lunes, 28 de julio de 2014

¿Se justifica los acuerdos para ocultar los hechos acontecidos?

La semana pasada se anunció que Jorge Luis Pinto Afanador no sería renovado. Posteriormente, el Presidente de la Federación de Fútbol, dijo que no se habían podido poner de acuerdo con el director técnico. Hasta ahí todo iba según el guión que, luego nos dimos cuenta, se había acordado.
No obstante, cuando llegó el turno de Pinto, el guión acordado sufrió un cambio repentino. Entre las cosas que manifestó, llamó la atención que afirmara que un integrante del cuerpo técnico había pedido su destitución, es decir, que hubo una deslealtad a lo interno y que trabajó con el enemigo por más de año y medio.
La otra manifestación que sobresalió fue en relación con los jugadores. Al respecto dejó claro que había jugadores que no estaban de acuerdo con sus medidas disciplinarias y con sus métodos de trabajo; en otras palabras, dijo que había jugadores que no querían trabajar y que eran poco profesionales.
Después de estas manifestaciones de Pinto, salió el Presidente de la Federación de Fútbol diciendo que el ex-director técnico había roto un acuerdo entre ellos. A partir de ese momento se comenzó a conocer una serie de situaciones que se presentaron a lo interno de la delegación costarricense, sin embargo, lo que más se ha mencionado es que el trato del señor Pinto en relación con las otras personas trascendió al punto de la humillación.
Los acuerdos para disimular, encubrir, esconder, ocultar o tapar la realidad no son legítimos desde el punto de vista ético y tampoco son legales desde la perspectiva jurídica. En el primer caso, fue Emmanuel Kant quien en “La metafísica de las costumbres” habló del imperativo categórico que, en este caso, está relacionado con el deber ético de todo ser humano a decir la verdad; en otras palabras, el ocultamiento y la mentira es una conducta que va en contra del propio ser humano. ¿Se imaginan cómo serían las relaciones interpersonales si todos los seres humanos nos dedicáramos a ocultar la realidad y a mentir?
Por otra parte, en el segundo caso, los acuerdos para ocultar o tapar la realidad van en contra del ordenamiento jurídico. El Derecho hunde sus bases en la idea de normar las conductas de las personas para lograr, entre otras cosas, que se ajusten a lo que las leyes establecen; en teoría los actos legales son transparentes y públicos, en cambio, los ilegales suelen darse en la clandestinidad y son opacos.
Está claro que lo dicho son postulados más teóricos que prácticos. En efecto, en la realidad los seres humanos ocultamos muchas acciones, pensamientos y cosas; sin embargo, cuando se trata del ámbito público esa conducta es totalmente reprochable, es decir, la actividad en el ámbito público lleva implícita la obligación de transparencia y de no ocultamiento.
En ese sentido, les guste o no a los de la Federación de Fútbol, a los jugadores y a los de la dirección técnica, la Selección Nacional es una instancia pública o si se quiere una actividad privada de interés público. Se asemejan a una serie de instancias como los Colegios Profesionales, las Cooperativas y otras que tienen una actividad privada que repercute en el ámbito público.
Esta característica de la Selección Nacional hace que el acuerdo al que se refirió Eduardo Li, no tenga sustento ni en la ética ni en la legalidad. Se trata de un argumento totalmente improcedente y que no justifica que se haya querido ocultar lo que aconteció durante todo el proceso que culminó con el regreso del campeonato mundial de fútbol.
Ahora bien, lo que es impresentable, es que haya periodistas que avalan un acuerdo para ocultar la verdad de lo que pasó. La función principal del periodista es informar y hacerlo de manera veraz, justificar lo contrario es ir en contra de uno de los postulados fundamentales del periodismo.
Se puede comprender que no hayan querido informar lo acontecido cuando todavía estaba en marcha la competición. Está claro que muchas personas podrían haberles endilgado que querían desestabilizar a la selección nacional o que querían ocasionar un enorme perjuicio a los seleccionados.
Reitero para que no haya duda y nadie se vaya por la tangente. Se puede entender que lo periodistas hayan decidido no divulgar lo que pasaba a lo interno de la delegación costarricense para no interferir y generar un problema de desconcentración a los jugadores en relación con los objetivos que se perseguían en el mundial Brasil 2014.
No obstante, lo que no se justifica es que haya periodistas que estuvieran de acuerdo en que lo acontecido permaneciera oculto y no se supiera nunca. Este hecho va en contra de todos los postulados centrales y éticos del periodismo, es decir, la obligación de los que ejercen esa profesión es informar y hacerlo responsablemente, jamás prestarse para no hacerlo.
