lunes, 22 de septiembre de 2014

Curiosidades de la ruta 32 y 27

La semana pasada, después de los derrumbes que hubo en la “carretera” que va de San José a Guápiles y de San José a Orotina, me llamó la atención las similitudes que se han presentado en ambas rutas. No quisiera ser mal pensado, pero hay una serie de situaciones que lo hacen a uno dudar y considerar que no todo es por casualidad.
La primera curiosidad es que, ambas, se abrieron en gobiernos presididos por Oscar Arias Sánchez. Dependiendo el enfoque que uno asuma, ello podría considerarse como un mérito y no como una descrédito; sin embargo, pareciera que en ambos casos, la construcción de la carretera no se ha hecho bien y de ahí que haya habido tantos muertos, problemas de derrumbes y cierres constantes en esas vías. ¿Será que uno desconfía mucho de este tipo de políticos?
La segunda curiosidad es que la ruta 32 y 27 conectan con los dos puertos más importantes del país. En ambos casos, una de las principales justificaciones que se dieron, fue el ser rutas prioritarias para el desarrollo económico del país; no obstante, pareciera, que no se pensó en vías seguras en las cuales el flujo de mercancías no se interrumpiera cada vez que llueve. ¿Será que lo importante es hacer negocio sin importar si la obra queda bien?
Una tercera curiosidad es que en ambos casos los taludes están mal hechos. En ambas rutas nos encontramos con taludes cuya inclinación en relación con la carretera es, prácticamente, de noventa grados; es decir, se trata de carreteras en que los derrumbes son propicios porque el corte de las montañas es casi perpendicular. ¿Será que los taludes se hacen de esa forma para ahorrar dinero a costa de la seguridad de las personas?
Una cuarta curiosidad es que ambas carreteras tuvieron un costo superior al que se había establecido originalmente. En el caso de la ruta 32, inicialmente fue adjudicada a una compañía ecuatoriana de nombre “Monolítica” con un préstamo de 39 millones de dólares del Banco Mundial, al final, la dichosa empresa quebró y cuando se terminó la carretera el costo total de la obra llegó a 2.541 millones de colones; por su parte, la ruta 27 fue adjudicada a la empresa española “Autopistas del Valle” que no obtuvo el financiamiento para poder construir la carretera, al final, se hizo la contratación de una empresa hermana de aquella llamada “Autopistas del Sol” y la carretera, perdón la calle, que va a Orotina terminó costando tres veces más de lo presupuestado, a saber: 370 millones de dólares. ¿Será que uno siempre observa cosas raras donde no las hay?
Una quinta curiosidad está relacionada con que ambas rutas fueron diseñadas desde los años setenta. En ambos casos, se trataba de proyectos cuyos estudios ya se habían hecho y su finalización no representó grandes cambios en relación con el diseño inicial; dicho en palabras sencillas, buena parte del trabajo de diseño ya había sido hecho por administraciones anteriores. ¿Será que los tontos son aquellos que no se aprovechan de lo hecho por otros en el pasado?
Una sexta curiosidad es observar que ambas rutas son las de más muertes en Costa Rica. No solo se corre el riesgo que los taludes se vengan abajo y uno quede sepultado bajo la tierra, con lo cual la única ventaja es que la familia se ahorra el entierro; sino que además, cada vez que se viaja por esas vías, se está expuesto a un accidente en estas vías de terror. ¿Será que uno es muy ingenuo y cree que se hace la obra pensando en la seguridad de la gente?
Se podrían señalar otras curiosidades, pero corremos el riesgo que los defensores de las concesiones y contratos a favor de empresas extranjeras, me tilden de supersticioso. Donde ellos ven progreso, yo veo desgracia; donde ellos ven crecimiento económico para algunos  yo veo pobreza para la mayoría; donde ellos ven autopistas, yo veo una calle de dos vías; en fin, donde ellos ven inversión, yo veo chorizo.
Esta columna se llama Poliédrica porque, como se dijo en la primera entrega, la realidad tiene muchas caras e intentamos observar aquellas menos visibles. Desgraciadamente, casi siempre, los lugares más ocultos no huelen bien, son nauseabundos y no invitan a ser develados; sin embargo, es necesario ventearlos y poner los focos sobre esos lugares, ya que allí es donde podremos observar la cara más negativa del poder y los intereses de algunas personas de la sociedad costarricense.
Como hemos dicho en otras ocasiones, los que se benefician económicamente de las obras mal hechas no aparecen públicamente. Usualmente están a la sombra y entre bambalinas, pero son los que más ganancias obtienen; en otras palabras, siempre nos están distrayendo para que enfoquemos nuestra atención a otro lugar y mientras ello ocurre, los verdaderos peces gordos, engrosan su billetera a costa de todos nosotros.
Se me viene a la cabeza, como corolario de estas líneas, unas palabras pronunciadas por Simón Bolívar ante el Congreso de la Angostura en 1819. Decía el libertador:
“(...) Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia.(...)”
¡ Ahhh ! Espero no ser acusado de Chavista por citar a Bolívar, porque ello agregaría otra curiosidad a las ya señaladas en este artículo

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