lunes, 17 de octubre de 2016

Trump: ¡El olor azufre puede ser una realidad!

Lo que está sucediendo en los Estados Unidos es algo en que la realidad supera la ficción. Hace unos meses, escribimos en esta columna un artículo en que nos parecía una cosa demencial que el electorado del Partido Republicano pudiera elegir como candidato a una persona como Donald Trump; sin embargo, la demencia en muchas ocasiones, a lo largo de la historia de la humanidad, ha superado a la racionalidad y este es un ejemplo de esa cruel realidad.
¿Se ha preguntado usted cómo los alemanes en 1933 eligieron a Hitler como Canciller? Pues bien, lo que ha sucedido en el Partido Republicano y lo que está sucediendo en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, es una muestra de la irracionalidad con que decide el electorado en los distintos países del mundo; atención, no siempre es así, pero cuando ello ha sucedido, los resultados han sido desastrosos.
Uno no se explica, por ejemplo, por qué los ingleses decidieron darle la espalda a Churchill y su partido después de la Segunda Guerra Mundial. El electorado de los países es muy impredecible y su voto, a diferencia de lo que muchos dicen, es más emotivo que racional; digámoslo claramente, los seres humanos actuamos menos con el cerebro y más con base en otros estímulos de carácter emocional. Ya lo hemos dicho en otras ocasiones, la historia ha mostrado que las personas nos hemos caracterizado por ser: violentos, mentirosos e interesados.
Las personas con un mínimo de racionalidad esperan que Donald Trump no gane las elecciones. Estas personas no necesariamente son simpatizantes de la señora Hilary Rodman, pero están claros que si se eligiera a Trump ello sería un desastre para los Estados Unidos y para la comunidad internacional; en otras palabras, lo menos perjudicial sería que los estadounidenses elijan a la esposa de William Clinton, no porque sea la mejor opción sino porque es peor elegir al candidato del Partido Republicano.
El problema es que Donald Trumpo es una posibilidad. En efecto, nos guste o no, existe la posibilidad que este señor quede electo y esa simple posibilidad nos debe llevar a realizar una reflexión profunda y preguntarnos: ¿Por qué estos personajes pueden llegar a tener semejantes posibilidades y otras personas con mejores características para gobernar son desechados por el electorado de los países?
En la actualidad lo que importa es ser conocido y no qué características tiene la persona para gobernar. Para ello se utilizan las más variadas estrategias que están próximas a la frivolidad y a las más variadas superficialidades; es decir, se acude a todo aquello que pueda disimular sus competencias como gobernante.
Lo menos que se evalúa son los aspectos mínimos de un gobernante. En la actualidad el conocimiento de las necesidades de los ciudadanos y la capacidad de análisis político y jurídico, por ejemplo, quedan en segundo o tercer plano; al contrario, se analiza del candidato si tiene o no sentido del humor, si baila o no los ritmos de moda, en fin, si está conectado con los programas de entretenimiento que la mayoría de las personas prefieren.
Donald Trump es una muestra más de la estupidez a la que ha llegado la política en nuestros días. El problema es que actualmente, teniendo en cuenta el sistema de elección indirecto de los Estados Unidos, este candidato es una opción que puede convertirse en una realidad; en efecto, la mayoría de electores podría estar en contra de la elección de Trump, pero dependiendo los Estados en que gane, podría convertirse en el Presidente de los Estados Unidos.
Recordemos la elección entre Al Gore y George W. Bush. A pesar que el candidato demócrata obtuvo la mayoría de votos del electorado estadounidense, el que ganó la presidencia fue Bush por haber ganado en los Estados con más votos en los colegios electorales; en otras palabras, Trump es una pesadilla posible y pareciera que sería peor a lo que fue George W. Bush.
¡El olor a azufre puede volver a ser una realidad!

No hay comentarios:

Publicar un comentario