el camino de muchos proyectos de izquierda de querer mantenerse en el poder a costa de los derechos políticos de su pueblo, ese accionar ha sido un error histórico que debería enmendar si quiere que el proyecto original de Chávez se mantenga a flote.
Y como sé que algunas cabezas calientes van a decir que soy un vendido y que quiero hacerle el juego a la derecha, me apresuro a decirles que no es así. Todos sabemos que hay grupos interesados en sacar del poder a los Maduro, a los Cabello y demás personas afines al chavismo; sin embargo, la pelea debe darse sin suprimir la posibilidad de los venezolanos de decidir qué tipo de gobierno quieren y cuáles personas desean como gobernantes.
El autoritarismo no se debe justificar desde ninguna perspectiva ideológica. Hemos tenido regímenes despóticos de derecha y de izquierda, la historia de la humanidad así lo evidencia; empero, en ambos casos se han beneficiado grupos específicos y la mayoría de los ciudadanos han sido sometidos a los más indecibles excesos.
Lo que algunos han llamado “El socialismo real”, ha tenido su mayor debilidad en la separación que se ha producido entre gobernantes y gobernados. Toca a los que consideramos que es posible una sociedad más equitativa, entender que ello no puede ser un objetivo a costa de los derechos políticos de las personas.
¡El fin no justifica los medios, ni para la derecha, ni para la izquierda!

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