lunes, 13 de noviembre de 2017

Ir al COSEVI es una tortura burocrática

Hace un tiempo escribí un par de artículos en relación con la arbitrariedad de los policías de tránsito, municipales y nacionales, respecto al decomiso de las placas. Se hacía ver el perjuicio que debían de soportar las personas y la indiferencia de las otras personas que creen, erróneamente, que jamás les va tocar enfrentar la arbitrariedad de estos funcionarios públicos.
Pues bien, uno de los perjuicios más terribles que debe enfrentar las personas objeto de semejante arbitrariedad es el proceso para recuperar las placas en el Consejo de Seguridad Vial (COSEVI). En efecto, el trato al que son sometidas las personas en ese lugar raya en la tortura, especialmente, porque no tienen posibilidad de defenderse ante un poder burocrático ineficiente e indolente.
Para empezar, después que la arbitrariedad del funcionario público se concreta con el retiro de las placas, el ciudadano tiene que comenzar a padecer la inoperancia de la administración pública. Tiene que averiguar en qué momento la boleta de infracción la ingresan al sistema para poder pagarla o recurrirla, sin embargo, ello puede tardar varios días en el mejor de los casos o puede suceder que quede en una especie de limbo informático. Todo ello se puede agravar si la boleta de infracción desaparece del parabrisas del vehículo o es sustraída por un tercero.
Y es que, según el COSEVI, las personas tienen que hacer el seguimiento de una serie de documentos para poder lograr la devolución de las placas. Entre el decomiso de las placas, la inclusión de la boleta en el sistema y la llegada de las placas a esa instancia pública, no es extraño que haya un tiempo que puede ser de dos semanas; no obstante, eso no es lo más problemático, el verdadero calvario se da en lo que el usuario debe soportar en ese lugar.
Suponiendo que ya se hubiese dado lo indicado anteriormente, la persona debe soportar un “vía crucis” en las instalaciones del COSEVI. En primer lugar, si usted cree que va llegar a esa oficina pública y se le va a atender de manera rápida, por favor, vaya quitándose esa idea de la cabeza y prepárese para perder todo un día de trabajo en ese antro.
Para conseguir un campo es necesario que usted llegue a hacer fila en las afueras del COSEVI, como mínimo, antes de la siete de la mañana. Si por la presa que se hace en ese sector llegó después de esa hora, se corre el riesgo de no llegar a coger una ficha para que lo puedan atender antes que cierre la oficina pública; en otras palabras, por una cuestión del transcurso del tiempo, puede ser que no lo lleguen atender a pesar de haber estado todo el día haciendo fila.
Y es que la fila en la afueras del COSEVI es la primera que usted deberá hacer con la esperanza de ser atendido, la segunda es cuando ingresa a las instalaciones de ese lugar. Una vez que está adentro, deberá esperar afuera del recinto en que atienden los funcionarios de esa dependencia; es decir, en función del tiempo que duren en los trámites del día, puede suceder que usted no llegue a ser atendido porque esta segunda fila no le asegura obtener una ficha para hacer el trámite de reintegro de placas.
Estas dos filas, la de afuera del COSEVI y la de adentro pero fuera del lugar en que atienden a los funcionarios de esa dependencia, se mueven en función del tiempo que duren para tramitar el caso de cada ciudadano. Porque, atención, en esa oficina no solo se hace la devolución de placas, también se extienden certificaciones de los puntos de la licencia, se reciben apelaciones y una infinidad de trámites que no necesariamente están vinculados con la devolución de placas.
Si usted llegó a eso de las siete a la primera fila, para entrar al recinto donde lo van atender puede que ello suceda a eso de las once de la mañana. En efecto, si le va bien, en la segunda fila usted tendrá que estar de pie un promedio de cuatro horas; claro está, insisto, ello va depender del tiempo que duren los funcionarios del COSEVI atendiendo a cada una de las personas que llegaron antes de las siete de la mañana.
Pensemos que logra entrar al lugar donde se realiza el trámite, allí le darán una ficha que en teoría le asegura que el funcionario público lo va atender. Lo anterior no implica que usted podrá culminar el trámite de reintegro de placas, ello porque al llegar a la ventanilla, puede ser que se encuentre con una serie de sorpresas que lo lleven a regresar y tener que repetir el “vía crucis” que hemos descrito hasta aquí.
Hay una serie de requisitos que se deben cumplir para que le reintegren las placas y que supuestamente están en la página del COSEVI. Se supone que muchos se pueden cumplir ahí, porque la Asociación de Empleados de ese órgano público brinda el servicio, por ejemplo, el pago de las boletas pendientes, el servicio de fotocopiado o la compra de timbres y otros rubros propios de los trámites que allí se realizan; sin embargo, puede suceder que cuando usted vaya a pagar el sistema para hacer el pago esté caído o que el funcionario encargado esté en ese momento en su sagrado tiempo de café o almuerzo.
Hacemos esta descripción porque ha habido gente que ante esta situación no ha podido concretar su trámite de devolución de placas. Al llegar a la ventanilla, después de agotar las dos o más horas de espera en el recinto donde atienden con ficha en mano, le han dicho que tiene infracciones pendientes de cancelar y que no le pueden devolver las placas sino paga los montos adeudados, pago que en ese lugar solo se puede hacer en efectivo y si el sistema no esté caído.
Hay personas que han tenido que soportar el “vía crucis” dos o más veces. En algunos casos porque no pudieron cumplir con los requisitos que solicitan o porque no lograron coger ficha antes que el guarda decidiera que la gente dentro del recinto era la suficiente para llegar a la hora de cierre. Hubo personas que les cerraron la puerta en la cara, después de hacer una fila de alrededor de cuatro a seis horas.
En general cuando la gente consideraba que había cometido una infracción a la ley de tránsito, soportaba estoicamente este proceso burocrático perverso. Aunque había una queja generalizada de lo inapropiado del procedimiento, las personas lo asumen como parte del castigo que deben pagar por haber cometido una falta que está plenamente justificada.
No obstante, no todas las personas habían cometido dicha falta, muchas personas estaban ahí de manera injustificada y debido a la arbitrariedad de un policía de tránsito. Estos ciudadanos se mostraban sumamente indignados por ser sometidos a un proceso perverso, simplemente y llanamente, porque un funcionario público se excedió en su poder; en todo caso, lo que no puede ser, en cualquiera de los casos, es que cualquier ciudadano, culpable o no, tenga que soportar un proceso administrativo como el descrito.
¡Ahhh! Puede ser que haya lectores que digan: ¡Está bueno que sufran! O que piensen que no van a sufrir nunca una arbitrariedad como la que estamos comentando. No se equivoquen porque, más temprano que tarde, el día menos pensado, se verán en esta circunstancia y recordarán la indiferencia que tuvieron para con las personas que han padecido estas circunstancias.
¿Qué pasa que la gente no se indigna por estas y otras cosas? ¡Indignaos, carajo!  ¡Indignaos!

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