lunes, 16 de octubre de 2017

TLC Costa Rica-EE.UU: ¡Organicémonos!

La experiencia en política marca que los resultados son lo importante. Al igual que sucede en el fútbol, usted puede jugar muy bonito y tener buenos jugadores para enfrentar los partidos; sin embargo, si al final el resultado es negativo, la afición y sobre todo los fanáticos solo se acuerdan de la pérdida.
Los tratados de libre comercio son un instrumento jurídico, económico y político que ha sido impuesto alrededor del mundo por grupos determinados de intereses. El problema no es un tratado en concreto, el problema es el instrumento, por tanto, una persona con un mínimo de coherencia se debería oponer a este tipo de tratados y a la forma como están estructurados.
Por eso el oponerse solo a un tratado resulta irrelevante desde la perspectiva del análisis integral que se debe hacer del instrumento. Probablemente si se estudia los resultados concretos de los diferentes tratados comerciales firmados por Costa Rica, encontraremos que los mismos no han sido muy favorables para nuestro país.
Uno puede entender que la negociación de tratado comercial con los Estados Unidos de América puede tener un peso simbólico diferente a uno firmado con otro Estado del orbe, empero, resulta gracioso que solo se haya hecho una oposición a ese acuerdo comercial. El tratado de libre comercio con México o el que se negoció con la Unión Europea, puede tener consecuencias igual o más perjudiciales para la sociedad costarricense.
Todavía es más risible que haya personas, diez años después, rememorando lo que pasó. Que el pueblo costarricense fue engañado por los partidarios de firmar el tratado comercial con el país del norte, que se ofreció pleno empleo y autos BMW para todos, etc.; y qué con eso, podemos recordar los engaños y eso no cambia nada y difícilmente cambiará algo en el futuro.
Lo relevante en política es el resultado y sus consecuencias. En España, por ejemplo, Francisco Franco ganó la guerra civil y ello supuso una dictadura de más de treinta y cinco años; lo risible fue que después de ese tiempo, hubo gente que en 1975 dijo que habían derrotado al franquismo, a lo que alguien respondió: sea serio, no se ha dado cuenta que Franco dejó el poder porque se murió.
Por favor entendámonos, no estoy diciendo que no se deba recordar a las nuevas generaciones lo que pasó. Eso debe hacerse para intentar no caer en los mismos errores del pasado, pero eso es diferente a decir que ello permitirá que la propia gente quiera revertir el  proceso. ¡Por favor, ubiquémonos!
En política lo que importa son los resultados concretos y si los opositores al tratado de libre comercio con los Estados Unidos hubiesen ganado por un voto nada más, la historia costarricense de los últimos diez años no hubiera cambiado mayor cosa. Lo que se debe combatir es el instrumento independientemente de una aplicación concreta que se haya hecho de este. ¡El frío no está en las cobijas!
Desde hace más de treinta años este país ha sido tomado por un grupo que, hoy al igual que en el pasado, se le puede llamar la oligarquía. Esta gente tiene acaparado el poder económico, el poder político y, especialmente, el poder ideológico; en palabras sencillas, se trata de un grupo pequeño que ahora ha logrado llevar su influencia hasta los lugares más recónditos de la sociedad costarricense.
Ante esta realidad muchas personas siguen recordando y rememorando. En efecto, se conmemora cada 24 de abril la salida de Costa Rica de la empresa Alcoa, se hacen mención de la lucha por el presupuesto de las universidades públicas en 1991, se trae a la memoria la lucha por el Régimen de Pensiones en 1995 o la realizada contra el denominado Combo del ICE o, como sucede en estos días, se vuelve a recordar lo acontecido con el referéndum del tratado de libre comercio entre Costa Rica y los Estados Unidos de América. Y qué con eso?
El poder en todas sus dimensiones no es un asunto de recuerdos sino de realidades. Llevamos más de treinta años en que estas ideas han logrado imponerse, muchas veces en forma retrasada, pero han prevalecido al fin y al cabo; mientras sigan haciéndolo, el recuerdo de alguna efeméride de estas será eso, una una alusión al pasado sin ningún resultado concreto en el presente.

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