lunes, 2 de febrero de 2015

¿Bárbaros especialistas o bárbaros periodistas?

Ahora resulta que solicitar un mejor periodismo en Costa Rica es ser irrespetuoso con los que tienen la licencia para ejercer de periodistas y con aquellos que no teniendo título profesional, trabajan en los medios de comunicación. He escrito varios artículos cuya idea central ha sido pedir un periodismo de mayor calidad, más balanceado y con un discurso menos valorativo y más descriptivo.
Aunque lo escrito responde a una reflexión propia que, pareciera, es compartida por otros costarricenses que están cansados del “periodismo” y de los contenidos que diariamente nos brindan los medios de comunicación colectiva. Hay “periodistas” que no han tolerado la crítica y se sienten incluso ofendidos por lo que he escrito, sin embargo, releyendo cada uno de los artículos no encuentro adjetivos ofensivos que puedan haber generado semejante apreciación; pero bueno, al fin y al cabo, el sentirse ofendido o no, al final es otro juicio de valor que depende de la subjetividad de cada quien. ¡En estos casos no hay nada que hacer! ¡Se siente o no se siente!
Siempre he creído que no es necesario utilizar palabras ofensivas para debatir o para expresar una crítica en relación con un determinado tema. El intercambio de ideas debe servir para establecer una relación dialógica que permita, más que convencer o hacer cambiar de criterio a los otros, aclararnos mutuamente las ideas y a partir de ello reafirmar o reformular nuestros propios planteamientos o argumentos.
En el caso que nos ocupa lo que se ha venido solicitando es un periodismo que, al menos, se acerque a los fundamentos que han sustentado el origen y desarrollo de esta profesión. Los fundamentos de cualquier disciplina tiene que ver con un tema esencialmente filosófico, se trata de contestar a preguntas esenciales como: ¿Qué es el periodismo? ¿El por qué del periodismo? ¿Para qué el periodismo? ¿Cómo se hace periodismo? y ¿Quién es un periodista?
La filosofía no sólo intenta contestar estas preguntas sino que cuestiona y critica permanentemente las respuestas que se han dado a las mismas. Los postulados, principios o premisas de los que parten las diversas profesiones tienen que ver con las respuestas que se le han dado a esas preguntas, es decir, la ciencia a diferencia de la filosofía, se sustenta en una serie de postulados que se asumen, muchas veces en forma dogmática, para desarrollar los diferentes aspectos teóricos y metodológicos de cada ciencia particular.
Pongamos ejemplos que siempre nos permiten aclarar lo que estamos tratando. En cualquier plan de estudios de la ciencia que sea, van existir uno o varios cursos cuyos contenidos tienen que ver con los fundamentos de la ciencia que se está aprendiendo. Pensemos en la Ciencia Política y en la Ciencia Jurídica, las cuales están interrelacionadas pero no son lo mismo; en el primer caso, se enseña qué es el poder político y para ello se le distingue del poder económico o del poder ideológico; en el segundo caso se enseña qué es la norma jurídica y para ello se le distingue de la norma ética, social o religiosa.
En ambos casos, el politólogo y el jurista, se supone que aprenderán y tendrán presente estos conceptos básicos para poder desarrollar cada una de sus profesiones. El politólogo deberá saber que el poder político se caracteriza por el uso de la fuerza para hacer que una o varias personas hagan la voluntad de quien tiene el poder; por su parte, el jurista sabe que la norma jurídica se caracteriza por ser coactiva, es decir, su incumplimiento supone una sanción o pena que se hace cumplir por medio de la misma fuerza que sustenta el poder político.
El filósofo, en cambio, procurará entender y cuestionar los postulados sobre los que se sustentan ambas ciencias. Tratará que el politólogo asuma una actitud crítica ante postulados como que “el poder debe ser legítimo” o que “el poder debe ser limitado”; o en el caso de los juristas, respecto a si sólo es Derecho las normas que están en el ordenamiento jurídico o hasta que punto una norma jurídica depende de su validez para considerarse Derecho.