¿Qué hubiese pasado si Jorge Luis Pinto no rompe el pacto de silencio que según Eduardo Li habían acordado para la conferencia de prensa? ¿Los periodistas hubiesen permanecido en silencio y callando lo que ocurrió? ¿Estas y otras informaciones hubiesen quedado en el más absoluto anonimato con la complicidad de todas las partes involucradas?
Lo que luego se ha sabido es muy grave. He escuchado a personas argumentando que se trata de un asunto del ámbito privado y que por eso, ni los involucrados, ni los periodistas tienen obligación de informar. Empero, se ha hablado de cosas muy delicadas: Invasión del ámbito privado de las personas, de maltrato a compañeros de trabajo y en especial, a una o dos mujeres; en fin, de intrusión profesional en campos tan específicos como el de la medicina o de la nutrición, así como de otras conductas que están tipificadas en el ámbito laboral de cualquier organización pública o privada.
Bajo ese argumento habría que callar una serie de cosas que se han dado y que atentan contra los derechos elementales de las personas. Pregunto, para poner un ejemplo sencillo: ¿Se ha configurado un acoso laboral en la situación que dicen aconteció entre el ex-seleccionador nacional y la nutricionista? ¿Cuándo hay este tipo de conductas en una empresa hay que hacer un pacto de silencio para que no trasciendan? ¿Si un periodista se llega a dar cuenta de este tipo de conductas no debe informar para no perjudicar a las partes involucradas?
Para tener un criterio y poder hacer una valoración de lo sucedido es necesario contar con la información de lo que pasó, sin embargo: ¿Cómo formarse un criterio si los involucrados y los periodistas que serían los obligados a informar, al parecer, estaban de acuerdo en ocultar los hechos aún después de que había terminado la competición?
Es irresponsable juzgar en un sentido u otro si no se tiene toda la información de lo que ocurrió. Las personas que han juzgado y condenado en uno u otro sentido han actuado apresuradamente. Si hay que señalar algún error en todo lo que ha acontecido es: haber querido ocultar los hechos que se dieron a lo largo del proceso que terminó con la llegada de la selección nacional de fútbol a territorio costarricense.
Los hechos que se han conocido son de tal gravedad que, desde cualquier óptica que se vea, es injustificable que se haya querido hacer un pacto de silencio para ocultar la situación. ¿Se imaginan que las personas de todos los tiempos se hubiesen puesto de acuerdo para ocultar los vejámenes que se han dado a lo largo de la historia de la humanidad?
Todavía más reprochable que haya periodistas que después de haber terminado todo el proceso y habiendo concluido la celebración en el Paseo Colón, no cumplieran con su deber de dar a conocer e informar lo ocurrido. ¿Se imaginan que los periodistas de todas las épocas hubiesen callado en aquellos casos en que una información veraz permitió sacar a la luz los más variados actos de ignominia de los seres humanos?
Lo secreto y lo oculto tiene como objetivo invisibilizar las acciones o actos que han estado mal según los criterios de la sociedad en la se vive. Lo que se ha hecho de acuerdo a lo que se valora como correcto, normalmente, se visibiliza y es objeto de ponderaciones positivas por parte de los miembros de la comunidad.
La otra cara del argumento de los involucrados en el pacto de silencio que Eduardo Li afirmó se había hecho es: la necesidad de ocultar la tolerancia y la falta de valentía que tuvieron para enfrentar las acciones incorrectas a lo largo de todo el proceso que culminó con la no renovación de Jorge Luis Pinto. ¿Cómo es posible que hayan tolerado que una persona, según las versiones que se han conocido, pasara por encima de la dignidad de jugadores, directivos y demás colaboradores?
Por su parte, la prensa no denunció y tampoco informó porque tenía temor a que el pueblo costarricense los calificara como desestabilizadores del éxito que estaba teniendo la selección nacional de fútbol. Dicho de otro modo, estas son las motivaciones que prevalecieron para que no se nos informara los hechos y para que, aún terminada la competición, hubiese periodistas dispuestos a no divulgar lo que había acontecido. Al fin y al cabo, ellos tienen que seguir trabajando y tendrían que seguir tratando con los dirigentes, los jugadores y eventualmente con Jorge Luis Pinto o cualquier otro director técnico que lo sustituyera.
El secreto y el ocultamiento está relacionado con los actos ilícitos y que contravienen la ética. En una democracia, por ejemplo, las acciones jurídicamente correctas se realizan de cara al público; en cambio, las acciones incorrectas o ilegales se hacen en secreto y lejos de la mirada de los ciudadanos.
Comencé con Kant y finalizo con él. En su ensayo “Sobre la paz perpetua” en relación con el ocultamiento que hacemos de nuestras acciones decía: “Son injustas todas las acciones que se refieren al derecho de otros hombres cuyos principios no soportan ser publicados”


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