lunes, 26 de octubre de 2015

Balances generacionales

En la sociedad costarricense han habido generaciones que han dejado su impronta para bien o para mal. En otras ocasiones ya hemos escrito sobre esta temática señalando que el concepto de generación es muy impreciso y depende de los criterios que utilicemos para hacer la respectiva clasificación; en otras palabras, no existe un único parámetro para determinar que una o varias personas pertenecen a un determinada generación, por ello es necesario explicitar los aspectos que definen lo que entendemos por aquel concepto.
Uno de los criterios que se suelen plantear para individualizar a las generaciones es el año de nacimiento de sus miembros. Por ejemplo, cuando se habla de la generación de los “Baby boomer” se está haciendo referencia, usualmente, a los nacidos en los países anglosajones entre los años 1946 y 1965; es decir, a las personas que nacieron inmediatamente después de finalizada la Segunda Guerra Mundial y hasta mediados de los años sesenta.
También se plantea como criterio para caracterizar las generaciones, el año en que nació un movimiento o tendencia cultural o intelectual. Por ejemplo, en España se le conoce como “Generación del 27” a un grupo de autores que aparecieron en el panorama cultural de aquel país en aquel año del siglo XX, entre ellos se suele mencionar a: Rafael Alberti, Federico García Lorca, Miguel Hernández, etc.
Ahora bien, a la par de las generaciones destacadas, también han habido aquellas que han pasado sin pena ni gloria en la diferentes sociedades. Se trata de grupos que han quedado a la sombra de las generaciones que les precedieron o de aquellas que les sucedieron, en otras palabras, se trata de personas que se convirtieron en mantenedores del statu quo y nunca hicieron nada por destacar o por enfrentar a la generación dominante.
En Costa Rica hay habido clasificaciones de generaciones en diferentes disciplinas. Por ejemplo, se habla de la generación del Repertorio Americano para referirse al grupo de literatos costarricenses que no solo se destacaron en las letras sino también a nivel político; entre ellos podemos mencionar a: Omar Dengo, Carmen Lyra, Max Jiménez y, por supuesto, a Joaquín García Monge.
Empero, en el plano político, destacaría tres generaciones que han dejado una huella importante en la sociedad costarricense. Se trata de generaciones que decantaron el devenir de nuestra sociedad y se impusieron a otras generaciones que lo único que hicieron es adaptarse a los designios de las personas que pertenecieron a estos grupos de poder; en otras palabras, de lo que se trata es de percatarnos de la impronta que dejaron unas y la pasividad que caracterizaron a otras.
La primera generación que queremos destacar es la denominada generación del Olimpo, que correspondió al período de apogeo del liberalismo y de los grupos oligárquicos. Se trata de personas que gobernaron el país desde finales del siglo XIX y durante gran parte de la primera mitad del siglo XX, muchas de estas personas fueron formados en la Universidad de Santo Tomás y luego en la Escuela de Derecho regentada por el Colegio de Abogados de Costa Rica. entre sus principales representantes tenemos a don Cleto González Víquez y a don Ricardo Jiménez Oreamuno.
Se trató de una generación que impuso las ideas liberales en la política costarricense y entre sus resultados más concretos está el haber hecho más jurídico al país y el consolidar una clase oligárquica vinculada al sector cafetalero y financiero. No obstante, en materia de equidad, el balance de esa generación es desfavorable; dicho de manera directa, su predominio generó una división social muy marcada entre los oligarcas y el resto de la población costarricense.
La segunda generación que destacaría es la que se ha denominado de los cuarenta. Se trata del grupo que durante la década del cuarenta logró que se concretara una serie de reivindicaciones de carácter social y también de aquellos que, posteriormente, se impusieron militarmente en 1948; aquí destacan entre muchos: los comunistas, las personas que se aglutinaron alrededor de la ideología de la socialdemocracia y aquellos que perteneciendo al Partido Republicano, abogaban por una sociedad con una mayor equidad.
La impronta de esta segunda generación se constata en el cambio que tuvo la sociedad costarricense en la segunda mitad del siglo XX y hasta la década de los ochenta de esa centuria. Los datos muestra que durante esos treinta años se dio un salto cualitativo en educación y salud, lo que propició una mayor movilidad social y la creación de una clase media rural y urbana; durante esos años, el país fue más equitativo y las diferencias económicas en la sociedad costarricense se redujeron de manera clara.
La tercera generación es la que más se ha beneficiado de lo construído por la generación de los cuarenta y son los que nos han gobernado en los últimos treinta años. La mayoría de miembros de ese grupo son nacidos después de 1940 y estudiaron en la Universidad de Costa Rica durante la década de los sesenta, entre los personajes públicos que pertenecen a esta generación están: Óscar Arias y su hermano Rodrigo, Elizabeth Odio, Luis Paulino Mora, Marco Vinicio Tristán, Jorge Guardia, Enrique Castillo, Carlos Arguedas, Farid Ayales y un largo etcétera.
El balance de esta tercera generación es sencillamente desastroso para la sociedad costarricense. No solo se han aprovechado del Estado de Bienestar construido por la generación de los cuarenta sino que se apalancaron en él para desarrollar sus intereses privados; sin embargo, cuando lograron consolidar sus negocios, han hecho lo posible por reducir o eliminar el modelo de Estado que les permitió acumular la riqueza que hoy ostentan.
Esta generación ha sido nefasta para el país y para la mayoría de los costarricenses. Forman parte de esa generación muchas de las personas o familias que se han hecho inmensamente ricas en los últimos años y que suelen vivir en residenciales amurallados al mejor estilo de los señores de la Edad Media, también, forman parte de esta generación aquellos que se quedaron al amparo del Estado y que gozan de pensiones con sumas que los trabajadores actuales estamos sosteniendo.
Ojalá que esta generación pudiera hacer una balance y sopesar el daño que le han hecho a la sociedad costarricense. La historia se encargará de juzgarles y lo hará de conformidad con sus tiempos, sin embargo, mientras ello sucede, nos toca a las generaciones posteriores exigir a estas personas que asuman un papel más protagónico para lograr una sociedad más justa y que abogue por el bienestar del mayor número.

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