Pues bien, en el caso del periodismo sucede algo similar. No estamos cuestionando si el periodismo de investigación ha permitido conocer un determinado hecho de corrupción o una determinada trama delictiva. Tampoco estamos cuestionando si debe existir el periodismo científico, deportivo, económico, político o de sucesos; lo que hemos dicho es que existen postulados mínimos que cualquier periodista tiene que tener en cuenta y si bien no pretendemos un seguimiento dogmático de los mismos, sí es recomendable que haya un mínimo respeto de ellos.
Si un periodista hace una investigación, este debe tener claro que la presentación de los resultados no debería estar sustentado en un discurso plagado de juicios de valor. Al contrario, la investigación en cualquier rama del saber se expresa por medio de un discurso descriptivo, es decir, no se usa la función expresiva o directiva del lenguaje, sino que se utiliza su función informativa, la cual se materializa en un discurso que intenta suprimir los juicios de valor. ¡En buena hora que los periodistas investiguen!, pero queremos que nos informen los resultados de la investigación, no que nos digan sus opiniones, prejuicios o valoraciones sobre lo investigado.
Pregunto: ¿Es arrogante solicitar que un periodista brinde una información que haya sido verificada? ¿Es prepotente pedir que los periodistas balanceen la información y nos presenten al menos dos versiones o perspectivas del hecho noticioso? ¿Es soberbio querer que no se presenten como asépticos contenidos en que se reflejan los intereses de los medios de comunicación donde labora el periodista? ¿Es altanero pretender que los periodistas informen en lugar de opinar de lo que no saben? ¿Es jactancioso requerir que entrevisten a expertos que realmente sepan de los temas específicos y no “expertos” que opinan de todo y le hacen un flaco favor a la claridad y al entendimiento de la información? ¿Es altivez peticionar que los periodistas y los que trabajan en los medios de comunicación conozcan y practiquen los fundamentos que han dado origen a una profesión tan noble como el periodismo?
En realidad en lugar de solicitar, pedir, querer, pretender, requerir o peticionar, lo que corresponde es exigir todo eso y más de los periodistas. Los que tenemos el derecho a la información somos los ciudadanos no los periodistas, los periodistas ejercen una profesión que tiene como propósito hacer efectivo ese derecho de la ciudadanía, por eso exigimos que cumplan su cometido respetando una serie de postulados que tienen como objetivo que el ciudadano se informe correctamente.
Dicho de otra manera, la contracara de todo derecho es la obligación que se origina de los que deben respetar el derecho que tenemos los ciudadanos. Los periodistas están obligados a que este derecho se materialice adecuadamente y sin que los ciudadanos tengamos que soportar contenidos que desvirtúan o tergiversan el derecho que está consignado en la carta magna.
Incluso, si en nombre de ese derecho ciudadano exigen que se les brinde información o declaraciones, no deben olvidar que lo hacen en nombre de la ciudadanía y no del medio de comunicación en que trabajan. Y es que pareciera que, en la actualidad, se ha pretendido invertir las cosas y se quiere hacer creer que el derecho de información lo tiene el medio de comunicación y los periodistas que trabajan en él. ¡No es lo mismo el cuarto poder, que el poder en el cuarto! ¡Hay que ubicarse y no confundir!
Los fundamentos del periodismo, de la ciencia de la comunicación colectiva, del derecho a la información y en general, de las diversas materias del conocimiento humano es un asunto filosófico. Aquellos que sólo entienden de su profesión y que nunca se han cuestionado sus postulados básicos, tienen el serio peligro de convertirse, parafraseando a Ortega y Gasset, en “bárbaros especialistas”.
Quienes desdeñan la filosofía no han comprendido que en el origen de las ciencias específicas estuvo y ha estado la reflexión filosófica, por eso no logran comprender el conjunto y no ven más allá de su profesión. ¡Por eso estamos como estamos!

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