lunes, 12 de enero de 2015

¿El pueblo costarricense tiene memoria?

En los últimos días se han dado noticias en relación con Rafael Ángel Calderón Fournier y José María Figueres Olsen. Los dos llevan el nombre de sus padres, sin embargo, la diferencia entre unos y otros es abismal, tanto en sus ideas como en la obra específica que han hecho como Presidentes de la República.
No dudo que habrá personas cuya memoria histórica es nula y hasta los confundirá con sus progenitores. Desgraciadamente, en la actualidad, no pocas personas consideran que el estudio de la historia es una pérdida de tiempo y que lo importante es vivir el presente; en otras palabras, no hay que ocuparse del pasado, aunque aquel esté plagado de malas decisiones y de actos que van en contra de la ética y la ley.
La política no es ejercida por ciudadanos virtuosos. De hecho la política se caracteriza por estar manejada por seres humanos que no son virtuosos, ya que si fuera así, no habría necesidad que el Estado tuviera el monopolio legítimo de la fuerza y tampoco se requeriría un ordenamiento jurídico que norme y sancione las conductas incorrectas de sus ciudadanos. La función represiva del Estado es necesaria porque la mayor parte de los ciudadanos no somos virtuosos. ¡Somos todo lo contrario!
Rafael Ángel Calderón Guardia y José María Figueres Ferrer no fueron santos. Si uno hurga en la historia costarricense encontrará en su trayectoria política, conductas que podrían ser objeto de reproche; sin embargo, la obra concreta que hicieron e impulsaron, ha generado resultados que durante mucho tiempo mejoraron la vida de la mayoría de los costarricenses. ¡Hechos son amores y no buenas razones!
Hemos insistido muchas veces que la sociedad costarricense dio un salto cualitativo que la llevó a tener índices de desarrollo semejantes a países como Suecia, Noruega y Dinamarca. De manera similar a estas naciones escandinavas, Costa Rica redujo la desigualdad y pudo tener índices de salud y educación que, durante muchos años, nos hicieron sentir orgullosos en el concierto internacional de las naciones. ¡Aquellos abuelos sí pudieron!
Los resultados concretos de este período histórico, las acciones de estos y otros personajes no deben ser olvidados. Es necesario que los ciudadanos tengamos memoria histórica para poder ponderar y analizar lo hecho por las personas que han pasado por la función pública, ya que ello nos permite valorar lo que ha estado bien hecho y evitar aquellas acciones que en el pasado han significado un perjuicio para la mayoría de la población.
La falta de memoria histórica, muchas veces, genera que las personas tengan la creencia que los hijos de personajes destacados van heredar las características y la conducta de sus progenitores. Los hechos demostraron que ni Calderón Fournier, ni Figueres Olsen, desarrollaron acciones por lo menos parecidas a la de sus padres; por el contrario, sus acciones como gobernantes acuñaron una ideología radicalmente diferente y ello contribuyó a que, en la actualidad, Costa Rica sea uno de los países con más desigualdad de América Latina.
La falta de memoria histórica del tico, es la que permite a estos señores continuar apareciendo en la vida política nacional. Empero, el problema no es que ellos funden o refunden partidos políticos, el problema no es que tengan poca o mucha vergüenza, el problema no es que se consideren líderes políticos; el problema,  señores y señoras, es que el pueblo de Costa Rica no tenga memoria y que les crea lo que dicen. ¡Por sus hechos los conoceréis!
Ahora resulta que Calderón Fournier está impulsando un partido político que se hace denominar: Partido Republicano Social Cristiano. Con ello se pretende que los ciudadanos crean que en esta agrupación política se opera una especie de síntesis entre lo hecho por Calderón Guardia y lo que plantea la ideología social cristiana; esta apelación a la retórica no debería tener efecto en los ciudadanos, sin embargo, la vacuna requiere de estudiar la historia costarricense para poder advertir que no hay conexión alguna entre una cosa y otra.
Paralelamente, Figueres Olsen habla de refundar o reinventar un Partido Liberación Nacional que no tiene nada que ver con la agrupación política que fundó su padre. De hecho, él junto con los que le acompañaron durante su administración, contribuyeron a sepultar al partido de la clase media y que construyeron los costarricenses que desarrollaron el Estado del Bienestar; dicho en otros términos, las obras concretas que hizo Figueres Olsen con sus colaboradores, no permite creer en sus palabras y menos si consideramos otros antecedentes de carácter ético y jurídico.
Uno esperaría que las personas que tienen cuarenta años y más tengan memoria histórica. En efecto, una persona que en 1990 tenía quince años, tendrá algún recuerdo de lo que significó la administración Calderón Fournier y la siguiente de Figueres Olsen; no se justifica que haya costarricenses que vuelvan a creer en el discurso retórico de estos señores, sin embargo, francamente, no es esperable que este segmento de la población asuma una actitud crítica ante las palabras de estas personas y de sus acólitos. ¡Ya viene Palmares y Santa Cruz!
El segmento de los ciudadanos de menos de cuarenta años son más vulnerables a los cantos de sirena de Calderón y Figueres. Debido a que difícilmente tienen un recuerdo vivencial de las administraciones de estos señores, la posibilidad de engañarlos se vuelve más sencilla si no se tiene conciencia del pasado; por ejemplo, una persona que sepa lo que sucedió con INCOFER en la década del noventa del siglo XX, difícilmente podría ser engañada con propuestas de hacer un tren de alta velocidad de Paraíso a San Ramón.
Lamentablemente, pareciera, que a las personas les gusta ser engañadas. Sucumbimos ante las palabras que atacan la vertiente irracional de los ciudadanos y no nos gusta observar la realidad pura y dura; el ser humano requiere de creer en algo, necesita tener esperanza y de eso se valen estos personajes para encontrar terreno fértil para sus propuestas vacías, esta situación termina de consolidarse debido a la falta de memoria histórica del tico.
En política el criterio memorístico fundamental es tener presente los hechos, las acciones concretas, las obras que han hecho las personas de carne y hueso. No debemos dejar que nos engañen apelando al sentimiento y apropiándose de obras ajenas, aunque sean obras de progenitores destacados; pongamos a funcionar la memoria y la razón, tengamos en cuenta la historia y ello nos permitirá tener un juicio más certero en beneficio propio y de la colectividad.
Terminamos recordando una famosa frase, a propósito de la memoria, del gran poeta alemán, Friedrich Schiller: “Una memoria ejercitada es guía más valiosa que el genio y la sensibilidad”.

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