lunes, 24 de agosto de 2015

Los ataques contra la UCR no son nuevos

El próximo 26 de agosto se celebra el septuagésimo quinto aniversario de la Universidad de Costa Rica (UCR). Teniendo en cuenta los múltiples aportes que esta institución benemérita ha dado al país, es deseable celebrar por todo lo alto este acontecimiento tan relevante para nuestra sociedad.
Dichosamente, en la mayoría de las encuestas que se han venido dando a lo largo de todos estos años, la UCR goza de la confianza de la población costarricense. A diferencia de lo que sucede con otras instituciones públicas y privadas, esa confianza se la ha ganado en el terreno; es decir, por medio de la acción social que hace en las comunidades, por la investigación que realiza en los diferentes campos del conocimiento y por la preparación integral que brinda a los graduados que le aporta al país.
A lo largo de estos setenta y cinco años ha desarrollado una actividad que ha impactado todas las esferas de la sociedad costarricense. A pesar del deseo de algunas personas que no ven más allá de sus narices y que tienen una visión muy limitada de la realidad, la UCR ha preparado profesionales no solo en aquellas disciplinas demandadas por los sectores productivos.
El desarrollo cultural del costarricense se ha visto beneficiado por medio de una actividad universitaria en la que nuestros jóvenes han podido formarse en diferentes artes que han permitido expresar e investigar la más profunda raíz de nuestro ser colectivo. La música, la pintura, la danza y el teatro, por citar solo algunas de estas artes y disciplinas, han logrado recoger y mostrar nuestra identidad como costarricenses.
La Universidad de Costa Rica, en consecuencia, está muy por encima de las mezquindades de algunas personas que han querido tocarla con las manos sucias. Se trata de una institución que ya ha visto pasar generaciones enteras, desde Presidentes de la República, Diputados y Magistrados del Poder Judicial, hasta empresarios de la más diversa procedencia y pensamiento; en otras palabras, muchos de ellos ya han dejado este mundo y esta institución de educación superior ha seguido desarrollando su actividad como el primer día de su existencia.
Probablemente cuando esta Alma Mater cumpla cien años, muchos de aquellos que en la actualidad la atacan estén muertos. Hay personas que no tienen conciencia de lo efímeros que somos y su ignorancia los lleva a creer que sus intereses personales y de grupo, están por encima de la gente y de aquello que ha sido creado para el desarrollo integral de los seres humanos.
No sorprende que los enemigos de la UCR sean personas que, por alguna u otra razón, no hayan tenido la oportunidad de conocer su quehacer durante todos estos años. Aunque cueste creerlo, puede existir personas que no han podido enterarse de las múltiples acciones que esta institución ha desplegado en favor del desarrollo nacional y como medio idóneo para la movilidad social de los costarricenses.
Lo que sí sorprende es que algunos de los enemigos declarados de la institución sean personas que pasaron por sus aulas y que, incluso, se graduaron en su seno. Los ataques de estos personajes suelen responder a intereses específicos en que importa poco o nada el rol que ha tenido esta institución para la mayoría de la población; lo único que les interesa es satisfacer sus objetivos, aun cuando ello implique ensuciar el nombre de la Universidad que los formó.
Sin embargo, sorprende todavía más que haya enemigos de la UCR que trabajan como docentes o administrativos a lo interno de su organización. Se trata de personas que siendo funcionarios de esta universidad, por ejemplo, han prestado servicios en gobiernos que han atacado a la UCR y luego, sin la menor vergüenza, regresan a la institución como si nada hubiera ocurrido y cobran un salario que, desde su puesto de gobierno, señalaban como excesivo. ¡Estos personajes deberían renunciar inmediatamente!
Hay otros que sin el menor asomo de lealtad institucional, tienen el descaro de trabajar en universidades que han procurado enlodar el buen nombre de la UCR. Se trata de personas que se han prestado para adoptar decisiones a lo interno de la Universidad de Costa Rica para beneficiar a la otra universidad en la que trabajan y que justifican retóricamente como algo necesario para modernizar a la institución.
Este tipo de personajes deberían irse de la UCR, pero todos sabemos los problemas que existen para procesar la deslealtad en las instituciones públicas. No hay nada peor que tener al enemigo dentro de la organización, pero más lamentable es observar la inercia de las personas encargadas de proteger los intereses institucionales. La indiferencia ante este tipo de situaciones ha dado pie a una impunidad no solo legal sino también social y académica.
Pero, a pesar de estas circunstancias, la Universidad de Costa Rica se ha mantenido firme y sólida por el respeto y consideración que le tienen los costarricenses. Las personas y grupos con intereses contra esta institución son los menos, aunque ha quedado claramente demostrado que se trata de gente que puede hacer mucho daño desde el punto de vista mediático y también desde posiciones de poder político y económico.
Y que quede claro, este tipo de personajes nefastos son los menos en una institución tan grande como la UCR. Si se apresta a cumplir setenta y cinco años es porque ha habido y en la actualidad hay, personas que han entendido su cometido y están dispuestas a defenderla a muerte; dicho en otras palabras, la mayoría de las personas que trabajan en ese centro de educación superior tienen como objetivo el bienestar del país y ello se refleja en los cientos de proyectos que esta institución desarrolla a lo largo y ancho de Costa Rica.
Ahhh! Y que no salgan estos y otros personajes solicitando que brinde nombres concretos que todos conocemos. Ejemplos de personajes que han estado en puestos de gobierno sobran y son muy conocidos, lo mismo sucede con otros que han formado parte de Juntas Directivas, Presidencias Ejecutivas y de la administración de instituciones autónomas.
Más fácil es mostrar que los ataques contra la Universidad de Costa Rica no son nuevos. En uno de los textos recogidos en el tomo tercero de las obras de Rodrigo Facio y que lleva como título “Documentos universitarios”, se lee entre los diferentes artículos transcritos:
“En La Nación del día de ayer el caballero don Fernando Rudín escribe un artículo sobre la situación fiscal por la que atraviesa el país. Estoy básicamente de acuerdo con él en cuanto a que los recursos nacionales deben distribuirse en forma racional y juiciosa a que los programas de las entidades autónomas deben mantener cierta proporcionalidad en el ritmo de su realización, con las de la Administración Central. Pero encuentro que no es un método bueno ni justo de promover esas ideas, el de enderezar un ataque fuerte e indiscriminado contra todas las instituciones que gozan de autonomía, al acusarlas de “burocracia frondoza”, “sueldos desproporcionados a la realidad económica nacional”, “gastos extravagantes no imprescindibles”, “privilegios nocivos”, y “derroche de lujos” (Facio, 1977, p. 135).
¡Curioso no! ¿Se repite la historia?

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