lunes, 16 de enero de 2017

De la generación de los Chupópteros a la generación de las Langostas

Todos deberíamos tener derecho a una buena pensión. He sido señalado y criticado por indicar que debemos equiparar hacia arriba los salarios o las pensiones, en lugar de equiparar hacia abajo a los que gozan de un buen salario o pensión; es decir, el problema de fondo es que quienes disfrutan de este tipo de beneficios, cuando estuvieron en la toma de decisión, no hicieron absolutamente nada para procurar mejores salarios y pensiones para los que venimos atrás.
Las personas que se han pensionado en años recientes y que están pronto a pensionarse con montos importantes, no han aportado el monto correspondiente para gozar de pensiones de varios millones de colones. Se trata de personas que pertenecen a una generación que, en otro artículo, denominamos “La Generación de los Chupópteros”; sin embargo, dado el comportamiento que han exhibido a lo largo de los años, habría que pensar si la denominación más adecudada sería: “La Generación de los langosta”.
Ya en el año 2014, en relación con esta nefasta generación escribíamos lo siguiente:
“(…) La generación de los Chupópteros, es la que ha disfrutado de todos los beneficios del Estado del Bienestar o Benefactor que se creó a partir de 1950. Se trata de personas cuyos nacimientos, ocurrieron desde el inicio de la década del 40 y hasta mediados de los años 60; es decir, son personas que han podido aprovechar los mejores años de prosperidad que ha disfrutado nuestro país a lo largo de su historia.
Son personas que pudieron desarrollarse al amparo del Estado. Allí encontramos profesionales que se formaron en la universidad pública, cuando la Universidad de Costa Rica era la única Alma Mater del país; lograron emplearse y tener un salario que les permitió acceder a una clase media pujante y disfrutar de los mejores servicios públicos, así como de índices de salud y educación que no envidiaban a los de otros países del mundo.
La generación de los chupópteros también se aprovechó del Estado en el ámbito privado. Hubo muchas empresas que se desarrollaron con créditos blandos de la Banca Nacionalizada, situación que benefició a la empresarial; incluso, muchos capitales contaron con la subvención del Estado para evitar sus propias ineficiencias, así lograron mantener y aumentar sus patrimonios personales.
El común denominador de esta generación, como se aprecia, fue el disfrutar las bondades del Estado del Bienestar.
Tuvieron la posibilidad de obtener créditos baratos para construir sus casas por medio de INVU, recibieron los beneficios de los proyectos de infraestructura en carreteras, plantas hidroeléctricas y acueductos; en fin, se trata de una generación privilegiada que logró dar un salto cualitativo en la estratificación social que había imperado en Costa Rica en el siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX.
¿Qué pasó? Una vez que se consolidaron como clase económica y gobernante, comenzaron a renegar del Estado. ¡Ahhh, eso sí, no de todo! Por ejemplo, mantuvieron un régimen de pensiones que les ha permitido jubilarse con sumas millonarias y a cambio, los que venimos atrás, probablemente ni siquiera vamos a poder disfrutar de una pensión digna porque todos los regímenes van a estar quebrados.
Lo peor de todo es que esas pensiones de los Chupópteros las estamos pagando los que somos ahora la población económicamente activa. Si ellos hubiesen ahorrado y cotizado para tener los montos de esas pensiones, no habría nada que reclamar; sin embargo, es un descaro que muchas de esas personas digan que esas son las condiciones que existían cuando comenzaron a trabajar. ¿Y los que venimos atrás, qué? ¡Salados! (…)”
Como se aprecia, lo que está sucediendo con las pensiones no es un tema nuevo. No solo nosotros sino otras personas, hemos puesto el dedo en la llaga; el problema es la irresponsabilidad con que ha actuado esa generación, a saber:
“(…) Los Chupópteros no nos han dejado nada a las generaciones posteriores. Los que nacimos posteriormente no sabemos si vamos a tener pensión, la posibilidad de educar a nuestros hijos en la universidad pública es restringida; el empleo es cada vez más escaso y quieren equiparar nuestros salarios a la baja, es decir, nos están dejando un país devastado, todo lo contrario de lo que hicieron la generación de los años cuarenta. La Costa Rica solidaria y que abogaba por una mejor calidad de vida de sus habitantes fue depredada. La han saqueado impunemente y las generaciones posteriores, ahora en nuestra mayoría de edad, lo que vemos es una gran tierra asolada. El hedonismo campea a todo galope y caminamos en medio del estiércol que han dejado los que se han abotagado con el festín de los negocios privados a costa del Estado. (…)”
Se trata de una realidad que debe quedar clara. Lo malo no es que tengan buenas pensiones, lo malo es que se han comportado como langostas y no han dejado nada a las siguientes generaciones.

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