lunes, 11 de agosto de 2014

La generación de los chupópteros

Se suele definir como generación al conjunto de personas que por haber nacido en fechas próximas y recibido educación e influjos culturales y sociales semejantes, se comportan de manera afín o comparable en algunos sentidos. En otras palabras, se trata de personas que comparten una serie de características que, como todo en la vida, no son aplicables a todos los individuos de ese grupo; es decir, existen excepciones que confirman la regla.
Las generaciones se pueden clasificar en función de diferentes criterios. Uno de ellos puede ser por el periodo de tiempo en que nacieron y ahí encontramos categorías como la generación X o Y, otro criterio utilizado puede ser haber vivido hechos históricos relevantes y por eso escuchamos hablar de la generación de la gran depresión o la de la Segunda Guerra Mundial; en fin, hay casos en que el criterio es por el influjo cultural y entonces se menciona a la generación del modernismo u otras que son catalogadas dependiendo del juicio que se les aplique.
En Costa Rica, por ejemplo, hay diferentes clasificaciones generacionales. En el ámbito de la literatura se habla, entre otras, de la generación del 900, la del Repertorio Americano o la del desencanto; en lo que a política se refiere, en los libros de historia, hemos visto mencionadas a la generación del Olimpo y a la generación de la década del 40.
La generación de los Chupópteros, es la que ha disfrutado de todos los beneficios del Estado del Bienestar o Benefactor que se creó a partir de 1950. Se trata de personas cuyos nacimientos, ocurrieron desde el inicio de la década del 40 y hasta mediados de los años 60; es decir, son personas que han podido aprovechar los mejores años de prosperidad que ha disfrutado nuestro país a lo largo de su historia.
Son personas que pudieron desarrollarse al amparo del Estado. Allí encontramos profesionales que se formaron en la universidad pública, cuando la Universidad de Costa Rica era la única Alma Mater del país; lograron emplearse y tener un salario que les permitió acceder a una clase media pujante y disfrutar de los mejores servicios públicos, así como de índices de salud y educación que no envidiaban a los de otros países del mundo.
La generación de los chupópteros también se aprovechó del Estado en el ámbito privado. Hubo muchas empresas que se desarrollaron con créditos blandos de la Banca Nacionalizada, situación que benefició a la empresarial; incluso, muchos capitales contaron con la subvención del Estado para evitar sus propias ineficiencias, así lograron mantener y aumentar sus patrimonios personales.
El común denominador de esta generación, como se aprecia, fue el disfrutar las bondades del Estado del Bienestar.
Tuvieron la posibilidad de obtener créditos baratos para construir sus casas por medio de INVU, recibieron los beneficios de los proyectos de infraestructura en carreteras, plantas hidroeléctricas y acueductos; en fin, se trata de una generación privilegiada que logró dar un salto cualitativo en la estratificación social que había imperado en Costa Rica en el siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX.
¿Qué pasó? Una vez que se consolidaron como clase económica y gobernante, comenzaron a renegar del Estado. ¡Ahhh, eso sí, no de todo! Por ejemplo, mantuvieron un régimen de pensiones que les ha permitido jubilarse con sumas millonarias y a cambio, los que venimos atrás, probablemente ni siquiera vamos a poder disfrutar de una pensión digna porque todos los regímenes van a estar quebrados.
Lo peor de todo es que esas pensiones de los Chupópteros las estamos pagando los que somos ahora la población económicamente activa. Si ellos hubiesen ahorrado y cotizado para tener los montos de esas pensiones, no habría nada que reclamar; sin embargo, es un descaro que muchas de esas personas digan que esas son las condiciones que existían cuando comenzaron a trabajar. ¿Y los que venimos atrás, qué? ¡Salados!
Paradójicamente, aunque han seguido “chupando” del Estado costarricense, desde la década de los ochenta del siglo XX, comenzaron a decir que las instituciones estatales no servían para nada. Que aquellas mismas instituciones que habían construido la represa de Cachí o Arenal ya no eran capaces de hacer esas obras y entonces comenzaron a decir que era necesario contratar a ingenieros y empresas extranjeras. Posicionaron en la cabeza de los costarricenses, que somos ineptos e incapaces.
Las carreteras y puentes que se habían desarrollado con profesionales ticos y que todavía funcionan, ya no se podían hacer. Todo lo nacional era y es, según ellos, un adefesio que nos debería sonrojar ante el mundo, sin embargo, los Chupópteros siguieron enriqueciéndose a costa del Estado y con el beneplácito del resto de los mortales.
Fueron tan cínicos que en sus años de universidad, decían que eran de izquierda. Enarbolaban las causas de la igualdad social y por detrás, hacían sus negocios a costa del deterioro del Estado costarricense. Llegaron al poder político y económico utilizando un discurso de corte social y cuando gobernaron lo hacían con políticas de derecha.
Los Chupópteros no nos han dejado nada a las generaciones posteriores. Los que nacimos posteriormente no sabemos si vamos a tener pensión, la posibilidad de educar a nuestros hijos en la universidad pública es restringida; el empleo es cada vez más escaso y quieren equiparar nuestros salarios a la baja, es decir, nos están dejando un país devastado, todo lo contrario de lo que hicieron la generación de los años cuarenta.
La Costa Rica solidaria y que abogaba por una mejor calidad de vida de sus habitantes fue depredada. La han saqueado impunemente y las generaciones posteriores, ahora en nuestra mayoría de edad, lo que vemos es una gran tierra asolada. El hedonismo campea a todo galope y caminamos en medio del estiércol que han dejado los que se han abotagado con el festín de los negocios privados a costa del Estado.
La generación de los Chupópteros tiene representantes en las más diferentes instancias. Algunos son más públicos que otros, aunque los que no se ven son los más perjudiciales; tienen la capacidad de secar a los costarricenses sin que nos demos cuenta, se trata de especímenes que se benefician con la pobreza de sus semejantes.
¡Mayor inequidad! No importa, somos el país más feliz del mundo y octavos en el mundial de Brasil 2014. ¿Qué más querés? ¡No seas aguafiestas! ¿Para qué pensar esas cosas? ¡Sumáte a la fiesta! ¿Por qué amargar a la gente? ¡No seas pesimista!
Y con esta última exclamación recordé al premio nobel de literatura, José Saramago, que decía: “Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario