lunes, 17 de abril de 2017

Venezuela: ¡No podemos volver atrás otra vez!

Venezuela requiere de hacer un alto en el camino. Lo que está pasando en ese hermano país me lleva a reiterar algunas ideas que en su día había expresado estando Hugo Chávez en el poder, en aquel momento escribí un artículo denominado: “Ni con Chávez, ni contra Chávez” en el que indicaba lo siguiente:
“(…) No estoy con Chávez en su deseo de perpetuarse en el gobierno. Recientemente Lula Da Silva expresaba una opinión similar, ya que consideraba necesario que el actual presidente de Venezuela busque un sucesor para que su revolución bolivariana no dependa sólo de él. La reelección indefinida es inconveniente para el régimen democrático, permite la concentración o la tenencia del poder en pocas manos y eso suele generar acciones perjudiciales para el pueblo en el largo plazo.
El defender la alternancia en el gobierno como principio universal de la democracia no implica estar contra Chávez. La política social que ha venido desarrollando ha sido muy beneficiosa para los sectores más vulnerables de la sociedad venezolana. Es imposible estar en desacuerdo con políticas que abogan por una mayor equidad, ya sea en la sociedad venezolana o en cualquier sociedad del mundo.
No obstante, la defensa de la equidad no tiene que ir asociada a la perpetuación en las estructuras de gobierno de una sola persona o un partido. Las sociedades requieren renovar a sus dirigentes porque de lo contrario corren el peligro de anquilosarse y de sufrir una dependencia que genera un régimen vertical y alejado de sus habitantes.
Ni con Chávez ni contra Chávez, lo que se defiende es la alternancia en el gobierno como principio básico de la democracia. No se trata de si Chávez es buen o mal gobernante, no se trata de si está sano o enfermo, no se trata de si su elección es legítima o ilegítima, no se trata de si Chávez es de izquierda o derecha.
Se trata de entender que a lo largo de la historia la perpetuación en el gobierno ha traído, casi siempre, perjuicios para la mayoría de los ciudadanos de las diferentes sociedades en que esto ha acontecido. La lucha por la equidad puede coexistir con la democracia y sus principios, no es necesaria la perpetuación en el gobierno para lograr una mayor igualdad.
Si la denominada revolución bolivariana ha producido los beneficios de reducir la pobreza en más de un 20%, el pueblo venezolano será el primero en defender esa conquista aun cuando Chávez deje el gobierno. La permanencia continuada en las estructuras gubernamentales por parte de una sola persona, lejos de ser una señal de fortaleza es todo lo contrario. Las grandes revoluciones son hechas y mantenidas por el pueblo, no son obra de una única persona y mucho menos de aquellos que se creen imprescindibles.”
Lo que decía para Chávez aplica en casi todo para Nicolás Maduro, salvo que en este momento la economía de Venezuela está en una situación totalmente diferente a la que tenía Chávez en aquel momento. La inflación, como suele decirse, es un proceso de aumento generalizado en los precios de los bienes y servicios, ello afecta directamente a las clases menos favorecidas de la sociedad en que se produce dicho proceso.
En este momento en Venezuela tenemos a una persona que quiere mantenerse en el poder a toda costa y además, a un gobernante que no ha sabido dirigir una política económica para favorecer a los que menos tienen. Así las cosas, como ha sucedido en muchas ocasiones a lo largo de la historia, si en algún momento el proyecto chavista tuvo como propósito una revolución para mejorar las condiciones de los menos favorecidos, en este momento ello se ha convertido en una pesadilla y no en un sueño que se hace realidad.
El problema histórico de la mayoría de los regímenes que han abogado por la igualdad en la sociedad ha sido su deseo de perpetuarse en el poder. La Venezuela que ha resultado de la gestión de Maduro es un régimen político que impide la alternancia en el poder y que ha sido incapaz de mantener los logros sociales que se le atribuyeron a Hugo Chávez.
Lo que procede, aunque no le guste a muchos, es que en Venezuela se realice un proceso electoral, abierto y plural, en que pueda participar todos los grupos de la sociedad venezolana. Ese proceso debe permear todas las estructuras institucionales, ya que no es conveniente la concentración de poder en ninguna de las actividades que desarrolla el ser humano. Como decía Lord Acton:
“El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente”.

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