lunes, 28 de septiembre de 2015

¡No hay peor ciego que el que no quiere ver!

Estamos en un punto de inflexión en la historia política costarricense. Hemos venido escribiendo que se está lidiando una batalla en que, por un lado, se pretende imponer la hegemonía absoluta de un pequeño grupo que se ha hecho inmensamente rico en los últimos treinta años; o por otro, establecer la posibilidad de un contrapeso en que los grupos que comprenden la coyuntura que estamos viendo, buscan aguantar las embestidas de aquellos que quieren imponer definitivamente su ideología, su modelo económico y su forma de organización política.
Ya cansamos insistiendo que esta batalla se está librando, principalmente, en el ámbito ideológico. El objetivo primordial de los grupos que dominan la economía costarricense es ocultarse tras el velo de las sociedades anónimas y apalancarse con un discurso que invisibiliza los grandes negocios que han venido desarrollando en distintas actividades que se desarrollan en sectores como: el financiero, la construcción, la salud, el entretenimiento y la educación, por mencionar los más relevantes.
La estrategia de invisibilización les ha permitido que el costarricense promedio no tenga capacidad de identificar quiénes están detrás de los grandes capitales nacionales. Solamente cuando alguno de estos personajes se les ocurre salir del anonimato, es posible advertir quién está detrás de las dos constructoras que captan la mayoría de contratos de obra pública o quiénes son los banqueros que están detrás de las principales entidades financieras privadas que operan en Costa Rica.
Hemos mencionado sólo algunas actividades relevantes, sin embargo, existen muchas otras que han logrado acumular mucha riqueza que, lamentablemente, no se queda en nuestro país porque usualmente se trasladan a bancas off shore o a paraísos fiscales en algún lugar del planeta. Se trata de una estrategia de invisibilización que utiliza instrumentos jurídicos y financieros, así como herramientas de dominación ideológica a través de los medios de comunicación.
Lo más triste de esta situación es que las personas con los peores ingresos son los que estos grupos utilizan para realizar sus acciones. Por ejemplo, los policías son de los que reciben menos ingresos en el gobierno central, empero, son estos funcionarios a quienes ponen a cumplir las leyes que ellos han aprobado para amparar sus intereses; es decir, a los miembros de la fuerza pública les toca enfrentar a las personas que menos tienen, a los trabajadores y a las personas que solo pueden hacerse escuchar por medio de la protesta que realizan de diferentes formas.
No obstante, la estrategia ha ido más allá y ahora pretenden que los trabajadores del sector privado se enfrenten con los del sector público. Le han hecho creer a los empleados vinculados con las diferentes empresas del sector privado, que los salarios tan bajos que les pagan son por causa de las personas que trabajan en el sector público; en otras palabras, tratan de ocultar sus verdaderos intereses que consisten en mantener un salario bajo para lograr balances anuales positivos a costa de un bajo salario de sus empleados.
La incompetencia del sector privado se suele achacar al sector público. Si una empresa quebró no dicen que fue por ineficiencia de sus gerentes o porque no tuvieron la capacidad de administrar el negocio adecuadamente. Empresas como Jack´s, Gallito o la Yamber, por citar solo tres, han trasladado sus operaciones a otros países de América Central, porque en aquellos países la mano de obra es más barata.
La polarización que están logrando entre trabajadores del sector privado y público es muy peligrosa. Resulta muy delicado que se quiera manipular la información para hacer creer que el desempleo en el sector privado es responsabilidad de aquellas personas que trabajan en el sector público; empero, lo peor es que haya personas dispuestas a creer esta mentira y dirigir acciones en contra de trabajadores que se ganan su salario honrada y honestamente. ¡Están jugando con fuego!
Si los trabajadores del sector privado tienen bajos salarios lo que deben hacer es organizarse y negociar con sus patronos mejores condiciones salariales. Da tristeza darse cuenta que en el imaginario de la mayoría de los costarricenses, existe la creencia que las Convenciones Colectivas solo existen en el sector público; al contrario, existen empresas privadas que han desarrollado este instrumento jurídico con sus empleados, en todo caso pregunten a los banqueros: ¿Cuánto ganan en primas por administrar el ahorro de los costarricenses?
Los trabajadores del sector privado que están quedando desempleados son aquellos que tienen una muy baja escolaridad. Son aquellos que solo tienen su fuerza de trabajo y realizan procesos repetitivos que cualquier otro mortal puede realizar o que la tecnología ha automatizado, en esencia se trata de personas que pueden ser sustituidos por personas dispuestas a hacer el mismo trabajo por menos salario o en el peor de los casos, que pueden ser sustituidos por máquinas cuyo costo puede ser resarcido con una tasa de retorno relativamente baja.
A los trabajadores del sector privado les pregunto: ¿Si a los trabajadores del sector público les rebajan los salarios eso significa que a los del sector privado les van aumentar el suyo? La respuesta es no.
Los únicos que van a salir beneficiados con este tipo de medidas son aquellos que quieren deteriorar el empleo público con el propósito de hacerse de aquellos negocios que consideran rentables para sus intereses. Ya han avanzado mucho en los negocios bancarios y financieros en general, ya han posicionado en la cabeza de la gente que la salud pública no sirve y que la salud privada es mejor, cosa que es absolutamente falsa; con la educación pública han logrado triunfos a nivel de primaria y secundaria, sin embargo, a nivel de la educación superior se han topado con instituciones críticas que no están dispuestas a hincarse ante los designios e intereses de estos grupos.
Dicen que antes se acordaban este tipo de estrategias y negocios en el Club Unión, ahora, mientras los trabajadores del sector privado muerden el anzuelo y se enfrentan a los del sector público, los que verdaderamente mueven los hilos, fraguan sus estrategias en alta mar, en los yates que zarpan de la Marina Los Sueños o en cualquier otra de las existentes.
Mientras los trabajadores del sector privado o público tienen que levantarse todos los días para ir a trabajar, los que realmente mandan en este país, se aprestan a desayunar en un hotel de playa antes de jugar su partido diario de golf. Esta realidad es la que el costarricense promedio no puede observar y que los medios de comunicación se encargan de ocultar.
¡No hay peor ciego que el que no quiere ver!

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