lunes, 13 de junio de 2016

Lo superfluo no puede seguir siendo noticia: ¡Hagan algo!

Recientemente una buena cantidad de medios de comunicación colectiva han estado difundiendo, por varios días, que una mujer estuvo de acuerdo en besar en público a un hombre que estaba haciendo una presentación en una tarima. Realmente en materia de comunicación y ya no digo periodística, vamos en ruta directa a un punto de no retorno en el que privará la frivolidad y en que los contenidos superfluos reinarán en un contexto de absoluta estupidez.
La crítica no tiene nada que ver con el hecho que la muchacha haya decidido besar o viceversa al “cantante” de turno. Lo digo de una vez y para que no haya malos entendidos, ni me va ni me viene la conducta de la muchacha; es más, si hubiese decidido hacer el acto sexual en público es problema de ella y del individuo que estaba haciendo la presentación. ¡Que cada quien haga con su vida lo que considere pertinente!
No obstante, lo que sí causa grima es que ese hecho se considere una noticia que merezca páginas, audios y vídeos durante varios días. Aquí no se trata de si las personas en ejercicio de su libertad deciden ver o no esa basura, el problema es que muchas personas no tienen una posibilidad real de acceder a contenidos informativos más educativos o de mayor interés para comprender la realidad en que nos desarrollamos.
Hemos escrito muchas veces criticando esta conducta de los medios de comunicación colectiva. Cuando enfocamos el problema de esta manera, perdemos de vista que debemos apuntar a las personas reales y no a las abstracciones que suponen el nombre de estas empresas; dicho en palabras sencillas, la pobreza de los contenidos es responsabilidad de personas concretas y no de sociedades cuyo anonimato es sinónimo de impunidad.
Uno podría pensar, en primera instancia, en los dueños de las empresas. Estamos hablando de los accionistas, es decir, todas aquellas personas que reciben dividendos por la basura de contenidos que emiten sus empresas; sin embargo, la realidad es que a la mayoría de accionistas de estas compañías lo único que les interesa es recibir los dividendos anuales, los contenidos que se emiten no es un asunto que les quite el sueño.
En segunda instancia, habría la posibilidad de dirigirse a la Junta Directiva o Consejo de Administración de la empresa de comunicación. De igual manera, en este caso, nos encontraríamos con un grupo de personas que tienen como objetivo el producir dividendos a cualquier costo; dicho de manera diáfana, ellos deben responder a la Asamblea de Accionistas con un balance positivo y para ello no tendrán en consideración las majaderías de un pequeño sector de la población que abogamos por contenidos que eduquen a la población.
En esa búsqueda idílica, en tercera instancia, podríamos espetar a los directores de los medios de comunicación colectiva. La realidad nos ha mostrado que eso sería gastar energías sin posibilidad ningún resultado positivo, los directores de medios de comunicación no les interesa que los contenidos eduquen o no a la población; lo que importa es vender y para ello utilizan criterios que no son periodísticos sino estadísticos y mercadológicos.
Hay gente que, desgraciadamente, solo puede ver la basura que emiten los medios de comunicación nacionales. Sí, aunque parezca mentira, existe un buen número de personas que no tiene la posibilidad de acceder a contenidos distintos a los que emiten las empresas que tenemos aquí; dicho en palabras sencillas, es por esas personas que pegamos el grito al cielo y exigimos contenidos diferentes a los de una mujer besando a un hombre en una tarima.
¡Hasta dónde iremos a llegar! ¿Por qué los periodistas de verdad no se pronuncian?

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