lunes, 18 de septiembre de 2017

¿Qué se hicieron los juristas?

Tengo buenos amigos relacionados con el mundo del Derecho. En general hemos coincidido en que la situación de la Corte Suprema de Justicia es muy delicada y tiene su origen en la designación que se viene haciendo de sus integrantes. Ya no se eligen juristas, ahora se designa a cualquier individuo que tenga el título de Licenciado en Derecho.
Para que nos entendamos, un jurista es mucho más que un profesional en Derecho. No estamos hablando de un abogado que presenta demandas o las contesta, tampoco nos referimos a personas que hacen sentencias o resoluciones, menos aún a los que asesoran con pronunciamientos o dictámenes. El jurista es una persona que conoce, cuestiona y critica al Derecho. Estamos hablando de gente que sabe los fundamentos de las diferentes ramas del Derecho, conocimiento que les permite cuestionar la teoría jurídica prevaleciente y analizar los problemas que presenta la realidad jurídica en su devenir.
Lo anterior implica una reflexión permanente que se debería plasmar en sus sentencias, en la producción intelectual y en su impronta en lo que los romanos llamaban el Foro. Estamos hablando de personajes de la categoría de Alberto Brenes Córdoba que, además de Magistrado de la República, dejó su impronta como uno de los principales juristas que hemos tenido en nuestra historia patria.
A la Corte Suprema de Justicia deberían llegar juristas y no abogados. No es suficiente que los aspirantes a Magistrados tengan un título profesional en Derecho, tampoco que tengan experiencia como asesores, letrados, procuradores, jueces y demás posibilidades de ejercicio profesional; es necesario que los postulantes a este importante cargo, tengan una trayectoria en la que hayan demostrado ser juristas con las características que hemos descrito.
Seamos claros, no existen muchas personas que encajen en este perfil de jurista. Sin embargo, ese es el punto, no se trata de elegir entre el montón de Licenciados en Derecho, sino designar a personas que tengan los méritos de un jurista y que puedan problematizar e imaginar soluciones a la realidad jurídica que vivimos en nuestros días.
Desconozco en qué momento se dejó de elegir a juristas, pero resulta intolerable que ciertos personajes hayan llegado a la Corte Suprema de Justicia. Es “Vox Populi” las limitaciones, de todo tipo, que presenta un Magistrado que ha estado en los medios de comunicación en los últimos días; en otras palabras, muchos amigos abogados me han dicho que ese personaje ni siquiera cumple con los requisitos mínimos en el ámbito académico, profesional o de experiencia en la judicatura.
En última instancia, dado lo difícil de elegir juristas para la Corte Suprema de Justicia, lo menos que podemos pedir es que se elija a una persona que se comporte a la altura de ese puesto. En otras épocas los Magistrados no eran santos pero, por lo menos, no aparecían en público con los políticos que los habían elegido o con personajes de dudosa reputación; es decir, entendían que el puesto de Magistrado requiere de una vida discreta y no bajo la luz de los reflectores como pretende algún Magistrado de reciente nombramiento.
El problema no es solo los requisitos del jurista, sino el procedimiento con que se nombra a los Magistrados. Se ha dado una politización descarada del proceso de elección, se ha puesto de primero la afiliación y la negociación política para colocar una ficha en la Corte Suprema de Justicia, que los criterios mínimos de la persona a elegir en ese puesto tan relevante.
Hay juristas que han optado por callar, miserablemente, ante esta realidad. No soy jurista, pero me siento en la necesidad de manifestar mi repudio ante tanta desfachatez y descaro, espero que la propia Corte Suprema de Justicia le jale el mecate a uno o varios de sus miembros; aunque, para ser franco, no tengo esperanza que ello suceda.
En relación con la Corte Suprema de Justicia, de un tiempo para acá, aplica aquel dicho que dice: ¡Ella sola se moría y entre todos la mataban!

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